Nación
Recuerdos del corazón, la historia del mejor amigo de Gustavo Petro
El hombre que le enseñó a Gustavo Petro a nadar, pescar, jugar trompo y disfrutar la niñez, hoy sufre de alzhéimer. Aunque hay algo de lo que no se olvida, y es de su admiración y cariño por Tavito, como le dice de cariño al hoy presidente electo de Colombia.
El 19 de junio de 2022, Jorge Eliécer Villadiego, quien durante 37 años fue profesor en diferentes colegios de Ciénaga de Oro (Córdoba), se levantó distante de la realidad, como ha pasado en el último año y medio. Hace cuatro años le diagnosticaron alzhéimer, una enfermedad que afecta la memoria y que poco a poco va disminuyendo la capacidad de pensar y la habilidad de realizar tareas sencillas. Sus nietos le estaban cuchareando el desayuno ese domingo, mientras hablaban de la jornada electoral que se estaba adelantando. Era la segunda vuelta, la definitiva para elegir al nuevo presidente de Colombia.
Su pueblo tenía candidato propio, y era Gustavo Petro, quien representaba al Pacto Histórico. Nació en ese municipio pese a que fue registrado en Cundinamarca, según cuentan sus familiares. “Tavito es muy inteligente, ¡uff, claro!”, dijo Villadiego después de tomar un sorbo de tinto. Él puede, la mayoría de las veces, desconocer a quien esté a su lado, olvidar que a sus 72 años tuvo 6 hijos, que 17 nietos corren por su casa de terraza amplia y que la mujer que se sienta en la mecedora es Luzmila Causil, su esposa desde hace medio siglo. Sin embargo, de quien nunca se ha olvidado es de “Tavito”, como llamaba desde niño al hoy presidente electo Gustavo Petro.
Jorge le lleva once años al hoy mandatario, por eso, cuando eran jóvenes, más que amigos, Villadiego se convirtió en su guía. Cuando Petro visitaba a su familia en época de vacaciones, le enseñaba a nadar en el caño de Aguas Prietas, el mismo que le hacían pensar que era el mar de Coveñas. Allí pescaban chiripitas, unos peces pequeños con los que se ponía a jugar. Tiraban trompo, montaban a caballo y hablaban de geografía.
El día de la segunda vuelta presidencial, su familia cuenta que ha sido de los pocos en que lo han visto lúcido. Alistó una de sus mejores camisas de color azul claro con franjas oscuras, que hacían juego con el pantalón de lino y unas chanclas de caucho. Decía que tenía que ir cómodo a votar por el cambio. Esperó que fueran las 3 de la tarde para que bajara el sol y asistió a la urna a votar por su gran amigo. Durante todo el día, les contó a sus nietos, sobrinos y a cuantos llegaron a la casa, que Gustavo Petro es uno de los mejores políticos, esos que denuncian sin temor a las represalias; quizás no se acordaba de qué había desayunado o almorzado, pero sí de cada uno de los debates que veía en el canal del Congreso.
Luzmila, su esposa, cuenta que a medida que Petro fue creciendo, Jorge lo veía como el hijo mayor, le daba consejos, incluso cuando decidió pertenecer al M-19. “Le decía: Tavito, retírese de eso, tenga mucho cuidado”. Cuando el político de izquierda visitaba Ciénaga de Oro, llegaba hasta la casa de Jorge Eliécer a que lo consintieran con coco biche y panela, uno de los antojos más recurrentes del mandatario de los colombianos cuando viaja a tierra cordobesa. Llegaba siempre con una o dos camisas que le quedaban anchas. “Él siempre fue muy flaco y me traía la ropa, le gustaba vestir de caqui, para que le ajustara las camisas”, recuerda Luzmila.
Faltaba una hora para que se cerraran las urnas, y el profesor Jorge Eliécer salió de gancho con uno de sus hijos. Llegó al colegio donde durante muchos años dio clases, para marcar el tarjetón en la mesa número uno. Los vecinos le gritaban “adiós, profe Rebusquito”. Lo recuerdan por su recursividad a la hora de buscar métodos para que sus alumnos entendieran las lecciones de ciencias sociales, ética, religión y economía. Por eso se llenó de orgullo al saber que su amigo entrañable se convirtió en economista. El profesor que caminó hasta el punto de votación fue la sensación, “allá va el amigo de Petro”, decían unos con otros. Era gratificante verlo erguido y con una pronunciada sonrisa.
A las cinco y media de la tarde empezó a escuchar pitos y algarabía, cuando uno de sus hijos se subió a la moto ondeando una bandera de Gustavo Petro. Jorge Eliécer empezó a bailar porro mientras decía: “Tavito, el mejor presidente”. La última vez que Gustavo Petro lo vio personalmente fue en campaña, durante el rodaje de un documental; ese día lo vio extraño, y Osman Villadiego, concejal de Ciénaga de Oro, le dijo: “Doctor, es que papi tiene alzhéimer”. Petro se acercó a abrazarlo; “cuídese, Jorge Eliécer”, fue lo que pronunció quien este 7 de agosto tomará posesión como presidente de la República.
Jorge Eliécer ha tenido situaciones de crisis. Así como hay momentos en los que se ve distante, hay otros en los que se torna agresivo, sufre del corazón y no puede tener alteraciones para evitar complicaciones. Por eso en la familia sienten tranquilidad cada vez que él ve a Petro en la televisión, porque es como si ese hilo lograra traerlo a la realidad, y con su dedo pulgar arriba y puño cerrado en son de victoria, repite: “¡Ufff, Tavito, hombe, es un berraco!”, su sonrisa se funde en aplausos. Ya tienen lista la mecedora frente al televisor, pues por su salud no asistirá a la pantalla gigante que pusieron también en su pueblo para vivir de manera atípica esta posesión presidencial.