MOVILIDAD

A lo que se enfrentará la nueva gerente de TransMilenio

Varios expertos hablaron con SEMANA sobre los principales desafíos que se tendrían que resolver con la gerencia de María Consuelo Araujo.

7 de febrero de 2018

El inicio del 2018 vino con la noticia de que Alexandra Rojas ya no sería gerente de TransMilenio. Después de dos años a cargo de una de las carteras más difícil de la ciudad, Rojas salió con algunas metas cumplidas como la inauguración de varias estaciones y el mejoramiento de rutas. Sin embargo, dejó tareas pendientes que tendrá que asumir la nueva gerente, María Consuelo Araujo.

El voto de confianza que el alcalde Enrique Peñalosa ha depositado en ella es grande. Araujo hoy está al frente del sistema central de transporte, que con todos sus problemas, es el más rápido que tiene la ciudad, el que permite la mayor conexión entre los polos de Bogotá y que mueve al 35 por ciento de la población de la capital. Además, está a cargo de un gran número de empleados y de la flota de buses más grande que tiene el país. Peñalosa ha elegido a una persona cercana con la que espera concertar estrategias para mejorar la percepción de la ciudadanía de TransMilenio, afrontar negociaciones y ejecutar o iniciar obras importantes. Estas son algunos de los principales retos. 

Puede leer: Queman SITP en Engativá en protesta por la basura represada

Mejorar la experiencia de los usuarios

Uno de los mayores inconvenientes que tiene este sistema de transporte es el descontento de los usuarios. Según la encuesta de Bogotá Cómo Vamos, la satisfacción de los ciudadanos con este medio es de tan solo de 19 por ciento. Para cambiar la imagen de TransMilenio, según Álvaro Rodríguez, investigador en ingeniería de Transporte, se tendrá que mejorar y reparar la infraestructura que ya está construida (Losas, puertas, estaciones, buses). Se necesita trabajar en la seguridad, en el orden de las rutas, en los tiempos entre los que pasa uno y otro bus, en la pérdida de dinero por los colados... Es decir, urgente hacer cambios en estructura que se ha ido deteriorando con el tiempo.  

Renovar la flota

En esa mejora la infraestructura de TransMilenio, la renovación de la flota de 1.400 buses de las fases I y II — Avenida Caracas, Calle 80, Autonorte, Américas, Suba, la NQS — es clave. Es una deuda que se viene aplazando hace 15 años. Los vehículos de diesel que circulan por la ciudad dejan una huella de contaminación ambiental y visual en la ciudad. Algunos están en una muy mala condición, otros requieren mantenimiento y por eso han presentado fallas. Se tiene previsto que para este año algunos de los nuevos buses transiten por las calles de la capital, pero para eso será necesario abrir la licitación primero.   

Le recomendamos: La batalla por la Séptima, la vía emblemática de Bogotá

La batalla por la séptima

Más allá de si la gente está o no de acuerdo con la construcción de esta troncal, Araujo tendrá que presentar los estudios técnicos de la obra y tratar de aclarar las dudas que la ciudadanía tenga con respecto a la ejecución de esta nueva troncal para la que ya se aprobaron 2,4 billones de pesos.

Negociar con los operadores del SITP

Esta es una de las negociaciones más difíciles que tendrá que afrontar Araujo. En el año 2.000 se planeó que Transmilenio reemplazara todo el transporte público, se pensó en construir 388 kilómetros de los que solo se lograron 112. En los avances de las Fases II y III de Transmilenio los costos de construcción superaron los previstos y los planes se convirtieron en ilusiones que no se hicieron realidad.

Al final de la Alcaldía de Lucho Garzón se expidió el Plan Maestro de Movilidad para reestructurar el sistema de transporte sin construir infraestructura adicional. Así nació el SITP. La idea era organizar a los buses que circulan en la ciudad, a través de la integración de los conductores y dueños de buses y flotas pequeñas que operaban en la ciudad para que se complementaran con el sistema.  

