CONGRESO
Roy Barreras, la historia de un ‘camaleón’ de la política
De ser elegido por la plenaria este 20 de julio, Roy Barreras se convertiría en el segundo congresista en presidir, por dos veces, el Senado. Antes, solo lo había hecho el expresidente Julio César Turbay, famoso por la frase “reducir la corrupción a sus justas proporciones”.
El congresista Frank Underwood, personaje de ficción interpretado por Kevin Spacey, fue célebre en Estados Unidos y en el mundo la década pasada, hasta que el actor cayó en desgracia, en la vida real, cuando un tribunal penal de Londres le elevó cargos por presunto abuso sexual.
House of Cards, la serie protagonizada por Underwood y la más vista de Netflix en 2013, supuso una auténtica revelación. Los televidentes que siguieron los 73 capítulos (seis temporadas) conocieron la manera en que se mueven los hilos del poder en la Casa Blanca y el Capitolio gringo, o al menos despertaron la sospecha de que así lo fuera.
En años en que el Congreso colombiano buscaba fórmulas para poder volver a negociar con las Farc, también se hablaba de la serie gringa, con frecuencia, como cuando en oficinas y colegios se comentaba el capítulo de ‘Betty, la fea’ o de la telenovela de moda del momento. El ejercicio, sin embargo, era descubrir los personajes de la vida política criolla que “aparecían” en House of Cards.
Basada en la novela de suspenso político de Michael Dobbs, el jefe de gabinete de la primera ministra Margaret Thatcher, a quien la Dama de Hierro despidió en público antes de unas elecciones británicas, puede que Barreras la haya “devorado”, apasionado por la lectura siempre, y buen consejero a la hora de recomendar libros, desde los clásicos hasta los recientes bestsellers. Escritor también, con una novela, un libro de poemas y hasta una obra de teatro, que eran sus regalos de Navidad a reporteros de la fuente política.
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El 20 de julio de 2012, apenas seis meses antes del estreno de la serie, Roy Barreras (Cali, 1963) fue elegido presidente del Senado con 79 votos. Dos años antes se había hecho elegir por el Partido de la U, número 5 en el tarjetón, “de frente por el presidente” como eslogan, y la promesa de defender el legado de Álvaro Uribe, en apariencia seguro, en manos de Juan Manuel Santos.
Que un parlamentario de “provincia” en apenas un lustro pasara de representante con 16.216 votos a presidente del Congreso no es inédito en Colombia, pero tampoco pan de cada día. Las comparaciones entre el congresista Underwood y el senador Roy Barreras, no en vano, se hicieron habituales.
No hay antecedentes de otro dirigente político colombiano que haya jugado “cada campeonato” –o cada elección– con una camiseta diferente, casi siempre la del “primero en la tabla de posiciones” –o en las encuestas–, y sin importar el nombre del director técnico. A todos, Roy Barreras se les ha ofrecido para llevar el brazalete de “capitán” en la cancha de mármol del Capitolio. Uribe, por ejemplo, apadrinó el bautizo de uno de sus hijos, de sus tres matrimonios hasta la fecha.
La historia de vida de Roy Leonardo es de admirar, pero su vida política, de 19 años como congresista, es menos simpática y se resume en cuatro partidos o movimientos e igual número de jefes políticos. El primero en pasar del uribismo al petrismo, en apenas dos periodos presidenciales. Récord Guinness.
De joven, entre otras, fue taxista mientras estudiaba Medicina en la Universidad Nacional de Bogotá, y de carrera en carrera sacó la carrera profesional, aunque sin afanes ni trancones. Conoció a su padre a los 12 años, un reencuentro propio de telenovela mexicana. Trabajaron juntos durante 23 años en Cali, donde el médico gringo George Barreras, primero jefe de cirugía del Hospital Universitario y luego dueño de la clínica Barreras Medicinas Alternativas, se hizo célebre “curando y aliviando el dolor”. Antes de morir le dijo: “Le recomiendo a mis pacientes”.
Tras tener carnet del Partido Liberal en el Valle del Cauca, llegó a la Cámara en 1995, de suplente, por el movimiento Alternativa Popular, de origen galanista, e hizo oposición al presidente Ernesto Samper.
Diez años después (2006-2010) regresó al Capitolio, en representación de Cambio Radical. Fue coordinador ponente de la reforma política con la que el Congreso pretendía sancionar el pecado de la parapolítica. Autoproclamado autor de la sanción de la “silla vacía”, aunque su partido fue el primero en estrenarla, pero solo tras reemplazar las de casi una decena de parlamentarios que terminaron detenidos.
