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¿Se baja del bus?

Uribe se distancia de su segunda reelección. Pocos le creen pero es probable que sea verdad.

1 de diciembre de 2007

"Me parece que intentar perpetuarse en el poder es quitarle frescura a la democracia. Por eso el país tiene que pensar en nuevos líderes...". Con esta frase pronunciada en el congreso cafetero la semana pasada, el Presidente puso sobre el tapete el tema de su sucesión. La afirmación es suficientemente contundente como para ser interpretada como un rechazo a un tercer período. Sin embargo, y como cosa curiosa, no fue objeto de mayor registro en los medios y hasta la fecha los colombianos no tienen todavía claro si Uribe ha descartado una nueva candidatura en 2010 o no.

Una de las razones para esta confusión es que la frase no fue acompañada de una orden perentoria al secretario general del partido de La U, Luis Guillermo Giraldo, para que suspenda la recolección de firmas en que está embarcado con el fin de promover un referendo que permita esta segunda reelección. Giraldo afirma que lo está haciendo sin la bendición del Jefe de Estado, con el único objeto de dejarle a Uribe un mecanismo que le haga posible continuar en el poder, si las circunstancias así lo exigen. Esto coincide milimétricamente con la teoría de la hecatombe esbozada por Uribe.

Lo cierto es que, aunque la contradicción entre las declaraciones del Presidente y las acciones del secretario general de su partido parecen un truco, no es imposible que lo que ambos dicen, tenga mucho de verdad. Uribe no está pensando en volver a ser candidato y es casi seguro que no lo será. El cuento de la hecatombe y del referendo "por si acaso" es una fórmula para tener una puerta semiabierta si se llegara a vislumbrar una inevitable victoria de la oposición sobre la coalición uribista.

Uribe siempre ha tenido algo de mesianismo, lo cual explica el raciocinio anterior. Pero así como es mesiánico, no es un megalómano del poder tipo Chávez. No le interesa protagonizar un espectáculo parecido al del referendo venezolano del domingo pasado, con el país totalmente polarizado, los estudiantes enfrentados a la fuerza pública y de pronto uno que otro muerto. Teniendo en cuenta que su puesto en la historia de Colombia, con ocho años de gobierno ya está garantizado en un sitial de lujo, cuatro años más podrían poner en peligro esa posición.

Aunque es probable que pueda ganar la re-reelección, la polarización, sin duda alguna, sería comparable a la de Venezuela; la efectividad del gobierno se vería minada en medio de la confrontación política, y buena parte de los socios de la coalición -y todos los candidatos que aspiran a sucederlo- se sentiría desencantada, como muchos de ellos ya lo han manifestado.

Y las reservas no se limitan al mundo de la política. Muchos uribistas prefieren ocho años a 12. La paranoia que el Presidente mostró frente al triunfo de Samuel Moreno en Bogotá evidencia lo que en la aviación se denomina "fatiga de metal". El pelo del Primer Mandatario, que era negro, está pasando de plateado a blanco. Las 20 horas diarias de trabajo sin descanso, si bien heroicas, no hay cuerpo que las resista.

Por otra parte, Uribe valora la percepción internacional que se tiene de él como el anti-Chávez. Y este contraste no se limita al aspecto ideológico. El Presidente venezolano simboliza el populismo y la desinstitucionalización total de su país. Uribe, aunque para sus más feroces críticos es percibido en los mismos términos, se considera a sí mismo exactamente el opuesto: un estadista responsable que es respetuoso de la Constitución y de las instituciones y que antepone el interés nacional a cualquier ambición personal.

No es imposible que la fecha de su declaración distanciándose de la reelección esté directamente relacionada con el desenlace del referendo de Chávez. Si éste gana, Uribe no querría quedar al mismo nivel de él perpetuándose hasta 2021. Si pierde, no querría proyectar la imagen de que se corrió por el susto de que le pueda suceder algo parecido. Por eso, era oportuno hacer el anuncio tres días antes de que se supiera el resultado.