RELACIONES BILATERALES
Correa, el ‘viejo mejor amigo’ de Santos que acoge los diálogos con el ELN
El presidente de Ecuador, próximo a despedirse del Gobierno, se ha consolidado como un inesperado socio del mandatario colombiano.
A los presidentes Juan Manuel Santos y Rafael Correa se les ha vuelto costumbre decir que las relaciones entre Colombia y Ecuador atraviesan “el mejor momento de la historia”, una afirmación que estará respaldada por otra prueba concreta este jueves, cuando las delegaciones del Gobierno y el ELN se reúnan en Quito para intentar reactivar los empantanados diálogos de paz.
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Correa, próximo a dejar el poder después de una década, ha tenido un papel clave y discreto en el esfuerzo por concretar una mesa de negociación con la segunda guerrilla del país, y Santos le ha agradecido en infinidad de ocasiones sus buenos oficios. El actual inquilino de la Casa de Nariño extrañará al del palacio de Carondelet, pero la imagen de los amistosos encuentros de Santos y Correa en las cumbres regionales y los gabinetes binacionales no refleja aquellos tiempos de belicosidad manifiesta entre dos mandatarios con ideologías opuestas.
El otro ‘nuevo mejor amigo’
Aunque hoy los rodea un ambiente de paz y hermandad, en tiempos del gobierno de Álvaro Uribe, con Santos como ministro de Defensa, llegaron a ser considerados enemigos.
De hecho, cuando Santos fue elegido en el 2010, los lazos diplomáticos y económicos estaban rotos por cuenta de la incursión de las Fuerzas Armadas colombianas en la región de Sucumbíos para dar de baja a ‘Raúl Reyes‘, entonces el segundo al mando de las FARC.
Ecuador no ha sido ajeno a los coletazos de la guerra en Colombia. Las fumigaciones con glifosato en la frontera fueron muchas veces motivos de tensión, y es el país de América Latina con mayor número de refugiados por el conflicto colombiano. De modo que aquel bombardeo a un campamento guerrillero en el 2008 desató una grave crisis diplomática.
Correa sintió violada la soberanía de su país, congeló las relaciones binacionales y para rematar, la justicia ecuatoriana llegó a expedir orden de captura contra Santos y la cúpula militar colombiana, por la llamada Operación Fénix. Desde Colombia, se hablaba de la infiltración de la guerrilla en la política ecuatoriana.
Santos activó la diplomacia al llegar a la Casa de Nariño, y aunque su frase afirmando que el fallecido Hugo Chávez era su “nuevo mejor amigo” hizo carrera, fue en realidad con su vecino del sur con quien entabló una fructífera relación. Ecuador y Colombia pasaron la página y en noviembre del 2010 Santos y Correa, a quienes distingue su pragmatismo, decidieron restablecer plenamente las relaciones diplomáticas. El mandatario colombiano incluso terminó el 2011 con una simbólica visita a Quito.
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Desde entonces, la postal de los dos presidentes reunidos junto a sus ministros y hablando de amistad, cooperación, integración y seguridad se hizo frecuente con los gabinetes binacionales, de los que ya van cuatro. El primero fue a finales del 2012 del otro lado de la frontera, en Tulcán; el segundo en el 2013 en Ipiales; el tercero en el 2014 en el cantón ecuatoriano de Rioverde y el cuarto en diciembre del 2015 en Cali. Incluso se concretó un Plan Binacional para la Zona Fronteriza que refleja una visión compartida a largo plazo.
Esa fluida cooperación se ha traducido en operativos contra la minería ilegal, el narcotráfico y la trata de personas, entre otras, así como obras de infraestructura y más de medio millón de turistas anuales entre los dos países.
“Una de las claves es la necesidad de enfrentar conjuntamente amenazas como el narcotráfico y las bandas armadas criminales en la frontera común”, apunta Simón Pachano, analista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). “Esta cooperación se facilitó a partir de la suspensión de las fumigaciones que hacía el anterior gobierno colombiano. que, además de provocar la protesta ecuatoriana, hicieron poco viable el trabajo conjunto. Por tanto, es probable que esto haya influido en la percepción de Rafael Correa acerca de Juan Manuel Santos”.
Los gestos fraternales se han ido multiplicando. Correa llegó a ser el anfitrión de un encuentro entre Santos y el venezolano Nicolás Maduro para intentar arreglar la crisis fronteriza, y Bogotá tendió una mano solidaria ante la tragedia. Tras el fuerte terremoto que sacudió la costa ecuatoriana en abril del año pasado, Colombia envió rescatistas y Santos visitó la región afectada para entregar toneladas de ayuda humanitaria, en un gesto ampliamente agradecido. Allí reconfirmó que a pesar de la reconstrucción pendiente, el diálogo con el ELN se desarrollaría en Ecuador.
Anfitriones del diálogo con el ELN
El dilatado arranque del diálogo con el ELN en busca de lo que el Gobierno ha bautizado la ‘paz completa’, siempre ha tenido como escenario al vecino del sur. Aunque también está prevista la participación de Venezuela, Noruega, Chile, Cuba y Brasil, la instalación de la fase pública, postergada desde el 27 de octubre, tenía como sede la Capilla del Hombre en Quito, museo de Oswaldo Guayasamín, y la primera ronda se sostendría en una hacienda jesuita cedida por la Pontificia Universidad Católica en las afueras de la capital ecuatoriana.
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A esa fallida ceremonia inaugural no viajó finalmente la delegación del Gobierno, luego de que Santos decidió aplazar el lanzamiento de las conversaciones hasta tanto la guerrilla libere "sano y salvo" al excongresista Odín Sánchez, retenido desde abril. Después de varios retrasos, este jueves las dos delegaciones intentarán reactivar los empantanados diálogos en un encuentro a puerta cerrada.
Quito ha sido sede de reuniones confidenciales desde hace tiempo, y más allá de los obstáculos, Juan Camilo Restrepo, el jefe negociador del Gobierno, ha agradecido la permanente "hospitalidad" del gobierno ecuatoriano.
“No creo que Correa vaya a sacar réditos de eso. Lo que más bien hay que reconocer es que Ecuador siempre ha estado dispuesto a colaborar en lo que sea necesario para sacar este proceso adelante”, dijo a Semana.com el profesor Víctor de Currea, estudioso del ELN.
Los negociadores aterrizarán en un Ecuador que ya está inmerso en la campaña para las elecciones presidenciales del próximo 19 de febrero. Correa, que por primera vez desde que consolidó el poder en un país políticamente inestable enfrenta una situación económica adversa, no buscará una nueva reelección, y en lugar de eso espera a que triunfe su candidato, el ex vicepresidente Lenin Moreno. En cualquier caso, quisiera alcanzar a despedirse de Carondelet con el legado de haber dejado en marcha los postergados diálogos para la ‘paz completa’ de Colombia. Ojalá sus buenos augurios sirvan que echar a andar, esta vez sí, la estancada negociación con el ELN.