ELECCIONES 2018
Así fueron las elecciones en la Colombia que dejó la guerra
Una jornada electoral sin sobresaltos, con escasa en participación, voto mayoritario por los partidos tradicionales y pocos depositados para el naciente movimiento político de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Farc, caracterizaron las votaciones en la Colombia profunda, desde donde reportó SEMANA RURAL.
La gente en las regiones, sobre todo la que vive bien metida en la ruralidad, quiere algo diferente, “alguien que se unte de pueblo, de gente”, como le dijo William Hurtado, habitante del municipio de Mesetas, Meta, a la periodista Stefany Linares de SEMANA RURAL. Por eso, hubo campesinos como Justiniano Osorno, de 75 años, quien viajó durante tres horas a caballo desde la vereda Mulatos hasta la cabecera del corregimiento de San José de Apartadó, Urabá antioqueño, para ejercer su derecho al voto. Aperando su bestia se lo encontró la periodista Alejandra Machado y le grabó un video. Se cuenta entre los pocos que emprenden semejante odisea para acudir a las urnas.
Estos dos testimonios no están reflejando, sin embargo, que estén pasando cosas muy distintas a las que electoralmente han vivido las regiones que fueron afectadas por el conflicto armado. En el Meta, por ejemplo, con el 99,80 por ciento de las mesas informadas (2.052 de 2.056 mesas) se imponían con una curul a la Cámara de Representantes el Centro Democrático, el Liberalismo y Cambio Radical. Mientras que el partido de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Farc, no alcanzaba el uno por ciento. Y la Unión Patriótica, UP, que en la década de los 80 tuvo en varios de los municipios del Meta su fuerza electoral (diezmada por la violencia), registraba el 1,62 por ciento. Apenas un poco más de la mitad de las personas habilitadas para votar (369.983 de 702.142 personas) lo hicieron.
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Lo mismo ocurrió en el Caquetá: escrutado en 100 por ciento (846 mesas informadas), votó el 40 por ciento (115.645 de 288.634 personas habilitadas) y las que lo hicieron depositaron su voto a la Cámara mayoritariamente por el Partido Liberal y por el Centro Democrático. Los partidos o movimientos que les hacen contrapeso no superaron el 5 por ciento de la votación total. El Polo, por ejemplo, obtuvo en este departamento 4,47 por ciento. Y el partido de la Farc no llegaba ni al dos por ciento.
“Esto muestra que por ahora la Farc no tiene el capital político en Caquetá, donde tuvieron su fortín militar”, dijo desde San Vicente del Caguán José Darío Puentes, editor en esa zona del país de SEMANA RURAL. Desde allí, este periodista registró que fue abrumadora la presencia de la publicidad política de los partidos tradicionales cerca de la entrada de los puestos de votación. “Cuando intentamos grabarlos, se escondieron”, dijo.
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Aunque se esperaba una gran afluencia electoral, esta expectativa estaba más centrada en el deseo que en la realidad. Primero, porque el potencial electoral de la Colombia rural solo era de 4.505.116, según las autoridades electorales, frente a 30.808.493 de la Colombia urbana. Segundo, porque abiertas las inscripciones, en la zona rural cumplieron este proceso solo 254.659 personas. Es decir, en realidad la votación en la Colombia dispersa no iba a ser mayor porque cesaran las balas. No solo falta allí una campaña de cedulación e inscripción de cédulas masivas, sino pedagogía electoral y que las autoridades encargadas de estos temas acerquen los puestos de votación a los pobladores rurales, pues hay pocos Justinianos, que se le midan a montarse a un caballo durante tres horas para cumplir con esta jornada.
También hay que tener en cuenta que, para las zonas con fuerte presencia de las Farc, incluso para la hoy Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, es todo un reto esto de acudir a las urnas, pues por años sus hombres y mujeres recibieron la instrucción de no votar y, por el contrario, interferir en la jornada, como lo reconoció al depositar su voto ‘Pablo Catatumbo’, en la civilidad Jorge Torres Victoria. Así que fueron contados los casos como el de Gustavo López, antes conocido como Agustín Rivera y excomandante del Frente 18 de las Farc en Ituango, quien hoy votó por primera vez a sus 49 años.
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No hubo zozobra
Lo que sí lograron evidenciar los colaboradores de SEMANA RURAL en la Colombia profunda –reportando desde Buenaventura, Quibdó, Ituango, Apartadó, Carmen de Bolívar, Sahagún, Saravena, San Vicente del Caguán, Acacías, Mesetas, Vista Hermosa, Chaparral y Rioblanco– fue que la situación de violencia cedió. Es decir, el hecho de que las Farc hubiesen dejado las armas sí tuvo un efecto real en las zonas afectadas por el conflicto. Y fue que no hubo alteraciones en el orden público. A esta situación contribuyó que el Eln, protagonista en el último tiempo de hechos de dolor y de violencia, declaró un cese unilateral del fuego temporal.
Durante la jornada vivida este 11 de marzo, fueron comunes testimonios como el de Roberto Chavarría, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Santa Lucía, a una hora y media del casco urbano de Ituango (norte de Antioquia), quien le contó a Yénifer Aristizábal, editora de SEMANA RURAL, que “la comunidad ha podido votar sin inconvenientes”. O el del campesino tabacalero de El Salado, Carmen de Bolívar, Jacob Arias, recogido por la periodista Marcela Madrid, quien recuerda que hace 20 años pocos se atrevían a votar porque estaban en medio del conflicto.
Esos tiempos pasaron y, con razón, muy temprano y luego de ejercer su derecho al voto en la Mesa No. 1 en Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos dijo que "ni una sola mesa tuvo que ser trasladada por cuestiones de seguridad". Santos finalizó el conflicto con las Farc con el Acuerdo de Paz del 24 de noviembre de 2016, que les garantiza cinco curules en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes, independiente de la votación obtenida este domingo.
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La lucha contra la corrupción
Lo que sí registraron los periodistas que colaboraron en esta jornada con SEMANA RURAL es que independiente de la región del país, fenómenos asociados con inducir al votante a sufragar por un candidato determinado se mantienen. La periodista Leilin Candela informó desde Saravena, Arauca, que había buses escolares transportando a electores hasta determinados sitios de votación; y en Baranoa, Atlántico, hubo mototaxis contratados por las campañas para transportar votantes de los comandos a sus respectivos puestos de votación. Se distinguían porque los vehículos estaban marcados con iniciales y número.
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Así que ya se le ganó la guerra al conflicto armado. Ahora queda la lucha contra la corrupción y tomar decisiones para que la Colombia rural pueda acceder, de verdad, al juego democrático del país.
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*Editora General de SEMANA RURAL
@BibianaMercado