NACIÓN
Sara Sofía, la historia de su mamá, según el expediente de la Fiscalía
Había abandonado a su hija, quien estaba al cuidado de su hermana y la suegra de ella. Cuando la recogió, la niña nunca más volvió a aparecer.
Hay una pregunta que inquieta por estos días: ¿qué pasó con la pequeña Sara Sofía? Mientras las autoridades buscan su cuerpo, se mantiene la lejana esperanza de encontrarla con vida. Detrás de esta historia está su mamá, Carolina Galván Cuesta, quien primero dijo que la había regalado y luego confesó que la tiró a un caño en el sector de Patio Bonito, al suroccidente de la ciudad.
Además de sus versiones, no se entiende cómo la presunta responsable de la muerte de Sara Sofía sea su mamá. Lo poco que se puede saber de ella está consignado en el expediente de la investigación que lleva la Fiscalía.
Carolina Galván Cuesta, de 21 años, nacida en Puerto Berrio, Antioquia, de 170 centímetros de estatura y tez morena, es la técnica descripción física que se encuentra en el documento. Pero lo narrado por su hermana Xiomara Galván, su cuñado, una conocida vendedora de dulces, su pareja Nilson Díaz y otros entrevistados deja ver la personalidad de Carolina, su inestabilidad, la nula vocación de madre. Una vida sin rumbo.
Fue mamá de Sara Sofía a los 19 años, nunca dijo nada de su papá, no dio razón; su embarazo solo se conoció cuando ya estaba a punto de parir. Sin tener nada que darle a la niña, su hermana la acogió en la casa donde vivía con su esposo y su suegra.
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El vacío del descuido con su hija era llenado por las atenciones de Xiomara y su suegra. Era sabido, para las autoridades de familia como el ICBF, que Carolina descuidaba a su hija, tanto que era objeto de seguimiento.
En una ocasión, se lee en el expediente, fue un profesional de la entidad a verificar las condiciones en las que se encontraba Sara Sofía. La niña estaba sentada en un sitio de donde podía caer y lastimarse. Ella ni se inmutó. El funcionario le llamó la atención por la posibilidad de que Sara Sofía se lastimara con la complicidad del descuido materno.
No estaba pendiente de ella, la dejaba quemar porque no le cambiaba el pañal, no se preocupaba por sus comidas. Tal era su descuido que un día le plantearon que era el momento de enrutar su vida, establecerse con su hija y su solución fue irse. Dejar a la niña con sus familiares. Una custodia temporal que terminó en la desaparición de Sara Sofía.
Se fue de la casa en enero, pero Nilson Díaz, su pareja, otro personaje oscuro de la historia, dijo que la conoció desde el 15 de diciembre. Vivieron juntos, ella cuidaba de los cuatro hijos de Nilson y las versiones coinciden en que él la prostituía. La dejaba entrar tarde en las noches y ella permanecía al cuidado de los niños ajenos, contaron los vecinos.
Allá llevó a la niña cuando su familia no supo más de Sara Sofía. La niña, probablemente el 28 de enero, comió lentejas pasado el mediodía, y a las pocas horas la encontró morada, muerta. La metió en una caja y la llevó en una bolsa al río donde la tiró, es la versión que ha repetido en varias entrevistas judiciales.
Esa escalofriante narración obliga a la Policía Judicial a pedir una evaluación a Medicina Legal para establecer “si tiene daños y rasgos de personalidad psíquicos. También la historia médica en su EPS para conocer si ha tenido tratamientos psicológicos o psiquiátricos”.
Buscan, en últimas, explicar lo que resulta indescifrable. Su hermana dice que tiene problemas cognitivos, que la llevaron al psicólogo y el problema parecía de aprendizaje, se le dificultaron los números, pero sabía leer y escribir. Nada que logre dar a entender lo que pasó.
No es claro lo que pasó en ese mes de enero con Carolina Galván. Vivió con Nilson Díaz, su pareja y presunto proxeneta; le cuidó los niños a este y a finales de enero llegó con Sara Sofía. Aunque la primera versión de Díaz es que se fue el 8 de enero.
Los vecinos aseguran haber visto a Sara Sofía y a Carolina hasta su desaparición, se cree, el 28 de enero. Se sabe que deambulaba por las calles, casi en estado de indigencia, dormía en pagadiarios y la señora que vendía dulces cerca de la whiskería donde se prostituía, y que ahora es una de las testigos, le tendía la mano dándole posada esporádicamente. Allá se bañaba y a veces recibía un plato de comida que le entrega la señora.
También cuentan que en una ocasión, a finales de febrero, fue al jardín donde cuidaban a Sara Sofía, con los cuatro hijos de su pareja, pero sin la niña. Reclamó el apoyo social, un bono que se cambia por comida, la profesora le preguntó por Sara Sofía y dijo que una señora la cuidaba.
Ahora está detenida. A la salida de una audiencia, con frialdad, sin aparente arrepentimiento, dijo que no buscaran más a Sara Sofía, que ella la había tirado al río. Una vez más lanzó la sentencia. Ahora es procesada por el delito de desaparición forzada.
Carolina Galván Cuesta, de 21 años, nacida en Puerto Berrio, Antioquia, de 170 centímetros de estatura y tez morena, y mamá de Sara Sofía, es la única que hasta el momento sabe con certeza qué fue lo que pasó. Difícilmente las indagaciones sobre el perfil sicológico darán explicación de por qué una mujer descuida a su hija, la abandona y cuando vuelve por ella, la desaparece.