POLÍTICA
Santiago Rojas, el afamado médico que los Rodríguez Orejuela acusan de mensajero de un chantaje
El reconocido especialista no se ha pronunciado frente a la carta de los hermanos Rodríguez Orejuela, pero su versión es importante porque lo acusan de ser intermediario de un chantaje de Pastrana para enlodar a Samper.
No es un médico cualquiera. Es un profesional de la salud que el país conoce. O al menos escucha a través de Caracol Radio durante las noches. Santiago Rojas, experto en cuidados paliativos, se convirtió en el centro de una polémica que rodea el escándalo del proceso 8.000.
Él no solo era el médico del expresidente Andrés Pastrana en la década de los 90, sino que se convirtió en el puente entre la casa presidencial y la cárcel donde permanecían los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, quienes a través de él enviaron una explosiva carta al mandatario conservador en la que confirmaban el ingreso de dineros del Cartel de Cali a la campaña del expresidente Ernesto Samper.
En la época, Rojas lideraba un programa social en las penitencierías del país y por esto logró avanzar en contactos con reclusos del momento.
Aunque Andrés Pastrana hizo pública nuevamente la carta tras haberla revelado años atrás en uno de sus libros, los Rodríguez Orejuela le respondieron e incluso afirmaron que a su campaña también ingresaron dineros calientes.
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Rojas se convirtió en una pieza clave, en un testimonio importante que podría desenredar parte del escándalo que casi 30 años después promete no desaparecer. Él no ha hablado, se ha mantenido al margen, pese a que los Rodríguez Orejuela en la nueva misiva, hacen una fuerte acusación en su contra: dicen que la carta que enviaron al presidente Andrés Pastrana a través suyo obedeció a un chantaje.
“Le refresco la memoria señor expresidente: pasaba el año 1999 o 2000, Miguel y yo estábamos presos en la Cárcel la Picota. Eran las seis de la mañana cuando llegó el doctor Santiago Rojas, su médico en presidencia y también directivo de alguna Junta del Inpec, directamente a mi celda y me invitó a una celda en el mismo pabellón donde, después de un corto saludo me dijo: Gilberto, vengo de presidencia y lamento traerle malas noticias, el presidente está muy enojado y dispuesto a extraditarlos a usted y a su hermano a Estados Unidos, así sea por vía administrativa. Esperé unos segundos a que el doctor Rojas se tranquilizara y le dije: Doctor, ¿qué hemos hecho para merecernos el enojo del señor presidente y la extradición?; ¿Usted no sabe? me respondió el doctor Rojas. No, le contesté, no tengo ni idea. Ah, pues le explico, ya Miguel estaba en la reunión, el presidente dice, que tanto usted como su hermano están en una conspiración en compañía con Samper y Serpa para desacreditarlo ante la opinión pública por la corrupción que hubo en los contratos de Dragacol y Chambacú, y en represalia por haber sido él, el que denunció el proceso 8000, y eso él no se lo perdona a ustedes, que no duden por un segundo, que él antes de irse de la Presidencia los pondrá en Estados Unidos. Mi reacción fue temperamental, fue agresiva y hasta grosera con el doctor Rojas que solo, estaba haciendo un favor. Dígale al señor presidente que no sea mentiroso, que no busque disculpas para zanjar odios entre él y el doctor Samper, que hace muchos años no hablamos con el doctor Samper, que no estamos interesados en ningún escándalo, ni en tener problemas con nadie, ni menos con el presidente de Colombia. Que sí conocemos los hechos más importantes y los nombres de los corruptos de Dragacol y Chambacú, pero que no tenemos la culpa que él y tres de sus hombres más cercanos estén involucrados en ese escándalo de corrupción, que ni mi hermano ni yo estamos interesados en develar nada de lo que sabemos.”, se lee en el correo electrónico.
“Nos despedimos del doctor Rojas y se fue, quedando de regresar en unas horas con alguna razón de Presidencia. Así fue, a las dos de la tarde estaba el doctor Rojas nuevamente en la Picota reunido con Miguel y conmigo. El presidente dice que la única solución que él ve posible es que ustedes escriban una carta contando cómo fue el apoyo de ustedes a la campaña de Samper involucrando también a Serpa. Nos miramos Miguel y yo y casi le contestamos al mismo tiempo al doctor Rojas, no podemos hacer eso, al doctor Serpa nunca le hemos dado un peso. No, no lo vamos a hacer dijimos Miguel y yo porque no es cierto. Gilberto, piénselo bien, este hombre puede extraditarlos y lo va a hacer, piensen en sus familias, además, él me comentó que la carta es para llamar a Samper y Serpa y mostrársela para que ellos desistan de hacer declaraciones públicas sobre Dragacol y Chambacú y ahí termina todo, no saldrá a la luz publica. Doctor Rojas esto es un chantaje, le dijimos Miguel y yo”, agrega el oficio.
Los señalamientos contra el médico Rojas no son de poca monta. Y seguramente tendrá que salir a explicar su versión de lo ocurrido porque, más allá de ser un médico afamado, que se codea con el poder bogotano desde hace más de veinte años, y que acompañó a Pastrana en algunos de sus contactos con la guerrilla de las Farc en la época del Caguán y en posteriores acercamientos con el ELN en Venezuela, su nombre está enredado en un escándalo que hasta el momento está dejando más preguntas que respuestas.
Rojas es experto en terapias ortodoxas y es conferencista en Argentina, España, Polonia, Francia, Uruguay, Chile, Estados Unidos, entre otros, sobre esencias florales, bioenergética, meditación, crecimiento personal, manejo del estrés, desintoxicación, solución pacífica de conflictos, manejo de la paz interior, sanación espiritual, aproximación a la muerte propia y de seres cercanos, entre otras. Es más, él se convirtió en una de las principales ayudas del expresidente Andrés Pastrana cuando fue derrotado en las urnas por el expresidente Samper, pese al escándalo del proceso 8.000. Desde ahí se consolidó la amistad.