PERFIL

Un Procurador sin extremos

Fernando Carrillo llegó a dirigir el Ministerio Público con el apoyo de todas las fuerzas políticas. Sin embargo, el éxito de su trabajo puede depender de que termine rápidamente esa luna de miel.

13 de enero de 2017
| Foto: Guillermo Torres

A sus 27 años, cuando era profesor de Derecho Constitucional de la Javeriana, Fernando Carrillo Flórez tocó las puertas de Juan Manuel Santos en El Tiempo para hacerle antesala a una idea que se terminó convirtiendo en la Constitución del 91.

Carrillo, alentado por las fibras de los movimientos estudiantiles, creía que el país necesitaba una reforma constitucional para superar la crisis institucional que se vivía. Santos le dio espacio para una columna e imprimió en la rotativa del periódico la Séptima Papeleta con la que se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente.

Este episodio, revivido por el Presidente en el discurso de posesión de Carrillo, describe el carácter de quien 25 años después se posesionaba como Procurador General de la Nación ante la persona que le abrió las puertas de las páginas editoriales de El Tiempo.

Por definición general a Carrillo lo asocian a la Constitución del 91 y a su habilidad para navegar en corrientes adversas. Se mueve siempre con cautela evitando la confrontación. Esa postura lo ha dejado parado en una situación paradójica: lograr el apoyo de las mayorías pero las criticas de los extremos más radicales. 

Recientemente, Carrillo propició algo que se consideraba en la política como un imposible: la cumbre del Papa con el presidente Santos y el expresidente Álvaro Uribe. El encuentro se dio en el marco de una gran polarización política por cuenta del proceso de paz. La cita fue ante todo simbólica y no se tradujo en mucho más que esa histórica foto que ocupó las primeras planas de todos los medios. Pero dejó claro que a la Procuraduría había llegado alguien que quería unir, en un escenario dividido. 

De familia de médicos, Carrillo se decidió por la política muy joven y las elecciones de 1990 fueron el comienzo de su carrera pública. Cuando apenas era un recién egresado fue director de juventudes de Luis Carlos Galán y por eso, después de su asesinato, el entonces profesor se sumó como el más entusiasta estudiante. 

Gracias a ese movimiento estudiantil fue llamado por el expresidente César Gaviria a colaborar en su campaña. Su nombre aparece en la lista del “kínder” del ex presidente, así le decían a su joven equipo de colaboradores en el que también estaba Mauricio Vargas, Miguel Silva y Eduardo Mendoza, entre otros. 

“Fernando Carrillo trabajó con Catalina Botero (decana de Derecho de Los Andes) en promover un ejercicio valioso de cuáles mecanismos eran los adecuados para motivar una Asamblea Nacional Constituyente y se idearon salidas institucionales excepcionales”, dice Alejandra Barrios, la directora de la MOE, quien hizo parte del movimiento de estudiantes.

Carrillo llegó a ser constituyente por el Partido Liberal. Su copartidario, Horacio Serpa, lo describe como un hombre tranquilo, profesor universitario: “De todos los logros, el que más lo debe enorgullecer es haber sido parte de la creación de la Constitución del 91”, dice.

Luego de ser constituyente fue consejero presidencial de César Gaviria y Presidente de la Comisión de Justicia de la Asamblea. Antes de cumplir 30 años, Carrillo fue nombrado como Ministro de esta cartera. 

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Ese cargo terminó generando un quiebre en su vida pública. Por un lado, porque pocas veces a alguien tan joven le habían adjudicado esa responsabilidad, pero por otro porque en esa posición vivió el episodio más duro de su carrera: la fuga de Pablo Escobar de La Cátedral el 22 de Julio de 1992. 
Aunque Carrillo no era directamente responsable del cuidado del capo por su rol como ministro fue suspendido 30 días de su cargo por la Procuraduría. En el año 2001, ese mismo organismo le revocó la sanción por considerar que tenía vicios de forma y que el funcionario que había proferido la decisión no tenía esa competencia. 

