VIOLENCIA
¿Quiénes son Los Contadores? La banda criminal que aterroriza al Pacífico
Alrededor de 300 hombres bien armados le disputan el territorio a las disidencias Oliver Sinisterra y Guerrillas Unidas del Pacífico. Su actuar despiadado genera terror en Tumaco.
En el Triángulo del Telembí (Magüí Payán, Barbacoas y Roberto Payán) y en zona rural de Tumaco desde hace más de un año apareció un nuevo jugador en la carrera criminal por quedarse con esos territorios llenos de cultivos ilícitos y cocinas del narcotráfico en medio de la selva pacífica nariñense.
Los Contadores tuvieron su génesis directamente en el narcotráfico. Esta sangrienta estructura, a la que señalan de asesinar a un sinnúmero de líderes sociales y campesinos, fue creada por José Albeiro Arrigui, alias Contador, un sanguinario narcotraficante, capturado en febrero cuando se movilizaba con 14 hombres rumbo a Caquetá.
De Contador se sabe poco. Tiene 29 años y estuvo involucrado con el inicio de las disidencias Oliver Sinisterra y Guerrillas Unidas del Pacífico como financiador de la lucha para proteger su negocio ilegal. Hombre de pocas palabras, tras algunos malentendidos con los cabecillas de estas disidencias decidió conformar su propia estructura armada y plantarles cara. Se presume que los Contadores tienen más de 300 hombres bien armados y apoyados por carteles mexicanos.
Los Contadores, según líderes de la zona, son despiadados, como los paramilitares en los peores años del conflicto. “Fácilmente ellos pueden llegar a un caserío y llevarse animales, ultrajar a la comunidad y, si les da la gana, dejar uno o dos muertos”, cuentan.
Entre enero y febrero, junto con la Oliver Sinisterra, protagonizaron violentos combates en la subregión del triángulo del Telembí. También, en el Consejo Comunitario del Río Chagüí, en Tumaco, y dejaron alrededor de 3.500 personas desplazadas, desaparecidos y un número sin determinar de muertos.
En esas zonas se encuentran cultivos ilícitos, grandes cocinas en medio de la selva para convertir la hoja de coca en cocaína, fábricas de semisumergibles con los que sacan la droga a Centroamérica, vías fluviales y terrestres, y un total abandono estatal. Quien controla estos territorios controla el negocio. Y la disputa armada se reduce a una confrontación narcotraficante: para los grupos emergentes no hay ideologías políticas o sociales, solo los mueve ganar dinero.
Ante esa amenaza, varias comunidades indígenas han decidido salir de sus territorios hacia el casco urbano de Tumaco o Pasto. No quieren repetir el ciclo de violencia .