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"A todos les gusta decir lo que piensan en las redes, pero con eso no pasa nada"

El último barómetro de Capital Social para Colombia muestra el aumento del oportunismo en los colombianos, la desconfianza por sus instituciones, la prevalencia de las redes sobre los medios y el desplome del catolicismo. Entrevista con John Sudarsky, líder de la medición.

9 de octubre de 2018
"Las redes están canalizando la expresividad que cada cual tiene. A cada cual le gusta decir lo que piensa. Entonces piensa que con decirlo en redes es suficiente, y es muy posible que con eso no pase nada", Sudarsky | Foto: SEMANA

Una sociedad atomizada, en la que cada quien busca lo suyo y confía menos en los que lo rodean, y mucho menos en las instituciones. Una lógica reinante del oportunismo y el "sálvese quien pueda". Unos medios de comunicación desacreditados y reemplazados por las redes sociales, y otros cambios fundamentales como que menos de la mitad de las personas se sienten católicas. Esa es la imagen panorámica que encontró de la sociedad colombiana el Barómetro de Capital Social, una medición que busca retratar el estado de las relaciones entre los habitantes del país, y también de los mismos con la sociedad, las instituciones y el Estado.

El estudio, elaborado a partir de encuestas y herramientas estadísticas aplicadas a lo largo del país, fue presentado este lunes por la Corporación para el Control Social (Contrial), con el apoyo de varias organizaciones, como la Cámara de Comercio de Bogotá. John Sudarsky, doctor de la Universidad de Harvard y exsenador de la Alianza Verde, estuvo a la cabeza del estudio. En entrevista con SEMANA explica sus hallazgos, y las consecuencias que tiene el debilitamiento del capital social colombiano, que se puede traducir como la crisis de las relaciones entre las personas, y también frente a la sociedad, las instituciones y el Estado.

SEMANA: ¿Cuál es el efecto concreto del debilitamiento del capital social, que es una de las conclusiones evidentes de esta medición?

John Sudarsky (J.S.): Uno de los efectos concretos es que haya más gente a la que la sociedad le importa poco. ¿Por qué? Por la atomización, porque no se sienten parte, pero lo grave es que como respaldo a eso aparece el oportunismo. Entonces es una sociedad con mucha población donde mucha gente no se siente parte de ella: esa es la atomización. Y además ve su situación en la sociedad como un "sálvese quien pueda, yo más bien salgo adelante con mis cosas, con lo que me toca a mí, que preocuparme por las leyes o las normas", pues lo que tienen es una sociedad donde la institucionalidad no los cubre y donde la institucionalidad, especialmente la política y la cívica, no los toca. Eso no solamente es un Estado fallido sino una sociedad fallida.

Eso no solamente es un Estado fallido sino una sociedad fallida.

SEMANA:En hechos y situaciones concretas, ¿cómo se manifiesta esa atomización en la vida de un ciudadano?

J.S.: Delincuencia, criminalidad, falta de pago de impuestos, falta de compromiso con las leyes y las normas. El problema con las leyes y las normas sociales es que usted tiene un elemento que llamamos nosotros precontractual, antes del contrato social, que lo haga a usted obedecer. Si usted no lo entiende, puede legislar y no pasa nada. No hay un compromiso con la voluntad colectiva, con el bien común, con la sociedad en general. Cada quien ve qué hace, cómo se rebusca, y así toda la institucionalidad hecha para dirigir la sociedad no funciona.

SEMANA: ¿Qué efectos están causando las redes sociales en ese panorama que describe?

J.S.: Lo primero es que desplazaron a los medios. Los medios que antes eran intermediarios entre la ciudadanía y la opinión, ya no hacen esa función. Lo hacen mucho más las redes. Pero lo grave de las redes es que no son una fuente de validación de la información. La validación es un proceso desde la construcción social de la realidad. Entonces nadie sabe muy bien cómo es cada cosa, y eso es muy grave porque abre un espacio donde cualquiera puede decir cualquier cosa. Es lo que nosotros llamamos la oportunidad para el populismo de izquierda o de derecha. O lo peor es que la sociedad sea inmanejable, ni siquiera por los ciudadanos.

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SEMANA: ¿Y qué relación entonces podrían tener las redes sociales con otra conclusión del análisis, que es el proceso de desmovilización social? (El barómetro muestra que solo 1,3 millones de personas en Colombia hacen parte activa de alguna organización ciudadana de manera voluntaria. En 1997 eran 3,6 millones).

J.S.: La gente piensa que está movilizada socialmente pero solo lo está en las redes. Pasa mucho que usted tiene un chat y lo quiere volver un grupo de acción. No puede porque eso implica moverse, ir y reunirse, implica interacción, verse con otra gente que puede no estar de acuerdo con usted. En cambio en el chat si no está de acuerdo lo bloquea o dice lo contrario. Eso no ayuda a la movilización social. Solo cuando hay organizaciones voluntarias que se movilizan a través de redes, para invitar una marcha o una reunión, pero tienen que darse procesos físicos.

SEMANA: La medición muestra que crecieron las conversaciones privadas sobre temas políticos. ¿Pero de qué sirve si la discusión se queda en el ámbito privado, como también lo muestra el informe?

J.S.: Ese es un problema, porque usted discute, habla el tema, pero eso no lleva necesariamente a una acción o una movilización política, colectiva, pública, que implique ejercer presión. Ahí hay un problema. Las redes están canalizando la expresividad que cada cual tiene. A cada cual le gusta decir lo que piensa. Entonces piensa que con decirlo en redes es suficiente, y es muy posible que con eso no pase nada.

SEMANA: Tampoco se están usando los espacios para que los ciudadanos influyan sobre la realidad, según su informe.

