REGIÓN
Salsa desde Cali para todo el mundo
Detrás del reconocimiento que pone a Cali como capital mundial de este ritmo hay una fuerte y creciente industria que mueve cifras millonarias. Entre ellas, la del turismo internacional.
“Nación del ritmo: ¿Cómo Cali se convirtió en la capital mundial de la salsa?”. Así tituló el diario británico The Financial Times una crónica que publicó el 11 de enero en la que narró detalles de una ola cultural que atrae turistas de los cinco continentes, como si fuera una pegajosa melodía.
Aunque no es la primera vez que Cali y su creciente industria musical son objeto de artículos o reportajes de medios internacionales, como el que hizo hace unos meses el diario The New York Times, en esta ocasión el periódico británico puso sus reflectores sobre una nueva tendencia que ya hace ruido: el turismo salsero.
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Por eso, no es extraño ver en las escuelas de canto y baile más y más gringos, alemanes, franceses, holandeses, israelíes, argentinos, mexicanos, venezolanos o chilenos, entre muchas nacionalidades, en las salsotecas o de los grandes shows de la ciudad. Aunque no hay cifras oficiales de cuántos turistas llegan a Cali o de la fuerza que ha tomado este clúster económico cultural, se estima que al año -incluido el salsódromo y las actividades salseras de la Feria de Cali- mueve miles y miles de millones de pesos al año. Solo en canto y baile hay 375 empresas creativas que en 2017 movieron más de 46.000 millones de pesos.
Solo en canto y baile hay 375 empresas creativas que en 2017 movieron más de 46.000 millones de pesos.
Además de estas escuelas, desde hace 14 años en Cali se realiza el Mundial de Salsa, y el Museo de la Salsa recoge miles de fotografías y discos de acetato de las estrellas de esta música. También existe la Ruta Turística Salsera de la que hacen parte 17 bares temáticos o salsotecas como Siboney, Son Caribe, El Habanero y La Caldera del Diablo. En Cali también hay cuatro espectáculos de talla mundial con cientos de bailarines: Delirio, Ensálsate, Trópica y Mulato Cabaret, que en su mayoría ofrecen un show menos acrobático y más de la salsa clásica, es decir, en donde el ritmo de la música se concentra en los pies. En todos ellos hay un común denominador: la mayor parte del público viene del extranjero o de otras ciudades o regiones del país.
Cali respira salsa. Hay 127 escuelas de canto y baile, salsotecas, museos de este género y grandes shows como Delirio, Ensálsate, Trópica y Mulato Cabaret.
Esos miles de extranjeros llegan a la capital del Valle con el único propósito de descubrir de dónde viene ese ritmo electrizante al que le rinden un culto reverencial. “No entiendo cómo pueden moverse tan rápido”, dijo una alemana luego de asistir a uno de los espectáculos de la Fundación Delirio.
Si quedan dudas de que la economía caleña ahora baila al ritmo de salsa, basta recordar que es el tema más perseguido de la Feria de Cali. En su más reciente edición, ese certamen de apenas cinco días (25 al 30 de diciembre), movió alrededor de 400.000 millones de pesos en 55 eventos por los que desfilaron 6.153 artistas entre músicos, bailarines, melómanos, coleccionistas y actores.
La Universidad Javeriana de Cali hizo un estudio de impacto económico de esa feria y concluyó que la salsa es el certamen de mayor recordación e importancia durante el festejo. “Sin duda un elemento clave dentro de la Feria de Cali, lo constituye la salsa en su triada música, canto y baile, que estaban en 52 de los 55 eventos programados”, explicaron los investigadores Luis Aguado y Alexei Arbona.
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Otro estudio realizado por la Cámara de Comercio de Cali demostró que fundaciones como Delirio y Ensálsate están dentro de las 25 empresas creativas de la región y movieron cifras superiores a los 11.000 millones de pesos en 2017.
