SEGURIDAD

Renace una estrella

Al general Teodoro Campo se le cumplió su sueño de volver a la Policía como director. Llega con espíritu renovador y el respaldo unánime del generalato.

19 de julio de 2002

Cuando se conocio el nombramiento del general Teodoro Campo en la dirección de la Policía Nacional muchos pensaron que el presidente Alvaro Uribe se estaba jugando el todo por el todo en sus relaciones con esa institución armada. No podía ser de otra forma, pues nunca en la historia un oficial retirado había sido reintegrado al servicio para regir los destinos de la institución, aun por encima de las expectativas de los generales de mayor graduación.

Pero quienes conocen a Campo recordaron una anécdota que habla por sí sola de sus calidades.

Corría el mes de septiembre de 1997. Apenas salía el sol sobre Bogotá cuando en la considerada zona más violenta de la capital, la calle de El Cartucho, se vivió una especie de conmoción interior. Cuando ninguna autoridad se atrevía siquiera a asomarse a la que podría ser considerada una zona de distensión, el comandante de la Policía de Bogotá quería escuchar las quejas de casi 10.000 indigentes que vivían allí como en su propio territorio.

Ese oficial, que ingresó y salió tranquilamente del lugar, era el general Teodoro Campo Gómez. "Desde ese día supe que era un hombre con carácter y con un profundo respeto por la condición humana de cualquier ciudadano", le dijo a SEMANA Hugo Acero, director de seguridad de la Alcaldía de Bogotá, quien trabajó con él hombro a hombro.

A partir de entonces el general Campo lideró, con el apoyo del alcalde Antanas Mockus, un proceso en el que disminuyeron los homicidios y la venta de droga y armas en la zona. El general recibió de manos de los violentos 2.400 armas de fuego, 125 granadas, morteros y dinamita y fue el primer oficial de la Policía que instaló un CAI allí, no sólo como presencia de autoridad, sino también de seguridad. Y es que esa había sido su promesa. A esos ciudadanos que no tienen los mínimos recursos para subsistir no les ofreció vivienda ni comida, pero les garantizó que les respetaría la vida, sin olvidar la obligación legal y constitucional de combatir la delincuencia.

Con ese principio la institución vio crecer a Teodoro Campo durante los 36 años de su carrera hasta octubre de 2000, cuando supo que sería nombrado como segundo al mando de la Policía, al lado del general Luis Ernesto Gilibert. "Ellos son como el agua y el aceite. Por eso prefirió renunciar", sostuvo un amigo muy cercano a Campo.

Al dejar el uniforme el general se unió a un grupo de 40 oficiales retirados del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía que creyeron en el proyecto de Alvaro Uribe y colaboraron en el diseño del Programa de Seguridad Nacional que anunció el Presidente el pasado jueves en su primer discurso frente a la tropa. El mensaje fue muy claro para la cúpula militar y policial. "La seguridad de los ciudadanos exige que la tropa esté siempre cabalgando sobre el lomo de la iniciativa. Debe llegarse a tiempo a los municipios, por aire, tierra o en camioncitos, y así evitar la toma destructora, el asesinato de los policías o la masacre de civiles".

Ese trabajo de los oficiales retirados ha resultado tan importante que no sería raro que sean reincorporados a las filas algunos otros de ellos que cuentan no sólo con una hoja de vida intachable sino con el compromiso de ayudarle al Presidente a recuperar la seguridad y el orden.

En los meses anteriores al triunfo electoral Campo y Uribe analizaron la difícil situación por la que atravesaba la Policía y los múltiples escándalos en los que presuntamente resultaron implicados algunos oficiales. Por eso para nadie era un secreto que el presidente Uribe tenía muy claro que Campo sería el hombre capaz de guiar a su institución de 110.000 hombres para que vuelvan a sentirse orgullosos de ser policías.

Pero tampoco fue una decisión fácil de tomar. Aunque para Alvaro Uribe no existían dudas de las calidades profesionales y humanas del oficial, por primera vez en la historia de la Policía se rompía la tradición de nombrar como director al superior jerárquico más antiguo.

Pero a pesar de las expectativas negativas el respaldo fue unánime. Los 15 generales activos que conforman la junta asesora de la institución se mostraron dispuestos a brindarle su apoyo y dejar a un lado el espejo retrovisor que tanto daño le ha causado a la Policía en los últimos meses.

SEMANA dialogó con varios generales activos y en uso de buen retiro y todos transmitieron un deseo de promover una convivencia armónica y diferente bajo esta nueva dirección. "El fue mi último jefe de antinarcóticos. Es un excelente oficial de inteligencia y su connotación de carabinero lo faculta para rescatar la seguridad en el campo y en las ciudades", le dijo a SEMANA el general Miguel Antonio Gómez Padilla, ex director de la Policía.

Como él, 60 generales en uso de buen retiro, que conformaron desde 1995 el Colegio de Generales de la Policía Nacional, respaldan el nombramiento de Campo Gómez.

"El es un hombre de un estilo diferente, capaz de superar los brotes de corrupción que lamentablemente han golpeado a nuestra Policía. Estoy seguro de que va a volver a construir la confianza en los colombianos con los más capaces y honestos", aseguró el general retirado Ismael Trujillo Polanco, quien se distinguió a su lado como uno de los mejores oficiales.

No obstante una cosa es hablar del general Teodoro Campo y otra muy distinta conocerlo cara a cara. Es un hombre con un carácter fuerte, reacio a las entrevistas y le gusta que lo califiquen más por sus hechos que por sus declaraciones. Quienes lo observaron en la posesión de mando vieron en él su ceño fruncido como si fuera una señal de disgusto, pero era todo lo contrario. El pasado jueves fue quizá para este oficial que regresó del olvido el más feliz de sus días.