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SECUESTRADA

Un halo de misterio rodea el secuestro de Camila Michelsen séptima hija del ex presidente del Grupo Grancolombiano.

28 de octubre de 1985

Hace algunas semanas, Claudia Michelsen Niño, hermana de Camila, la secuestrada hija del ex presidente del Grupo Grancolombiano Jaime Michelsen Uribe, fue abordada por un extraño, cuando abandonaba su lugar de trabajo, en las oficinas de Planeación Distrital. El sujeto, un hombre medianamente bien vestido, de aproximadamente 30 años, le manifestó que sabía quién era su padre y le dijo que profesaba por él una gran admiración. El desconocido agregó que, por esa razón, deseaba advertirle que "en el ambiente" flotaban rumores sobre la posibilidad de que se presentaran situaciones de peligro para la familia Michelsen.
La semana pasada, esos extraños rumores se volvieron realidad. El martes 24 de septiembre, Camila Michelsen, de apenas 20 años, llegó sonriente a sus clases de administración y finanzas en el Politécnico Grancolombiano, al oriente de la ciudad. El día anterior, se había hecho cortar el pelo y se sentía orgullosa con su nuevo peinado. Asistió de 7 a 9 de la mañana a clase de economía y luego salió con su mejor amiga, María Clara Luque, compañera suya desde los años de primaria, a tomarse una gaseosa. Vestida de gris, con una chaqueta que, según ella misma había contado, era de una de sus hermanas, se dirigió a la cafetería. Allí se encontró con otro de sus amigos, Juan Carlos Duque, quien ese día estaba estrenando unas gafas estilo punk, que Camila y María Clara convirtieron en motivo de bromas y burlas. Otro compañero, Luis Guillermo Rico, quien se ha hecho famoso por las galletas que vende en el Politécnico, tampoco escapó al ánimo mamagallista de Camila y María Clara. Juntas, recorrieron el patio frente a la cafetería ofreciendo las galletas, ante la indiferencia de los demás estudiantes. Debido al escaso éxito de las galletas, María Clara regresó a la cafetería y le dijo a Juan Carlos: "Se da cuenta, ni regaladas las compran".
Diez minutos más tarde, terminaba el descanso y Camila entraba a clase de metodología, a la cual no tenía obligación de asistir ese día, pues estaban sustentando unos trabajos de grupo, y Camila ya había sustentado el suyo la semana anterior. Durante los primeros minutos de clase, se le notó bastante aburrida. Como a los cinco minutos, le pasó un papelito a María Clara, informándole que iría a almorzar con el amigo que ella le había presentado el día anterior. María Clara le respondió con un guiño de ojo y le devolvió el papelito con la palabra "guau" escrita.
Hacia las 9 y 30, sucedió algo anormal, que no dejó de atraer la atención de los estudiantes que se encontraban en el salón. Una mujer de unos 20 años entró al salón, se dirigió hacia e] puesto que ocupaba Camila y desplazó a un muchacho que estaba sentado al lado de ella, tomando el asiento en su lugar. Sólo él se dio cuenta de que la joven se encontraba armada de una pistola, pues fue amenazada con ésta sin que el resto del salón se percatara de lo que estaba sucediendo. Treinta segundos después entraron dos hombres exhibiendo ellos sí sus pistolas y sometiendo a los 12 estudiantes que se encontraban en el salón. Uno de ellos tomó por el brazo a Camila y, con la ayuda de la mujer que había entrado inicialmente, la llevaron a jalonazos hacia la puerta. Uno de los estudiantes se levantó de su silla y trató de oponer resistencia, pero fue amenazado con una bomba que, según los asaltantes, dejarían en la puerta. Otro compañero quiso ir más lejos. Se levantó y tomó el paquete que supuestamente contenía la bomba y del cual sobresalía una mecha prendida, y lo arrojó al potrero que se encontraba enfrente. El paquete se abrió: su contenido no era otro que un rollo de papel higiénico. Camila forcejeaba y gritaba, y estuvo a punto de zafarse en un momento dado.
La mayoría de la gente que se encontraba en los alrededores del salón quedó como paralizada, pues además del forcejeo de Camila y sus captores armados, se desató una lluvia de disparos que provenían de distintas direcciones. "Yo vi a un hombre que disparaba en círculo con una ametralladora y creí que se trataba de alguien que se había vuelto loco", dijo una de las secretarias del Politécnico. La confusión daba para todo. Algunas personas pensaron que se trataba de la filmación de una serie dramatizada, suposición que se justificaba porque en el Politécnico se viene filmando una serie de televisión llamada "La U" .
El episodio hubiera terminado pronto, si en el momento en que secuestradores y secuestrada bajaban por las escaleras hacia el parqueadero, Juan Carlos Duque, el mismo que estaba estrenando las gafas punk, no se hubiera interpuesto. El estudiante se avalanzó sobre los captores y recibió tres balazos (ver recuadro). Posteriormente, los delincuentes subieron a Camila en ún Renault 6, mientras el tiroteo continuaba y de él resultaba herido José Peña,uno de los celadores del Politécnico, quien efectuó algunos disparos contra los secuestradores, pero luego suspendió su acción, temiendo que pudiera herir a alguno de los estudiantes. Segundos después, cuando el Renault 6 ya había arrancado, un grupo de estudiantes en otro automóvil intentó darle alcance, pero no pudo ni siquiera iniciar la persecución porque una camioneta había sido atravesada en el camino por los propios secuestradores. Al mismo tiempo, Mauricio Canales, cuñado de Camila y ejecutivo del Politécnico, salió por la otra vía de acceso al centro de estudios para tratar de cerrarles el camino antes de que llegaran a la carretera de Circunvalación, donde se presentó un nuevo intercambio de disparos, tras el cual el Renault 6 logró finalmente escabullirse.
Minutos después, las principales cadenas de radio del país daban la noticia. Mientras tanto, Pablo Michelsen, enterado por las directivas del Politécnico de lo sucedido, se trasladó hacia su residencia, a donde fueron llegando, uno tras otro, amigos, parientes y ex funcionarios del Grupo Grancolombiano a acompañarlo y expresarle su solidaridad. Michelsen Niño comenzó a buscar a su padre por teléfono, pero no lo encontro en el lugar donde estaba alojado en Madrid, España. Pablo Michelsen le dejó la siguiente razón: "Por favor, que llame rápido porque hay un problema con Camila". Poco tiempo después, sonaba el teléfono en la residencia de Pablo Michelsen, quien recibió la llamada a solas, en una habitación cerrada. Su padre, prevenido por la razón, escuchó cómo se confirmaban sus peores sospechas. Perdió el habla y sólo atinó a responder que tenía que colgar, pues le resultaba imposible proseguir la conversación en ese momento. Media hora después volvieron a hablar y el ex presidente del Grupo Grancolombiano tomo la decisión de regresar a Panamá, de donde había salido días antes.
La primera pregunta que mucho se hicieron al enterarse de la noticia fue por qué 6 de los 8 hijos de Jaime Michelsen viven en Colombia y lo hacen sin contar con vigilancia constante. Lo cierto es que después de la intervención del Grupo por parte del gobierno, todos los miembros de la familia decidieron trasladarse solidariamente a Miami. Sólo un año después y ante la necesidad de reintegrarse a sus respectivas actividades en Colombia, comenzaron a regresar al país.
Pero esa fue apenas una de las preguntas que se planteó la opinión pública, horas después del secuestro de Camila Michelsen. Otra de las inquietudes, que no se habían resuelto al cierre de esta edición, era la referente a los móviles del secuestro. De Jaime Michelsen nunca se supo si era un hombre realmente adinerado cuando nadie discutía que era el hombre más poderoso de Colombia. Esto se explica en buena parte por el hecho de que su debilidad era más el poder que el dinero. Mientras centenares de personas podían volverse millonarias por una decisión suya, su vida personal resultaba más bien ascética, calvinista y austera, y estaba muy lejos de parecerse a la imagen que normalmente se tiene del magnate de jet, helicóptero, carros lujosos y viajes alrededor del mundo.
Pero independientemente del debate sobre su fortuna personal, lo obvio era que cuando se desempeñaba como presidente del Grupo Grancolombiano, tenia una disponibilidad gigantesca de recursos a la mano. Sin embargo, al haber perdido el poder de controlar al grupo financiero más grande de la historia del país, esa situación ya no es válida. Por esa razón, muchos sostienen que el secuestro de Camila Michelsen puede tener móviles más políticos que financieros.
Esta idea se ve respaldada por el hecho de que indiscutiblemente la familia Michelsen debio enfrentar en los últimos años un ambiente de hostilidad con pocos antecedentes en la historia del país. Sin embargo, lo que no parece cuadrar en esta interpretación es que un secuestro político suele ser reivindicado de inmediato, y en este caso, aparte de toda clase de llamadas telefónicas engañosas y de falsas alarmas, lo único que está claro es que 4 días después de ocurrida, nadie se había responsabilizado por la acción. El secuestro de Camila Michelsen estaba, al cierre de esta edición, rodeado por un misterio pocas veces visto. Sólo cabía esperar que se resolviera en forma feliz.

