HISTORIA

“Pagarles mal a los maestros es injusto y torpe”

Una columna de Juan Manuel Santos cuando era analista del diario 'El Tiempo' es utilizada hoy por los educadores para sustentar sus reclamos.

30 de abril de 2015
| Foto: SEMANA

“Mientras el país se mantenga indiferente frente a la suerte de quienes tienen la inmensa responsabilidad de educar a nuestros niños, nunca saldremos adelante. La gran mayoría de los maestros en Colombia tiene que acudir al rebusque para complementar sus ingresos. Sería bueno que los medios se concentraran en investigar y denunciar la verdadera y muy lamentable situación de la gran mayoría de los maestros. Para no ir más lejos, con 26 años de trabajo para llegar al tope del escalafón (grado 14) y después de sacar todos los títulos que se necesitan, un maestro acaba ganando menos que una secretaria recién ingresada a Ecopetrol. Eso no sólo es injusto sino torpe, y demuestra cómo tenemos de equivocadas las prioridades en este país”, escribió Juan Manuel Santos el viernes 3 de marzo del 2000 en las páginas editoriales de El Tiempo.

El hoy presidente argumentó en su columna, titulada 'Educación y equidad', que “si el Gobierno quiere mantener la paz social, no puede obrar con incoherencia y discriminación. El maestro no puede ser un paria”. En aquella época, Santos señaló que “esta discriminación es uno de los motivos del paro que se va a decretar el próximo 16 de marzo. Nunca he sido amigo de los paros ni de las vías de hecho, pero la verdad es que en este caso las centrales obreras tienen razón. Y están en su legítimo derecho de protestar. Además, el Gobierno se metió en camisa de 11 varas porque la propia Constitución le prohíbe discriminar en esa forma”.

La columna causa hoy sensación en las redes sociales y es utilizada como estandarte por los profesores, quienes mantienen un cese de actividades desde hace casi dos semanas con el que se han visto afectados ocho millones de niños que permanecen en sus casas.

El texto completo de la columna firmada por Juan Manuel Santos es el siguiente:

Educación y equidad 

La ministra de Comercio Exterior está empeñada en mejorar la competitividad del país. Tiene toda la razón, porque si continúa deteriorándose nuestra capacidad para competir en los mercados internacionales, quedaremos rezagados de por vida en la carrera hacia el desarrollo. El presidente, por su lado, quiere volver a insistir en integrarnos al gran mercado del norte, una buena idea aunque por desgracia totalmente inviable en las circunstancias actuales.
Mejorar la competitividad es indispensable para que cualquier proceso económico produzca resultados positivos. Y el factor más importante para que todo esto sea posible en un mundo cada vez más globalizado, como tanto se ha dicho, es la educación. Por eso no se entiende el trato de tercera que se les está dando a la educación en general y a los maestros en particular.

Mientras el país se mantenga indiferente frente a la suerte de quienes tienen la inmensa responsabilidad de educar a nuestros niños, nunca saldremos adelante. La gran mayoría de los maestros en Colombia tiene que acudir al rebusque para complementar sus ingresos. Sería bueno que los medios se concentraran en investigar y denunciar la verdadera y muy lamentable situación de la gran mayoría de los maestros. Para no ir más lejos, con 26 años de trabajo para llegar al tope del escalafón (grado 14) y después de sacar todos los títulos que se necesitan, un maestro acaba ganando menos que una secretaria recién ingresada a Ecopetrol. Eso no solo es injusto sino torpe, y demuestra cómo tenemos de equivocadas las prioridades en este país.

Como al caído caerle, el reciente congelamiento de los salarios del Gobierno central afecta en forma grave a prácticamente todo el magisterio. Es uno de esos ahorros que a la larga sale costosísimo, porque es la educación de los niños la que al final de cuentas sale perjudicada. Pero ahí no para la torpeza ni la injusticia. Los maestros, y el resto de funcionarios del Gobierno central, no entienden ni aceptan que mientras ellos tengan que sacrificarse, a la llamada oligarquía del sector público sí se les incrementen sus ingresos. Porque no es solo el Congreso a quien le ha caído toda el agua sucia, sino a muchísimos más funcionarios de alto nivel que calladitos la boca gozarán de sus respectivos aumentos.

Esta discriminación es uno de los motivos del paro que se va a decretar el próximo 16 de marzo. Nunca he sido amigo de los paros ni de las vías de hecho, pero la verdad es que en este caso las centrales obreras tienen razón. Y están en su legítimo derecho de protestar. Además, el Gobierno se metió en camisa de once varas porque la propia constitución le prohíbe discriminar en esa forma. Ya el Tribunal Contencioso Administrativo de Bogotá admitió una acción de cumplimiento para que el Gobierno les suba los salarios a todos los funcionarios por igual, como lo estipula la ley, y ya todos los honorables magistrados se declararon impedidos porque son de los beneficiados. Si se acepta el impedimento, el caso lo acabarán dirimiendo unos conjueces.

Aparte de la discriminación, que es de las cosas que más resiente la gente, y de los aumentos en muchos servicios públicos muy por encima de la inflación, los trabajadores del Estado están cargados para tigre porque se están recortando las nóminas en aras del ajuste fiscal, pero a renglón seguido crean nóminas paralelas para satisfacer los apetitos burocráticos. Sería muy bueno que se dieran a conocer la cantidad de nóminas paralelas que se han creado para que el país se dé cuenta de la farsa que se ha montado en torno a este tema tan delicado.

De manera que si queremos sobrevivir en este mundo globalizado, no se puede seguir golpeando a la educación ni a los maestros. Y si el Gobierno quiere mantener la paz social, no puede obrar con incoherencia y discriminación. Porque todo el mundo está dispuesto a hacer sacrificios, pero o todos en la cama o todos en el suelo”.