Justicia
Reclutamiento infantil: Timochenko admite a medias y no es suficiente
En una entrevista, el líder de las Farc dejó abierta la posibilidad de que menores de edad hubieran engrosado las filas guerrilleras. Sin embargo, aseguró que lo hacían con plena conciencia y buscando mejores alternativas de vida.
Después del revuelo e indignación que generó la reciente diligencia de Rodrigo Londoño en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en la que negó que el reclutamiento infantil fuera una práctica al interior de las Farc, el exjefe guerrillero aclaró ciertos puntos y dudas que dejó su comparecencia en la justicia transicional. Del negacionismo absoluto parece moverse hacia un tímido quizás.
“Que yo haya conocido, no puedo hablar de un solo caso en el que alguien haya sido forzado a ingresar a nuestras filas. Y mucho menos un menor” respondió Rodrigo Londoño, alias Timochenko, al diario El Tiempo en una entrevista. Pero luego, ante la pregunta de si sería posible que algunos frentes de las Farc reclutaran menores, matizó: “Si entendemos por niño a todo menor de 18 años, definitivamente sí es posible. De hecho, la edad mínima de ingreso a las Farc era 18 años. De ese modo se podría calificar todos esos ingresos como de niños”. Además explicó que de acuerdo al Derecho Internacional Humanitario, o derecho de la guerra, la edad mínima válida para ingresar a un ejército son 15 años.
Con esas consideraciones el jefe del partido Farc admitió que el reclutamiento pudo ocurrir, sin embargo explicó que no se enteró de los hechos sino hasta cuando se desmovilizó ya que era un proceder que no hacía parte de las políticas de la organización. “El entorno social, político y militar de sus regiones fácilmente los conduce a la guerrilla” afirmó refiriéndose a los menores que engrosaron las tropas de las Farc. Según Londoño, las condiciones de vida contribuían a que niños y niñas se alzaran en armas, pero siempre con pleno conocimiento de la decisión porque “a las Farc se llegaba conscientemente”.
Londoño también aseguró que unirse a la clandestinidad era una alternativa para muchos jóvenes y que, incluso, era una sugerencia por parte de sus padres. “Había padres o madres que aconsejaban a sus hijos irse a la guerrilla, donde podían llegar a tener algún futuro” indicó. Cabe recordar que el propio Timochenko se vinculó a las Farc cuando tenía 17 años.
Y, si bien Londoño tuvo un tono más conciliador que al de ocasiones previas y no cerró del todo la posibilidad de que la antigua guerrilla hubiera acudido a menores de edad para fortalecerse bélicamente, sus palabras todavía distan mucho de la realidad que por décadas se documentó en los diferentes informes que estudiaron esta actividad durante el conflicto armado.
El informe general “¡Basta ya!” del Centro Nacional de Memoria Histórica, por ejemplo, registró más de 5.000 casos de reclutamiento infantil entre noviembre de 1999 y marzo de 2013. El grupo armado que más recurrió a este método fueron las Farc con el 60 por ciento.
Así las cosas, víctimas exigen un mayor compromiso por parte de los excombatientes. Que Londoño admita, sin hacerlo de manera abierta y sin excusas, son aguas tibias para un proceso que pide a gritos resultados más ágiles. Y la verdad es uno de ellos.
¿Qué pasó en la JEP?
Parecía que el pasado 8 de septiembre sería el día en que las Farc le dirían una verdad crucial al país. Y su líder, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, contribuyó a alimentar esa esperanza. Horas antes de comparecer ante la JEP. En su cuenta de Twitter expresó solidaridad con las víctimas y su compromiso de trabajar por el acuerdo de La Habana. “No dudaré en narrar los hechos por los que fui convocado hoy”, decía.
Pero ante los magistrados, Londoño destruyó la fe de quienes esperaron su versión sobre cómo las Farc habían reclutado menores de edad durante décadas. Sin atisbo de vergüenza, negó una y otra vez que niños y niñas hubieran engrosado las filas guerrilleras, y se limitó a admitir que varios cabecillas se unieron a la organización en su juventud, pero cuando estaban en sus primeros semestres de universidad y tenían más de 18 años. La versión cayó mal en la ciudadanía, y sobre todo en las víctimas. Nadie entiende por qué los líderes de la extinta guerrilla, que deberían contar la verdad sobre lo sucedido a cambio de penas blandas, se empeñan en ocultar delitos evidentes. Cualquiera puede ver en YouTube escenas de niños uniformados y con armas, bajo el mando de líderes de las Farc.
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Londoño firmó el acuerdo de paz y es la cara más visible de la exguerrilla, pero no es el único que ha negado el fenómeno. Primero lo hizo Griselda Lobo, alias Sandra Ramírez, que, justo después de ser nombrada segunda vicepresidenta del Senado, aseguró ante los medios que la guerrilla jamás reclutó menores. Semanas después, Pastor Alape se presentaría ante la JEP y daría de qué hablar con otra escena de negación. En audios publicados por Blu Radio se oye claramente al exjefe guerrillero decir que no conoció casos de “extracción forzosa de niñas de su hogar”. “Sobre esas situaciones en particular no tengo ningún conocimiento porque no hacían parte de la política de la organización”, respondió sin inmutarse. El proceder de Rodrigo Londoño solo fue la confirmación de que no hay disposición de contar la verdad.
Esta postura comenzó en octubre de 2019, mes en que la JEP llamó en versión libre a los primeros exguerrilleros en el marco del caso 07, expediente que congrega los crímenes relacionados con menores, violencia sexual, abortos forzados y anticoncepción. Los abogados de las Farc radicaron varias recusaciones contra el magistrado que adelantaría estas diligencias y, cuando negaron sus recursos por improcedencia, optaron por reponer y apelar dicha decisión. La Sala de Apelaciones del tribunal negó nuevamente la recusación y entonces, en una actitud dilatoria, los defensores de las Farc presentaron 29 recursos de reposición contra el auto que los llamó a versiones libres. Solo a finales de julio se destrabó el asunto, momento en que, una vez más, estas acciones no tuvieron éxito. No obstante, lograron frenar el caso por diez meses.
Ahora, sin embargo, con las versiones libres andando, el panorama no pinta muy prometedor. Si Londoño y los suyos continúan con su actitud recalcitrante, los magistrados deben actuar con severidad. No es simple coincidencia que concluida la diligencia el tribunal de paz haya trinado: “En la JEP, quien no aporte a la verdad ni asuma su responsabilidad recibirá sanciones y penas de cárcel”.