Desde 2008 la salsa es patrimonio cultural de Cali, gracias al Acuerdo 243 del Concejo. Y hace apenas tres años el Congreso declaró el Salsódromo Patrimonio Inmaterial, Cultural, Artístico y Folclórico de la Nación.
Entre los espectáculos salseros admirados en Cali también figura el de la Fundación Ensálsate, que surgió en 2012. El show tiene lugar el segundo viernes de cada mes en el salón Ritz del Hotel Dann Carlton, “aunque también hacemos presentaciones privadas en varias ciudades del país y cruceros por Suramérica”, precisó Blanca Granados, directora comercial.
“La salsa es un lenguaje para los caleños de todos los estratos sociales”, dice.
Otros también le han sacado provecho a esta movida. Desde hace dos años Carlos Molina, un coleccionista y melómano caleño, abrió el Museo de la Salsa, ubicado en el mítico barrio Obrero. En este sitio exhibe mil fotografías y 20.000 discos en acetato, y más de 700 personas lo visitan al mes: “La mayoría turistas que pagan 5.000 pesos”, explicó Molina.
Topa Tolondra se llama una de las salsotecas más nuevas, pero más visitadas por extranjeros. Allí afros, latinos, gringos y europeos se funden en un mismo sudor al ritmo de timbales. Carlos Ospina la fundó hace siete años “como una necesidad de compartir esos ritmos afro-latinos y brindarle a los jóvenes algo distinto”. El principal gancho radica en que todos los lunes, de 7 a 9 de la noche, Topa Tolondra ofrece clases de salsa por solo 5.000 pesos. “Tenemos días en los que asisten hasta 350 clientes, muchos extranjeros”, dijo Ospina.
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El fenómeno ha tenido tanto impacto en el turismo caleño, que uno de los hoteles pequeños de la ciudad, el Trópica, incluyó shows semanales de salsa, para sus huéspedes y turistas. “Lo hicimos porque descubrimos que la mayoría de turistas extranjeros que llegan a la ciudad, lo hacen por la salsa”, cuenta Varinia Pineda, su gerente.
En realidad todo comenzó con la Fundación Delirio, el espectáculo de salsa, circo y orquesta que ya completa 12 años de seducir al mundo con sus 200 bailarines. Andrea Buenaventura, gestora del proyecto que suma 450 presentaciones en 20 países, describe el fenómeno en palabras simples. “La salsa es un lenguaje para los caleños de todos los estratos sociales”, dice.
Detrás de esa puesta en escena de Delirio está otra leyenda de la salsa. Se trata de Luis Eduardo Hernández, más conocido como Mulato. Este bailarín que escapó de las pandillas juveniles en el mítico Distrito de Aguablanca, una zona vulnerable de Cali, es toda una celebridad caleña.
Mulato fundó la famosa escuela de salsa, Swing Latino, a la que asisten 500 estudiantes que se pasean por el mundo bailando. Él mismo ha sido coreógrafo de figuras de la talla de Jennifer López, Marc Anthony y actualmente está en conversaciones con Beyoncé. “Hemos visitado 110 países con nuestros bailarines; desde Estados Unidos, pasando por Japón y Turquía”, explica el salsero profesional, quien además es el dueño del club Mulato Cabaret.
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Eso ya lo saben las autoridades locales, quienes promueven el semillero de futuros bailarines. “Lo hacemos a través de las 127 escuelas de salsa que funcionan en la ciudad y que capacitan a cerca de 5.000 estudiantes”, dijo Adriana Betancourt, secretaria de Cultura de Cali. Cuenta que ya se construye un Centro Internacional de Danza en la ciudad que costará 35.000 millones de pesos.
No hay duda de que todos estos ingredientes le están poniendo sabor y valor a la salsa en Cali. Cada vez más, como describe una estrofa de uno de los himnos de la Feria de Cali, está más atractiva: “Oiga, mire, vea, véngase a Cali para que vea. Si va usted a Juanchito, la pasa bonito; si va al barrio Obrero, se vuelve rumbero. Si se me acalora, no mire la hora, tómese un raspao y cuento acabao…”.