Rodrigo Granda amnistiado: el crimen de Cecilia Cubas, la hija del expresidente paraguayo, que fue torturada y enterrada viva, sigue sin tener justicia

El perdón le llegó a Rodrigo Granda. Se lo dio la JEP en un auto de 57 páginas con el que le otorgó la figura de amnistía al antiguo miembro del exsecretariado de las Farc, quien fue también negociador en La Habana. La decisión aplica para el delito de rebelión específicamente.

Sin embargo, en el expediente criminal de Granda aún queda pendiente un caso estremecedor: el asesinato de Cecilia Cubas. La joven era hija del expresidente de Paraguay Raúl Cubas (15 de agosto de 1998 al 28 de marzo de 1999) fue secuestrada y torturada hasta morir.

Desde el momento en que tuvo lugar su plagio, en 2004, hasta cuando fue recuperada muerta, en 2005, las pesquisas apuntan a Rodrigo Granda, conocido como el canciller de las Farc, como el autor intelectual. Se le acusa, por lo menos desde Paraguay, de haber asesorado al grupo delincuencial que en Paraguay plagió y dio muerte a la hija del exmandatario.

Por cuenta de esto, hace unos meses, Granda fue detenido y liberado en México, a pesar de que la justicia de Paraguay solicitó su captura. En ese momento la directora de SEMANA, Vicky Dávila, habló con Silvia Cubas, hermana de Cecilia.

La mujer relató el dolor que vivió la familia por el crimen de su hermana y las atroces circunstancias en que este sucedió.

Vea la entrevista con Cecilia Cubas

Su hermana ―dijo― tenía 32 años de edad, era soltera, no tenía hijos, trabaja en una empresa familiar y estaba en preparación para una competencia fitness, cuando un grupo delincuencial, que según sus señalamientos estaba asesorado por Rodrigo Granda, abordó a su ser querido y la subió a un auto. Fue el 21 de septiembre de 2004, y cinco meses después, el 16 de febrero de 2005, su familia recuperó su cuerpo en condiciones infrahumanas.

“Ella reaccionó a la toma, la meten a un auto y de ahí desconocemos si la mantuvieron encerrada en la habitación oscura donde la tuvieron. Se encontraron los medicamentos que le aplicaron. Ella se estaba preparando para una competencia fitness, había perdido peso, no podía sostener la cabeza en alto, la tenían drogada”, explicó Silvia Cubas. “La enterraron con vida porque se encuentran restos de arena en sus pulmones durante su autopsia”, agregó.

“Es mentira que estaba embarazada”, agregó Cubas al explicar que “se mezclaron mucho las cosas porque mi papá había sido presidente de Paraguay. Fue un secuestro con fines extorsivos”. Según dijo, aunque en su momento se informó de fines políticos detrás del plagio, lo cierto es que ―según su relato― Granda asesoró al grupo delincuencial en Paraguay que mantuvo en pésimas condiciones a su hermana hasta morir. Y lo único que pretendían a cambio era dinero.

Cuando estalló la polémica por el caso, tras la detención momentánea de Granda en México, Granda dijo que se trataba de un “montaje”.

En Paraguay están seguros de que él sí tuvo que ver en ese crimen. En su momento, el juez Pedro Martínez ordenó una orden de captura internacional contra Granda y, por ello, se habla de una pena pendiente de 35 años de cárcel por la comisión de los presuntos delitos.

En noviembre de 2012, la justicia paraguaya reiteró el pedido de captura de Rodrigo Granda. La solicitud se envió a Lyon (Francia) donde está la sede de la oficina central de Interpol. Mientras esto ocurría, el Gobierno de Juan Manuel Santos anunciaba una mesa de diálogo con las Farc en La Habana (Cuba).

En el expediente de Granda se ratificó que fue el asesor de quienes ejecutaron el secuestro y posterior asesinato de la hija del expresidente paraguayo. Las autoridades de ese país encontraron evidencias de la participación intelectual de Granda, en un computador de uno de los integrantes de la banda que participó en el plagio de Cubas.

Aunque han pasado más de 16 años de ese crimen, el caso todavía genera conmoción en Paraguay por la gravedad del caso y porque la joven empresaria era hija de un expresidente de ese país.

Los vientos de justicia para este crimen parecen no soplar por ahora.