JUSTICIA
“Se quedaron con Evangelista”: la súplica de la esposa de un secuestrado
María Cristina Bohórquez y su hija Yohanna le escribieron una carta al presidente Iván Duque. Le cuentan cómo se lo llevaron y las pruebas de supervivencia que le han enviado en donde el hombre, desesperado, “nos dice que venda todo para pagar”. Tuvieron que huir de su pueblo.
El secuestro es quizás la cara más aterradora del conflicto armado que aún persiste en Colombia. La angustia y la desesperanza de las familias es conmovedora. Y la impotencia aún más. En esta carta, María Cristina Bohórquez y su hija Yohanna le piden al presidente Iván Duque que haga algo por su padre y esposo, Evangelista Bohórquez. El agricultor, de la tercera edad, está secuestrado desde marzo del año pasado.
La familia ha recibido pruebas de supervivencia y ha sido extorsionada. “Pedían una cifra que ni vendiendo unas mil veces lo poquito que teníamos lograríamos alcanzarla”, cuenta la señora en la carta.
“Lo que sabemos hoy casi un año después del secuestro y sin tener comunicación de los captores hace casi seis meses, por voces de la comunidad, es que esta con vida y en delicado estado de salud, con poca movilidad en una pierna, que lo mueven en veredas cercanas a Ocaña, San Calixto, Rio de Oro, entre otros”.
Este es el mensaje que esa familia le manda al primer mandatario:
“Excelentísimo Señor Presidente. Ayúdeme a encontrar a mi esposo Evangelista Bohórquez de 72 años que lleva 11 meses secuestrado.
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Eran las 6:30pm del 19 de marzo de 2020 cuando nos desplazábamos del supermercado a nuestra casa ubicada a unos 5km de la Ciudad de Ocaña, Norte de Santander. Todo bajo la normalidad de siempre, en medio del camino notamos la presencia de un vehículo que nos hace la señal de pare. Viajábamos mi hijo Carlos Bohórquez, mi esposo Evangelista Bohórquez Contreras y mi persona Mary Bohórquez, estas personas que nos detienen, fuertemente armados nos meten a la fuerza en su carro doblados contra el piso y arrancan con rumbo desconocido. Temerosos dentro del carro sin saber porque nos estaba sucediendo esto, no hacíamos más que elevar
Nuestras oraciones al Altísimo. Andamos muchas horas por las carreteras del departamento y cuando preguntábamos que pasaba recibíamos golpes que nos hacían callar. Pensábamos que se trataba de una equivocación, no habíamos tenido problemas con nadie, sólo tenemos una pequeña finca de unas tres hectáreas para sembrar nuestro sustento y en ocasiones criamos cantidades pequeñas de pollos para comercializar algunos y para el consumo.
Un poco después de la media noche se detiene el vehículo y nos hacen bajar a mi hijo y a mí, se quedaron con Evangelista. Nos pidieron números telefónicos para comunicarse y solo hasta ese momento nos dicen que se trata de un secuestro y que no hiciéramos ninguna denuncia porque corría peligro la vida de quien me ha acompañado por más de 40 años. En medio de una carretera solitaria quedamos sin saber qué hacer, pero ¿Qué podría ser peor? Después de un largo tiempo a la espera de ayuda, nos recoge una persona y nos acerca nuevamente a la ciudad de Ocaña. No nos atrevimos inicialmente a hacer denuncia alguna por temor, solo a esperar una larga semana para recibir el primer mensaje, la sorpresa, pedían una cifra que ni vendiendo unas mil veces lo poquito que teníamos lograríamos alcanzarla. No había posibilidad de hablar con ellos, sólo envían el mensaje y se silencian un mes para enviar el segundo mensaje.
Vivimos momentos de angustias, desespero pero todos los esfuerzos que se hacían han sido en vano. Se comunicaron unas tres veces y hasta nos enviaron pruebas de supervivencia, en la que él, mi esposo nos dice que venda todo para pagar, sin saber quizás la cifra que piden.
En vista de los pocos frutos que logramos, nos comunicamos con las autoridades de Gaula de Ocaña, explicando lo sucedido, tampoco obtuvimos resultados, luego lo hicimos en Gaula Cúcuta, con el Gaula en Aguachica (Cesar). Los secuestros han rondado esta región durante muchos años; algunos con la peor de las suertes como la del señor Juan Pablo Castillo asesinado en junio pasado cuando se sintieron intimidados por la presencia de la policía.
Lo que sabemos hoy casi un año después del secuestro y sin tener comunicación de los captores hace casi seis meses, por voces de la comunidad, es que está con vida y en delicado estado de salud, con poca movilidad en una pierna, que lo mueven en veredas cercanas a Ocaña, San Calixto, Rio de Oro, entre otros.
Conociendo su trabajo en contra de este flagelo, le rogamos, le suplicamos, nos ayude a reencontrarnos con nuestro ser querido, un hombre de campo, trabajador, honesto, incapaz de quitarle un peso a otra persona. Ese es el clamor de la familia Bohórquez, que tuvo que desplazarse a otra ciudad por temor a su seguridad y dejar en el abandono las pocas pertenencias producto de toda una vida de trabajo”.