NACIÓN
René Guarín: la historia que inspiró ‘Siempreviva’ y el hombre que sería clave en la inteligencia del gobierno Petro
El exmilitante del M-19 duró décadas buscando a su hermana, Cristina Guarín, desaparecida en el Palacio de Justicia.
Cada vez que se habla de los desaparecidos del Palacio de Justicia hay una historia que viene a la memoria: la de Cristina Guarín. La mujer que inspiró la película Siempreviva, que fue un testimonio de esa desesperada búsqueda, y que estaba ese fatídico día en la cafetería del edificio y por años no se supo de ella.
La verdad llegó a cuenta gotas, gracias a la lucha sin descanso de su hermano René, el hombre que suena hoy para ser una de las piezas clave del trabajo de inteligencia del gobierno de Gustavo Petro.
De todo lo que pasó en el Palacio de Justicia ese 6 y 7 de noviembre de 1985, lo que sucedió en la cafetería ha sido objeto de muchas investigaciones judiciales a lo largo de los años. En el lugar no había señales de fuego o destrucción. Solo había un tiro en la caja registradora y al lado la cédula y el paraguas de Cristina del Pilar, quien trabajaba como cajera del sitio.
A René esa escena lo persiguió por años. Desde el momento en que Cristina desapareció, él y sus padres empezaron una desesperada búsqueda, donde no solo recorrieron el destruido Palacio de Justicia, sino que visitaron la Brigada 13 del Ejército, la Presidencia, el Hospital Militar, la Procuraduría y Medicina Legal.
“Mi padre se negaba a creer que Cristina del Pilar estuviera muerta. Muchas veces salía sin rumbo por las calles de Bogotá en espera de que fuera una indigente que deambulaba como loquita sin saber dónde era su casa. Le escribió 200 poemas”, recordó Guarín para la conmemoración de los 30 años de la toma del Palacio.
Mientras tanto, su mamá decidió dejar intacto el cuarto de Cristina durante más de diez años y se dedicó a cuidar, regar y no dejar morir una pequeña planta que la joven le regaló con el primer sueldo que recibió en palacio.
Por su parte, René tomó una decisión radical. No le cabe duda de que el holocausto partió su vida en dos, cuando tenía 22 años y estudiaba Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional. “Inicialmente, acompañé a mis padres en la búsqueda. Pero pasadas unas semanas decidí plantear una demanda armada al Estado colombiano y me vinculé al movimiento M-19, donde milité poco más de cuatro años. Fueron tiempos difíciles donde viví el azaroso destino de estar involucrado en la guerra en Colombia”, agregó en esa oportunidad.
Para René y su familia era indispensable saber qué había pasado con Cristina, más cuando supieron, por cuenta de un video, que ella había salido viva del palacio. La reconocieron por una falda escocesa que llevaba puesta ese día.
La joven estaba en ese empleo para ahorrar y poder irse del país, a pesar de que muchas veces había contado que no le gustaba. Estaba aprendiendo a hablar francés y graduarse como licenciada en Ciencias Sociales; su hermana soñaba con estudiar en la Universidad Complutense de Madrid.
Esa búsqueda incansable y negarse a creer que estuviera muerta inspiró la obra de teatro La siempreviva, adaptada a una película.
Sin embargo, él nunca bajó la guardia y menos cuando en 2005 fue retomado el caso de los desaparecidos del Palacio. Al año siguiente, viajó a recoger un testimonio en el Parlamento Europeo en Bruselas y habló con un testigo que dijo haber presenciado y ser copartícipe de las torturas a los empleados de la cafetería.
En 2011, se entrevistó con funcionarios del Departamento de Estado de Washington y les pidió desclasificar los documentos que tenían sobre la retoma del Palacio, aunque solo obtuvo silencio. También acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un último intento por obtener la verdad.
Pero la noticia más anhelada llegó sin esperarlo, casualmente, el día que su madre cumpliría años. El 20 de octubre de 2015, la Fiscalía lo llamó para decirle que había encontrado los restos de Cristina en un cementerio del norte de Bogotá. Fue un momento fuerte, en el que se mezclaron la alegría de encontrar a su hermana y la tristeza de que sus papás ya no vivieran para saberlo.
René reconoció la falda a cuadros que Cristina llevaba ese día cuando la vieron salir escoltada del Palacio por miembros del Ejército. Quedó con el enigma de conocer las condiciones de tiempo, lugar y modo sobre cómo fue asesinada. Sus restos fueron entregados hace seis años y sepultados en el colegio San Bartolomé.
“Ocasionalmente, voy a la cripta 442 del colegio mayor de San Bartolomé a honrar la memoria de la mujer que terminó dándole una transformación a mi vida, que implicó primero involucrarme en la guerra y después apostarle a la paz”, le dijo Guarín a SEMANA.
Los últimos días, su nombre ha sonado con fuerza para entrar al gobierno Petro en un cargo estratégico. Guarín conoció al hoy presidente en 1987, cuando militaban en las filas del M-19. Lo recogió en el Carulla de Pablo Sexto y se fueron caminando a un apartamento del barrio La Esmeralda.
René les dijo a sus papás que era un amigo de la universidad que no tenía dónde quedarse y les pidió posada. Ellos lo recibieron felices. Su papá, por años, dijo que era uno de los amigos más inteligentes que René había llevado al hogar. La realidad es que Petro acababa de salir de la cárcel, después de ser capturado por el ejército en su querido Bolívar 83, en Zipaquirá.
Se volvieron a ver en el Cauca. Petro recuerda en su libro Una vida, muchas vidas, de Planeta, ese momento. “El Gobierno necesitaba el oxígeno que le podía dar un proceso con el M-19. Los emisarios de Barco fueron muy explícitos en ese sentido: en la reunión nos propusieron hacer un frente común para declararle la guerra al narcotráfico”.
El presidente narra que en ese momento “nos pidieron, también, que firmáramos un comunicado de prensa conjunto en nombre de la paz. Para redactarlo, se creó una comisión. Por parte del M-19, Pizarro me eligió a mí y a un muchacho llamado René, que era muy de su confianza. El Gobierno nombró a Jaramillo y a Ricardo Santamaría. Los cuatro nos sentamos a pensar en el contenido”.
Muchos años después, cuando Petro ganó la alcaldía de Bogotá, lo contrató para trabajar en la Bogotá Humana.
Por eso, a nadie le extrañó que Guarín comenzar a sonar en estas primeras semanas en que se acomoda el nuevo gobierno. En diálogo con SEMANA, Guarín no confirmó, ni negó, su entrada al Gobierno. Solo atinó a decir: “Nos hemos vuelto a encontrar desde los saberes de la seguridad, la tecnología y el deseo mutuo de construir una Colombia del tamaño de nuestros sueños”.