NACIÓN
Farc: el paso atrás de Rodrigo Cadete
La salida del exjefe guerrillero revela la compleja situación que enfrentan los mandos medios que ni fueron jefes máximos, ni tropa rasa. ¿Comenzó la desbandada?
Un sabor amargo dejó la fuga de Rodrigo Cadete en Caquetá. Renunció al proyecto político que hace una semana lanzaron las Farc y en el mismo pueblo donde se enroló en la guerrilla, dejó de caminar hacia adelante y dio media vuelta y decidió volver sus pasos atrás. Regresó a la clandestinidad.
Resultaron ciertos los vaticinios que rondaron la Décima Conferencia Guerrillera: el exjefe del Frente 27 se salió del redil del Secretariado y se fue a engrosar el brazo armado que quedó vivo tras el desarme definitivo de las Farc.
Pero la fuga de Rodrigo Cadete es particular. Aunque en septiembre pasado se perfiló igual que Gentil Duarte como un posible desertor, durante más de nueve meses le marchó al acuerdo de paz. Parado frente al jefe de la misión de la ONU, Jean Arnault, en mayo pasado, el excombatiente recibió su certificado de dejación de armas. Ya estaba del otro lado. Como pocos alguna vez lo imaginaron, fue de los primero hombres que, en teoría, le dijeron adiós a las armas para siempre.
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Durante los seis años de negociación con el Gobierno, las Farc se mostraron muy cohesionadas. Aunque tras la concentración en las 26 zonas veredales saltaron a la vista varias ruedas sueltas, especialmente del Frente Primero, las cifras cifras se ajustaron al margen de error que calculó el Gobierno para el proceso.
Sin embargo, parece que a la implementación del acuerdo le llegó la hora de la verdad. Sin la figura de las Farc como guerrilla, después de haber concluído el proceso de dejación de armas, en todas las zonas del país se le comienza a medir la temperatura a la reintegración. No es para menos. Es en esta etapa donde muchos empiezan a sentir que el cambio de vida es radical y comprenden que no es fácil ajustarse a ella. ¿Por qué?, empiezan a brotar los casos en los que el cambio de vida representa más pérdidas que ganancias.
Cadete, por ejemplo, tiene varias décadas de militancia en las Farc, lo suficiente para tener la confianza del Secretariado. Se movía por una de las regiones más inhóspitas del país: Guaviare, Caquetá y Meta, por donde se movía el frente que comandó. Era identificado como uno los alfiles militares que formó el Bloque Oriental. Además, por la zona en la que se movía, muy seguramente conocía las rutas de la cocaína y el coltán que los desertores siguen sacando hacia Venezuela y Brasil.
Igual que Gentil Duarte, John Cuarenta, Euclides Mora, Giovanny Chuspas y Julián Chollo, Cadete supera los 50 años, es de origen campesino y estaría fuertemente vinculado al narcotráfico. "Independientemente de los detalles, las circunstancias de modo y lugar, es que ese individuo debe prepararse para recibir toda la persecución militar policial y judicial que corresponde. No estamos jugando con una especie de puerta giratoria en donde se ingresa a un proceso y se pueden ir sin que el Estado actué como tiene que actuar para someterlo a la ley", dijo el vicepresidente Óscar Naranjo después de que se oficializó la noticia.
Aunque está casi confirmada su fuga, una comisión de esclarecimiento que encabeza Pablo Catatumbo investiga, por su cuenta, los hechos que se presentaron en la vía que de El Paujil conduce a Cartagena del Chairá (Caquetá) en busca de pista que permitan confirmar que la versión que entregaron los escoltas que lo acompañaban, es tal como se narró.
De acuerdo con las primeras versiones, Cadete iba con dos guardaespaldas cuando llegó a un caserío, pararon en una tienda para tomarse una gaseosa. Lo que no estaba en los cálculos de los miembros de la UNP es que en el lugar había varios hombres armados que los despojaron de sus pistolas y que Cadete se iría con ellos.
“El protegido les indica que paren a tomar un refresco, una gaseosa en una tienda. En ese lugar había dos hombres armados. Posteriormente llegan cuatro hombres más en motos, los encañonan, les obligan a entregar el armamento y el señor ‘Cadete’ se va con ellos”, relató a Blu radio el director de la Unidad Nacional de Protección, Diego Mora.
Siempre se ha sabido que hay una línea de las Farc que tiene intereses diferentes a la participación en política que el pasado 1 de septiembre comenzaron a explorar. Su poder territorial y el dinero que acumularon son de tal que es difícil pensar que iban a entregar todo para dedicarse a cultivar. Se trata de un puñado importante de exjefes guerrilleros que se dedicó casi exclusivamente a los negocios ilícitos y evitar que sigan reincidiendo.
Igual como ocurre en los tiempos de guerra, en los de la paz la deserción de los mandos medios es un golpe que afecta la médula del nuevo movimiento. Cada deserción es un zarpazo al proceso y este caso lo demuestra. La fuga de un hombre que aparentemente venía respaldando el acuerdo se convierte en un golpe inesperado que siembra un manto de duda sobre la salida negociada al conflicto armado con las Farc.
Y es que proceso parecía andar a toda marcha. Arrancó su proceso de transición en la zona veredal de Icononzo, donde coordinó la adecuación de las zonas veredales y fue el enlace con el Mecanismo de Monitoreo y Verificación durante el tiempo que duró la misión.