Pero como no tenían una infraestructura adicional, no fueron más eficientes. Se quedaron en medio de los trancones de los que sí se libraba TransMilenio. Además, las rutas fueron muy extensas y eso hizo que no fueran una alternativa atractiva para los ciudadanos. El SITP además no se pudo implementar completamente. Por eso se ven todavía en las calles buses tradicionales, los llamados SITP provisionales.

Durante la alcaldía de Gustavo Petro se tomó la decisión de no subir la tarifa y de subsidiar los gastos de funcionamiento con los recursos del Estado. Según explicó Darío Hidalgo, ex subgerente de Transmilenio en la alcaldía de Antanas Mockus, aunque la financiación del transporte público es subsidiado en muchos países -y es algo normal-, el problema fue que el Estado pasó de pagar 400.000 a 800.000 millones de pesos y a eso se sumó que el Concejo de Bogotá no aprobó dinero para esos subsidios.

Con la Alcaldía de Peñalosa el déficit bajó a 570.000 millones, pero sigue siendo alto. Por cada persona que se sube a un SITP o el Estado paga 1.000 pesos aproximadamente.

Además del déficit fiscal público, hay otro hueco en el bolsillo de los operadores del SITP. Ellos licitaron la tarifa por debajo del costo de su funcionamiento y eso hizo que perdieran dinero, según explicó Hidalgo. Esta situación se agravó porque ya no tienen quién financie su operación pues desde que iniciaron han dado pérdidas.

Por eso le están pidiendo a TransMilenio que les ayude a solventar el problema ya que ellos los convencieron de ser parte del nuevo sistema de transporte integrado. El Distrito por su parte no puede ceder porque ya pone 570.000 millones de pesos para subsidiar el transporte. Los operadores del SITP han amenazado con hacer cese de actividades. Esto sería crítico porque dejarían el 16 por ciento de los ciudadanos sin movilidad. Por eso esta negociación será la más difícil para Araujo.

Puede leer: TransMilenio a 2.300: los argumentos y las críticas al aumento del pasaje

La polémica, tras la decisión de Peñalosa

Ante tales retos, muchos esperaban que Peñalosa eligiera a una persona experta en Transmilenio o en movilidad y que Araujo siguiera como Secretaria de Integración Social. En el pasado, este cargo ha sido gerenciado en algunos momentos por personas que tampoco han sido expertos en transporte. Los alcaldes de turno han buscado perfiles en torno a características como capacidad de negociación y administración, dirección de equipo, entre otros.

Para Fernando Rojas, consultor de Jimeno Acevedo Asociados, “Araujo es muy cercana a la gente y eso puede ayudar a solventar las necesidades de los usuarios de Transmilenio en el menor tiempo posible. Con todo, el panorama que le espera es complicado independientemente de si sabe o no movilidad”.  

Araujo tiene un pasado en el sector público. Fue directora del Festival de la leyenda Vallenata por 30 años, directora del Jardín Botánico en la primera alcaldía de Peñalosa y del Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte (IDRD) en la alcaldía de Antanas Mockus. Además fue ministra de Cultura y canciller en Washington en el gobierno de Álvaro Uribe. En este último cargo no duró mucho porque su padre y su hermano empezaron a ser investigados por supuestos vínculos con la parapolítica. El padre de Araujo fue excarcelado, pero su hermano fue condenado a más de 9 años de prisión. Por un tiempo se alejó del sector público y fue nombrada presidenta de la minera canadiense Gran Colombia Gold. Y en 2016 Peñalosa la nombró la directora de la Secretaría de Integración Social de Bogotá.

Encontrar una persona para que sea la cabeza de TransMilenio es dificil. La capacidad de Araujo o de cualquier persona que hubiera quedado en su cargo, se verá reflejada en la forma en que solucione o afronte los problemas por los que hoy atraviesa TransMilenio.