CAUCA
Sebastian Belalcázar: ¿por qué protestan los Misak en Popayán?
El monumento de Sebastián de Belalcázar, ubicado en el sector del Morro, fue derribado tras una manifestación. Aseguran que se trata de un juicio simbólico en contra del colonizador español.
El derribo de la estatua del español Sebastián Belalcázar en Popayán, por parte de los indígenas Misak, ha profundizado el debate en Colombia sobre las secuelas de la violenta colonización sufrida por las comunidades nativas.
Para muchos, la acción de los Misak atenta contra la historia -ese relato histórico establecido sin contradicciones- de Colombia, pero dicha comunidad indígena asegura que tiene otras razones para haber tumbado la estatua ubicada en el sector del Morro de la capital del Cauca.
Según los Misak, a Belalcázar se le realizó un juicio simbólico por genocidio, despojo y acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural “de los pueblos que hacían parte de la Confederación Pubenence, tortura por medio de técnicas de empalamiento y ataque con perros asesinos a los fuertes guerreros Misak”.
También lo señalan de hurto de patrimonio cultural y económico de la herencia Pubenence y repartición arbitraria de tierras. “Este juicio lo enmarcamos dentro de un compromiso que tenemos frente a la memoria colectiva de nuestra sangre, razón por la cual estamos convocados a reescribir la historia liberándonos de toda huella producto de la colonialidad del saber”, dicen los Misak.
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Entre sus razones alegan, que la estatua de Belalcázar ubicada en el Morro hace más de 80 años, fue producto de una promesa incumplida por parte del Estado. La idea original era ubicar en ese sitio un monumento al cacique Pubén, a quien atribuyen la fundación de Popayán, y la de Sebastián ponerla en la plazoleta de San Francisco. Sin embargo, solo hicieron una estatua y fue la del colonizador español.
“La estatua hace parte de la violencia simbólica que nos ha oprimido y nos ha puesto en un lugar de olvido. Los pueblos ancestrales no hacemos parte de la historia colonial”, agregan los Misak, y aseguran que lo que ocurrió este miércoles en la tarde fue un acto de justicia con la persona “que tras el hambre de oro, llevo a nuestros pueblos a la reducción demográfica más alta, el más alto índice de desaparición de indígenas durante los primeros años de la conquista”.
La acción de los Misak ha sido rechazado por autoridades políticas y gremios empresariales del Cauca. Uno de los primeros en sentar su voz de protesta fue el alcalde de Popayán, Juan Carlos López Castrillón, quien anunció que la estatua será restaurada inmediatamente. Por su parte, la senadora Paloma Valencia precisó que: “Los monumentos no son insultos, son huellas de nuestra historia. Dañar y destruir los bienes públicos no alivia, ni soluciona, solo enfrenta y separa”.