CONFLICTO

¿Se le va el tren de la paz al ELN?

Dialogar con esa guerrilla, que sigue secuestrando y no da muestra de renunciar a hacerlo, es más complicado y puede tomar más tiempo.

31 de agosto de 2013
El comandante del Eln, Nicolás Rodríguez, Gabino, calificó la liberación del canadiense Gernot Wober, secuestrado desde enero, como un gesto humanitario y la usó para insistir en un diálogo sobre los aspectos nodales del país.

Apenas el ELN devolvió a la libertad, el pasado miércoles, al ingeniero canadiense Gernot Wober que tenía secuestrado desde enero y el presidente Santos dijo que era “un paso importante en la dirección correcta”, se dio por sentado el inicio inminente de un proceso de paz con la segunda guerrilla del país. La cosa, sin embargo, no es tan sencilla.

El presidente condicionó públicamente los diálogos con el ELN a que liberara los secuestrados, en particular, al canadiense, vicepresidente de una compañía minera de ese país. El comandante del ELN, Gabino, presentó su entrega a monseñor Darío Monsalve, arzobispo de Cali, Francisco de Roux, superior jesuita, y el Comité Internacional de la Cruz Roja, en Montecristo, sur de Bolívar, después de hacerlo cruzar a pie toda la serranía de San Lucas, como un “gesto humanitario” y reiteró su interés en abrir diálogos de paz. Juan Manuel Santos dijo: “El gobierno está listo para dar ese paso”. 

Sin embargo, hay no pocos indicios de que ni uno ni otro están listos. No se descarta que próximamente tenga lugar una reunión entre las dos partes, pero de ahí a iniciar un proceso como el de La Habana falta mucho. La situación con el ELN es parecida a la que se tenía con las Farc poco antes de iniciar la fase ‘exploratoria’. Por lo que SEMANA ha podido averiguar, no se ha definido ni el lugar donde se adelantarían esas conversaciones preliminares para ‘discutir qué se va a discutir’ (que va de Costa Rica a Uruguay y de Cuba a Venezuela), y, ni siquiera, la composición de ambas delegaciones.

Ambos se vieron una vez, hace unos meses. El Estado puso la condición, para iniciar diálogos, de liberar los secuestrados, entre ellos el canadiense, y de hacer el gesto de renunciar al secuestro –que las Farc hicieron público a comienzos de 2012, cuando empezaban las conversaciones exploratorias con ellas–.

Los elenos solo liberaron al canadiense después de que su empresa decidió irse de Colombia y dijo que accedía a la exigencia de los secuestradores de devolver los títulos de los terrenos donde adelantaba sus labores, mientras flota en el aire la pregunta de si pagó o no por su liberación.

Retienen a otros secuestrados, como el ingeniero León Andrés Montes, del que habló hace poco la columnista Salud Hernández. Según el general Humberto Guatibonza del Gaula de la Policía, se han convertido en “los segundos secuestradores de Colombia”, responsables de 11 secuestros este año.

Para el gobierno, asediado por protestas agrarias y críticas a su negociación con las Farc y con las 
elecciones a la vuelta de la esquina, no es fácil abrir conversaciones sin gestos que los elenos no parecen dispuestos a hacer. Gabino insiste en que la paz es para hablar de los “asuntos nodales” del país y que los diálogos deben tener participación masiva de la sociedad. Y no dice una palabra sobre liberación de secuestrados, siembra de minas o alianzas con grupos como los Rastrojos en Cauca y Nariño.

Dificultades coyunturales a las que se suman otras, de fondo. Por una parte, una Mesa paralela con el ELN puede complicar, al menos de entrada, la negociación con las Farc. Temas que no quedaron en la agenda con una serán primordiales con la otra, como la cuestión minero-energética o la participación masiva de la sociedad civil y no es difícil imaginar que ambas guerrillas, que ya coordinan aspectos de su actividad, lo harían aún más para negociar. 

Por otra parte, del gobierno de Samper al de Uribe, entre Maguncia y La Habana, media docena de intentos de paz con los elenos han invariablemente llegado al borde sin dar el paso decisivo (aunque en algunos casos el problema ha sido también de los gobiernos). Está por verse si la comandancia del ELN  entiende que esta es la última oportunidad: para el gobierno, el bus de la paz que arrancó en Cuba es el único que habrá.

Es una combinación de factores que induce a la cautela. Como lo resumió el comisionado de Paz, habitualmente tan parco: “Hay canales abiertos con el ELN. Cuando haya algo que anunciar el presidente lo anunciará. Pero estas cosas se toman su tiempo. Así fue con las Farc. Paciencia”. Por lo visto, las cosas con los elenos no están a la vuelta de la esquina.