Los años que vienen, Carrillo y su familia (es casado con la politóloga Diana Serpa) los pasan en el extranjero. El ex ministro estudió en la prestigiosa Universidad de Harvard una maestría en gobierno y leyes. Allí presidió además de presidir la Asociación de Estudiantes Egresados de Harvard. Luego, se vinculó al Banco Interamericano de Desarrollo donde manejó temas de modernización de justicia, como sistemas judiciales en América Latina, seguridad ciudadana y gobernabilidad. Por fuera del país estuvo 17 años que culminó como representante del BID en París y Brasil.  



La posesión como Procurador es la cuarto cargo que asume durante este Gobierno. Regresó a Colombia para el empalme entre el ex presidente Uribe y el presidente Santos y poco tiempo después creó y fue el primer director de la Agencia de Defensa Jurídica del Estado. Luego Ministro del Interior y después, Embajador en España.

Su campaña pública por la Procuraduría comenzó el 4 de julio del 2016 en Ríonegro (Antioquia), donde se conmemoró el nacimiento de la Carta Política del 91. Desde entonces, Consejeros de Estado lo impulsaron a tal punto que varios de sus competidores se ahuyentaron; al final alcanzó 21 votos.

Pero el escenario en el que demostró su habilidad de conquistar los extremos fue en el Congreso de la República. Allí fue elegido procurador practicamente por aclamación: arrasó con 92 votos de 95 posibles; dejó atrás a la exmagistrada María Mercedes López y al exvicefiscal Jorge Perdomo. Lo apoyó la Unidad Nacional, el Centro Democrático y todos los partidos independientes. 

Su llegada al organismo de control marcará un quiebre frente a los dos periodos de Alejandro Ordóñez. Se anticipa que su talente liberal le dará un giro automático al trabajo de la entidad en los temas que despiertan el rechazo de algunas religiones como el aborto, la dosis personal, los derechos de la comunidad LGBTI, entre muchos otros. 

Las metas del Procurador

El lunes, antes de la posesión, Carrillo había removido las vallas que restringen el ingreso al edificio de 25 pisos en el centro de Bogotá y que por “seguridad” instaló su antecesor Alejandro Ordóñez. Este obstáculo en plena carrera quinta facilitó el control de las manifestaciones en momentos de gran polémica política y social, por cuenta de las posturas más radicales de Ordóñez. 

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Sin embargo, Carrillo llegará a dirigir esa entidad cuando los ojos del país están volcados en otros temas. En su discurso enfatizó que se enfocará en la lucha contra la corrupción, y su primera batalla será dar resultados prontos en el escándalo de Odebrecht y revelar los vínculos con las fuerzas políticas, que lo apoyaron para llegar a ese cargo.  

Otro derrotero será verificar el cumplimiento de los acuerdos de paz con las FARC y en recuperar el protagonismo de la Procuraduría en el respeto de los derechos sociales y económicos en escenarios internacionales, como el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

Carrillo recibe el organismo de control con un nuevo Código Disciplinario aprobado por el Congreso que recortó las facultades del Ministerio Público. Redujo a la mitad del monto de las sanciones a imponer, de manera que el nuevo Procurador está alerta por lo que sería un caos del control disciplinario. "Tenemos una preocupación, estamos evaluando cuáles son las consecuencias a ver qué alternativas hay", indicó Carrillo, que no descartó otra reforma.

Lo recibe una decisión compleja y determinar si repite contra Alejandro Ordóñez, la indemnización de más de 1000 millones de pesos que ordenó el Consejo de Estado por el caso de la ex senadora Piedad Córdoba. Como se recoradara ella fue inhabilitada por 14 años en una polémica decisión. Si toma esa decisión, Ordóñez tendría que responder con su patrimonio ese monto. 

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Hasta el momento, Fernando Carrillo llega con el apoyo del gobierno, la oposición, la Rama Judicial y casi la totalidad de las fuerzas políticas a montar uno de los potros más bravos del Estado. La gran paradoja es que quizás el éxito de su gestión depende de que muchos de ellos dejen de estar tan contentos.