"Si está bien escrito, pa‘ mandarlo", le dijo a Isabela Sanroque en febrero pasado. Llevaba tres meses estrenando su primer celular, lo compró en diciembre durante su primera visita a la capital. "Estamos preparados para que se solucionen las cosas", respondió en ese entonces, mientras esperaba en la parte más alta de la montaña a que llegara el ingeniero para preguntarle por la obra en la zona veredal.
Puede ver: Rodrigo Cadete recibe certificado de dejación de armas de la ONU
Aunque se le sentía cierto tono de preocupación, era consiente que "no todos los iba a llegar a manos llenas". A lo largo de varios meses se sostuvo como un caso exitoso del proceso de reincorporación.
De gerenciar la zona veredal que más cerca está en la capital, pasó a Cuba a participar en una misión especial. Al final, llegó a hacer parte de la Mesa Técnica de Seguridad que venía trabajando en la protección de los excombatientes. "Era del equipo de instrucción de escolta, no manejaba esquemas ni asignaba nada, apenas estaba en proceso de formación", explicó una fuente a SEMANA.
Parado en el costado izquierdo de la Plaza de Bolívar, Cadete disfrutó del mega concierto que ofrecieron las Farc el viernes pasado para presentar su partido en sociedad. Estaba mezclado con todos los miembros del Secretariado y decenas de invitados que llegaron al corazón de Bogotá a acompañar el lanzamiento de la nueva fuerza política.
Un síntoma
Aunque las Farc no se han pronunciado explícitamente sobre el tema, hay un par de explicaciones que podrían responder lo que vienen pasando: la primera es que los mandos medios manejaron tanto dinero y poder que resulta difícil apartarse de él. Ahora más, sabiendo que podrán ocupar el lugar de los jefes y seguirse dedicando al negocio.
La segunda, y que termina por alimentar los deseos de la primera, es la desconfianza que ronda las bases de las Farc por la lenta implementación de los acuerdos. Hay miedos de que los asesinen, de que los extraditen, de que no les cumplan y la angustía que se crea de que esto conduzca al fracaso.
En La Habana, el acuerdo de paz, sobre todo el capítulo de reincorporación, no se pensó precisamente en los mandos medios, el eslabón que en otros procesos le ha dado vida al reciclaje de la violencia. Y es que si bien es cierto que el acuerdo de reincorporación otorga garantías importantes en materia política y puede llegar a ser exitoso para los combatientes de base, un rango de un hombres y mujeres "se quedaron sin el pan y sin el queso".
No se diseñó la pista de aterrizaje para los mandos medios de esa guerrilla en ese esquema de reincorporación. Aunque, por ahora, se les ve liderando su tránsito desde diversas áreas como educativas, de seguridad y productivas, no tienen un camino seguro. Se trata de excombatientes que tendrán que rendir cuentas en la Jurisdicción Especial de Paz y eso mina muchos más su proceso de reincorporación.
"Lo que pasó es un ejemplo de lo mal que está la reincorporación (...) no hay programas para los mandos medios", explica el analista Ariel Ávila sobre el sentimiento que gravita en los Espacios de Reincorporción. Poco a poco el surgimiento de la nueva fuerza política se ha ido consolidando, en los 26 puntos donde se concentran "se habla de un incumplimiento de lo que se pactó" lo inhóspito que resulta el lugar donde irán a parar. La Ley de Amnistía no termina de ser afectiva, el dinero no alcanza y la formación académica no está dirigida para responder las necesidades inmediatas que tienen.
"La incertidumbre esta desgastando a mucha gente, nada avanza en la reincorporación y las necesidades se estan convirtiendo en obstáculos insalvables", explicó uno de ellos.
De acuerdo con el censo de la Universidad Nacional, en promedio el mayor número de hombres y mujeres de las Farc se encuentran entre los 38 y 42 años, son de origen campesino y con poca educación. Ha sido dios y ley en el territorio, y tiene un estatus económico mejor que el de los combatientes rasos. No conocen ningún oficio y no se ven así mismos como estudiante, agricultor o panadero.
Por eso es que la huída de Cadete enfoca las miradas en la necesidad de cerrarle la posibilidad a cualquier tipo de "puerta giratoria, donde se ingresa a un proceso y se pueden ir sin que el Estado actúe como tiene que actuar para someterlo a la ley", como lo advirtió el vicepresidente Naranjo. Por eso, es que se debe garantizar que el Gobierno va combatir a fondo las disidencias que se refugian en la Amazonía.
Por ahora, la pelota está en la cancha del Consejo Nacional de Reincorporación y la Comisión de Seguimiento y Verificación, que están en mora de diseñar una solución que ponga fin a las deserciones gota a gota.
Si bien es cierto que en el plano de la guerra un mando medio tiene un gran control, la potencialidad se puede revertir para que ayude a impulsar la conquista de la paz. Todavía se está a tiempo de diseñar políticar que aseguren de que ocurra lo segundo más cuando la propuesta no está lejos de ser realidad. Historias como la Gustavo Petro y Antonio Navarro, desmovilizados del M-19; o la de Carlos Franco, excombatiente del EPL, son un ejemplo de que quienes empuñaron equivocadamente las armas, pueden llegar a alimentar la democracia en el país.