De aquellos años, aún se recuerda la trágica anécdota en la que Roy, junto a su colega Iván Moreno, también médico de profesión, intentaron reanimar a José Fernando Castro Caicedo, único congresista en la historia en morir de un infarto en plena sesión parlamentaria. Camaleón Aunque debía lealtad a Vargas Lleras, Barreras votó a favor de la segunda reelección de Uribe.
Se pasó a La U en 2010, de nuevo salió en la foto de la victoria, esta vez más cerca del ganador, Juan Manuel Santos. Como presidente del Senado, el médico Barreras fue el cirujano de las reformas constitucionales para blindar el proceso de paz. Su obra maestra, bautizada fast-track, pretendía aprobar en seis meses reformas y acuerdos que por ley se debían debatir en un término de entre uno y dos años.
Tras la reelección de 2014, Santos lo nombró plenipotenciario en La Habana, “salvador” de la recta final del acuerdo de paz. Fue uno más de la numerosa tripulación que acompañó a Santos a Oslo a recibir el Nobel de Paz 2016, en el Júpiter 1202, donde compartió cena y hasta siesta con el expresidente Ernesto Samper, sobrevolando el Atlántico, pese a que diez años atrás no se podían ni ver.
En 2018 tuvo dos candidatos. Humberto de la Calle, jefe negociador en La Habana, y Germán Vargas Lleras, su exjefe, al que en varias tarimas señaló como la “vacuna” contra “la epidemia”, “el sarampión”, que en ese entonces le pronosticó al país. El doctor en Medicina, y luego en Derecho Constitucional, no se refería a la covid-19, de la que ni la OMS tenía sospechas.
Lo hacía por la posible elección del modelo “castrochavista”, que en su particular dialéctica estratégica lo representaba Iván Duque en primera vuelta, el escollo que su candidato de entonces estaba obligado a superar, y no Gustavo Petro, que llevaba años cargando ese inri en solitario. Volvió a cambiarse de partido y fichó con el Pacto Histórico de Petro, con quien coincidió cuatro años en la defensa del proceso de paz.
Como nuevos aliados, también coincidieron en tener que dar la cara, sin sonrojarse, como el congresista Underwood, por dos comprometedores videos, parecidos, pero de cuantías diferentes.
Petro por los fajos de billetes que guardó en bolsas negras de basura, antes de un año electoral. Roy por el maletín que dejó olvidado en el Hotel de La Ópera, que la policía descubrió con fajos de billetes de 10.000 pesos, pensando que había dinamita, y un reloj. El senador desestimó los 6 millones que tenía en efectivo, con el argumento de que lo que tenía valor eran las fotocopias de un documento de su abuelo.
Petro le encomendó la estrategia política a un especialista, graduado en las campañas de reelección de Uribe (2006), Santos (2010 y 2014), y Vargas Lleras (2018), única en la que perdió. En 2022, identificó y apartó “enemigos” de su nuevo jefe, recurriendo a su desprestigio, como Underwood solía hacerlo.
El talento de Barreras, único congresista en tumbar a un ministro de Defensa (Guillermo Botero, 2018), lo que ni Jorge Robledo ni el propio Petro consiguieron en dos décadas como jefes de oposición, puede que no le llegue a los tobillos al de Underwood. En la vida real, el de la realpolitik es suficiente para que el presidente de Colombia tenga control del Poder Legislativo.
Dispondrá de cargos en la planta de personal del Senado, control y ejecución del presupuesto, letra menuda del reglamento, horas gratis en la televisión pública, y en los noticieros de la televisión privada, en los que a diario será noticia.
En 2012 fue elegido presidente del Senado, con el 77 por ciento de respaldo de la plenaria, incluido el de todos sus copartidarios de La U, a quienes había prometido “no volver a ser senador”, si votaban a favor de su aspiración. Pese a ser elegido, también tuvo carnet de congresista en 2014, 2018 y lo tendrá hasta 2026.
Barreras vuelve a ser virtual presidente del Senado, también con el respaldo de un mandatario, en este caso Petro. Pero en el Pacto Histórico hay quienes lo ven como “un sapo difícil de tragar”, por lo que el mentor político de Francia Márquez, el curtido Alexánder López, no deja de generarle alguna preocupación.
Roy, mejor que nadie, sabe que en los 20 de julio, días en que el país recuerda “la que se armó” por el florero que se partió contra el suelo, hasta los políticos pueden incumplir la palabra empeñada. De conseguir 55 votos podrá pronunciar su discurso como nuevo ‘mandamás’ del Congreso, y quién sabe si tenga preparado uno ‘veintejuliero’ para la ocasión.
En 2018, tras el escándalo sexual del actor Kevin Spacey, Netflix precipitó el final de la serie House of Cards. Quienes lo vieron, no se atreven a vaticinar el desenlace del cuarto periodo consecutivo del senador caleño Roy Barreras. ¿Habrá nueva temporada con otro partido y otro jefe político?