J.S.: Cuando nosotros hablamos de la democracia participativa, el problema no es la presencia de espacios, porque de alguna manera lo que hay es un exceso de espacios que no han sido priorizados, ordenados, ni considerados críticos ni importantes. Entonces lo que pasa es que la gente tiene un millón de espacios de movilización y no va a ninguno, como vemos con los mecanismos de participación (las consultas, las revocatorias, los cabildos, la tutela). La gente piensa:yo tengo que invertir mi tiempo y mi energía para tirar corriente y no pasa nada.

SEMANA:Usted dijo esta frase: "el clientelismo ya no funciona". ¿Cuál era el rol que podía tener el clientelismo y por qué ya no funciona?

J.S.: Antes tenía el rol de que por lo menos la palanca le cumplía, le ayudaba. Ahí lo tenemos (en la medición). Puede que no nos gustara, pueda que para resolver problemas colectivos el que utilizara la palanca destruyera capital social. Pero ahora lo que vemos es que ese uso de la palanca o búsqueda de la palanca no funciona. Antes cumplía una razón social de integración. Todo el mundo vivía colgado porque conseguía las cosas. Ahora está colgado pero no consigue cosas. Seguramente porque algunos de los representantes políticos agarran la plata, pagan el voto, y ya no tienen favores qué hacer.

Pero ahora lo que vemos es que ese uso de la palanca o búsqueda de la palanca no funciona. Antes cumplía una razón social de integración.

SEMANA: ¿Los medios ya no impactan en la gente, como muesta la medición?

J.S.: Una vez que se introducen las redes no encontramos que tuvieran impacto. Es un tema porque estoy seguro de que hay mucho periodismo serio en la información que da pero lo que es claro es que la ciudadanía no les cree.

SEMANA: Y sobre todo, dice su medición, la ciudadanía no siente que en los medios se discutan a profundidad los asuntos públicos.

J.S.: Exactamente. Los ven como entretenimiento, o chismes, o cosas anecdóticas que pasaron, pero no hay la explicación de los problemas, de cómo funciona la sociedad. La gente piensa que nadie los está educando.

SEMANA: ¿Cómo es el ciudadano que está retratado en estas mediciones?

J.S.: Lo que más vemos es el aumento del oportunista. Es un ciudadano que dice "esto es una ciudad corrompida, estos políticos son todos corrompidos. Yo ni me pongo a cambiar las cosas ni intento movilizarme para que cambien, yo mejor veo cómo me las arreglo". Eso es lo que es gravísimo para una sociedad porque quiere decir que todo el mundo está por su lado. Todos contra todos. Es el todo vale.

SEMANA: ¿Cuáles cree que son los hitos y los hechos de estos últimos años que llevaron a ese panorama que ustedes encontraron?

J.S.: La polarización frente al tema de paz creó una situación absurda. Cuando hicieron lo del No, que ganó, ellos (los promotores del no) lo dijeron. Nunca nadie había revelado con tanta claridad que la intención era hacer salir a los ciudadanos emberracados. Eso creó una situación. Una cosa que dio vía a eso y es que desde el 95 al 2011 se acabó con la sociedad civil, 50  por ciento se perdió (se redujeron a la mitad los ciudadanos activos en organizaciones sociales voluntarias). Y la corrupción, que arrasó con todo. Tantos casos y tan escandalosos de corrupción. La gente dice: ni me hable de eso, no quiero saber. Ese proceso de polarización y la corrupción hacen que usted ya no vea nada, y que niegue las cosas buenas. Ese es el gran reto de un presidente como Duque: cambiar ese discurso.

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SEMANA: El trabajo que hicieron incluye un dato impresionante: solo el 49 por ciento de la gente se siente católica.

J.S.: Me decía un monseñor que eso ya lo sabía la Iglesia. El resultado es sobre todo por el surgimiento de las iglesias evangélicas. Ahí hay un tema que la sociedad tiene pendiente interpretar porque tiene mucho impacto. Lo que pasa es que nosotros estamos en una transición entre unas estructuras que antes organizaban la sociedad, mal o bien, con todos los defectos. Pero antes tenían una cierta unidad, eran un cuento. Ahora ya no hay cuento. Y todas esas instituciones están completamente debilitadas. Entonces con qué reemplazamos todo eso. Eso tiene que ver con una ética secular, con una organización de la sociedad civil, con unos mecanismos de participación que funcionen, en fin, ese es el gran reto. Esto que teníamos antes ya no funciona, con qué lo vamos a reemplazar.

SEMANA: ¿Entonces qué hay que hacer?

J.S.: Hay varios temas. Uno es la reforma electoral que permita la representación colectiva de la ciudadanía, para elegir a una persona que ellos conozcan, para poder llamarlos a rendir cuentas. Ese es el sistema mixto y está a consideración del Congreso. Hay otro tema importante y es la ley estatutaria de planeación que se realizó en cierta medida para incorporar los temas del proceso de paz. Si usted va a hacer planeación estratégica en una empresa, donde todos vamos y opinamos de todo, eso no funciona, debe tener una metodología formal. Y esa es la oportunidad que la ley estatutaria de planeación tiene. Y el otro tema es simplificar los espacios de participación. Esas son tareas que están ahí. Puede parecer fácil pero no, porque todo tiene que tener una estructura nueva, lo que llamamos la tercera ola de la democracia, donde la ciudadanía sienta que tiene sentido. Y educar al ciudadano en lo público, que viva lo público. Pero lo que no veo que haya un compromiso fuerte para que eso se haga bien, para estructurar esa nueva ola de la democracia. Parece un sueño, pero la otra alternativa es seguir en lo mismo.

Consulte el Barómetro de Capital Social: