POLÍTICA
Los hilos que mueve Saúl Cruz, el funcionario que fingió una agresión en el Congreso
El subsecretario del Senado lleva más de 20 años en el Capitolio. En teoría sus funciones son limitadas, pero ha convertido su despacho en una oficina donde se tramitan todo tipo de intereses.
La primera vez que Saúl Cruz se subió al atril del Senado fue el pasado miércoles. En ese lugar, reservado para las intervenciones de congresistas, ministros y altos funcionarios, denunció un presunto ataque de un camarógrafo de Noticias Uno del que se declaró víctima. Se señaló en el pómulo las consecuencias de la supuesta agresión. Volvió a su lugar y desde allí comprobó la solidaridad de los senadores. Quienes vieron el espectáculo se percataron de que aquel funcionario, que ostenta el cargo de subsecretario del Senado, tenía gran influencia entre los parlamentarios. No se equivocaban.
Saúl Cruz en el atril. El subsecretario del Senado denuncia que fue agredido por un camarógrafo de Noticias Uno. Foto: Daniel Reina/SEMANA
Aunque la palabra subsecretario pareciera hacer alusión a un funcionario de bajo perfil, en los zapatos de este tolimense, nacido en Rovira, parece alcanzar otra dimensión. Según la ley, sus funciones se limitan a asistir al secretario general, y reemplazarlo en caso de ausencia. Pero Saúl Cruz las ha llevado a tal punto que no hay una hoja que se mueva en el Congreso sin que pase por su revisión.
En video: La agresión de un periodista de Noticias Uno que nunca sucedió
Es un conocedor de todos los secretos del Capitolio, ese lugar que más que su oficina parece su casa, pues lleva más de dos décadas casi siendo parte del inventario del Congreso. Saulito, como le llaman la mayoría de senadores, ha sabido utilizar su despacho para mover algunos hilos de la política, especialmente todo aquello que huela a burocracia.
Saúl Cruz y Armando Benedetti, minutos antes de la elección de magistrado de la Corte Constitucional. Foto: Daniel Reina/SEMANA
Estudió economía en la Universidad Externado y llegó al Congreso hace 23 años, de la mano del entonces senador Guillermo Angulo Gómez, tolimense como él. Su primer cargo no fue cualquiera, era el director de bienes y servicios del Congreso. Allí consolidó sus padrinazgos políticos, pues se le señaló de ser cuota de otro congresista tolimense, Luis Humberto Gómez Gallo.
Tras seis años en ese cargo, ascendió al de subsecretario del Senado en 2002, cuando fue elegido por la plenaria como cuota del Partido Conservador. Luis Alfredo Ramos fue el encargado de posesionarlo. Desde entonces, cada periodo se repite una escena, la aclamada votación que registra para mantenerse en el cargo. En 2010, por ejemplo, fue reelegido con 100 votos, un resultado incluso superior al que obtuvo Armando Benedetti como presidente del Senado.
Saúl Cruz trata de convencer al senador Antonio Correa, de Opción Ciudadana. Foto: Daniel Reina/SEMANA
Desde entonces, despacha en la segunda oficina tras ingresar al Capitolio. Allí se mueven todo tipo de asuntos. Los congresistas tramitan solicitudes de tiquetes aéreos, excusas, asignación de vehículos. Cada cuatro años los parlamentarios desfilan para separar las oficinas, y a diario se definen el orden del día de los proyectos. Saúl Cruz es el encargado de atender todas las peticiones de los senadores, quienes casi siempre salen de aquel despacho con el favor resuelto.
Pero esos no son los únicos asuntos que detrás de esa puerta de madera se manejan. Saúl Cruz ha convertido la oficina del subsecretario en una agencia de lobby a la que muchos acuden para conseguir la aprobación de un proyecto de ley, pero sobre todo para determinar algunas elecciones que suceden en el Senado. Una habilidad, en buena parte, producto de sus magníficas relaciones con los senadores durante más de dos décadas deambulando por el Capitolio.
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Roy Barreras molesto por el lobby de Saúl Cruz en la elección de magistrado de la Corte Constitucional. Foto: Daniel Reina/SEMANA
La graduación de Saúl Cruz como exitoso lobista vino de la mano de Alejandro Ordóñez, con quien comparte no solo la filiación conservadora, sino la confesión religiosa. El subsecretario del Senado es mariano, en ocasiones luce un rosario en su solapa, y asiste todos los domingos a la misma iglesia del exprocurador.
A finales de 2008, el subsecretario fue clave para que el Senado eligiera a Ordóñez procurador general de la Nación. Los senadores lo nombraron compromisario, es decir el encargado de hacer cumplir los acuerdos. En buena parte lo que se pactó en aquella ocasión fueron algunas de las más de 700 plazas de procurador judicial, cargo que ostenta un salario de magistrado, y que terminó repartido entre parlamentarios de varios partidos políticos.
Tras la elección, Cruz era el encargado de velar porque se cumplieran los compromisos, pero no solo eso, también tuvo cuotas en la Procuraduría durante la era Ordóñez. El caso más evidente fue el de su hermano, el coronel de la Policía Héctor Alfonso Cruz Bonilla, quien fue nombrado jefe de Seguridad de la Procuraduría. También se le atribuyeron otros cuatro puestos en los despachos del Ministerio Público en el Tolima.
Saúl Cruz pendiente del escrutinio. Foto: Daniel Reina/SEMANA
La misma fórmula que repitió cuatro años después, para la reelección de Ordóñez que el Consejo de Estado anuló con posterioridad. Voto a voto, compromiso a compromiso. Pero no solo eso, fue la llave de Martha Isabel Castañeda, la viceprocuradora general, que tenía entre sus funciones servir de enlace con el Congreso, que no es otra cosa que hacer lobby.
A Cruz también se le atribuye el triunfo de la elección, en 2012, del magistrado Luis Guillermo Guerrero, y quizás la mayor de sus victorias fue la sorpresiva victoria de Carlos Bernal, también como magistrado de la Corte Constitucional, en la elección que tuvo lugar en el Senado hace un mes.
Sin embargo su gestión no necesariamente es sinónimo de éxito. Saúl fue el gran derrotado en la elección de procurador general, el año pasado, pues se encargó de mover y buscarle votos a la candidata María Mercedes López. Esa vez hasta su partido, el Conservador, terminó votando por Fernando Carrillo.
Saúl Cruz junto al presidente del Senado, Mauricio Lizcano. Foto: Daniel Reina/SEMANA
El pasado miércoles (ver imágenes) estuvo a punto de darle una derrota al gobierno. Movió la campaña de Álvaro Motta por lo que muchos lo asociaron con Alejandro Ordóñez. Tras dos semanas abordando a sus amigos los senadores, curul por curul, le faltaron cinco votos para asestar su nuevo golpe. Tras la elección, Saúl Cruz subió al atril, consciente que con su poder podría provocar alguna retaliación del Congreso contra los periodistas que presuntamente lo habían agredido.
Cruz salió a la palestra este domingo cuando Noticias Uno reveló que el subsecretario del Senado no había sido víctima de ninguna agresión, por el contrario la simuló. Como cuando un futbolista finge una falta en el video se aprecia al funcionario cabeceando al camarógrafo dos veces.
El hecho de que el Senado haya creído en su versión es la prueba de que el subsecretario tiene arraigo e influencia entre los parlamentarios. Por su denuncia pública la Procuraduría le abrió una investigación, y en las redes sociales varios congresistas y ciudadanos del común exigen su renuncia.
Saúl Cruz, después de la derrota, junto al secretario del Senado, Gregorio Eljach. El senador Iván Duque conversa con el subsecretario. Foto: Daniel Reina/SEMANA
Saúl Cruz, sin embargo, pidió cinco días de vacaciones, pero hará lo posible por mantenerse en un cargo que ha ocupado 15 años. Aspira a ser secretario del Senado. Hace cuatro estuvo a punto de lograrlo, para reemplazar a Emilio Otero, quien prácticamente fue su maestro en el manejo de todos los secretos del Congreso, pero aquel cargo le correspondía al Partido de la U, no a los conservadores.
Es probable que regrese tras esa licencia, como si nada hubiera pasado. A pesar de haber mentido en el atril, los senadores no le quitarán el cariño, y su poder e influencia seguirán vigentes. A Saúl Cruz lo consideran el senador 103.