QUIEN ES CAMILA
Al decir de los allegados a la familia Michelsen Niño, de los ocho hijos, es Camila -la séptima- la más parecida físicamente y la más cercana al ex presidente del Grupo Grancolombiano. "Adoración mutua", es como definen los íntimos la relación entre Jaime Michelsen y la joven de 20 años. Aunque muy tímida y callada, sus amigos consideran a Camila como una persona con excelente sentido del humor y sobre todo con "chispa", ya que tiene el comentario simpático en el momento exacto. Camila había regresado de Miami en enero de este año para ingresar al Politécnico Grancolombiano, obra ejecutada por su padre en tiempos de gloria, a cursar estudios de administración de finanzas. Más que por el manejo de las finanzas propiamente dichas, Camila se inclina por el manejo de personal, y la materia que más le gusta es el derecho laboral.
Al decir de sus amigas y sus compañeros de curso, otra de las características de Camila es su extremada sencillez. A pesar de ser exclusiva en sus amistades, posee mucha simpatía y se relaciona fácilmente con todo el mundo. Muy religiosa, en los Estados Unidos Camila se integró a un grupo de una iglesia que prestaba ayuda a niños maltratados.
Con una capacidad enorme para burlarse de sí misma, Camila fue especialmente reservada, hasta con sus amigos más íntimos, sobre los problemas de su padre. Sin embargo, la indefinición jurídica de Jaime Michelsen hizo que en este año sus hijos fueran regresando gradualmente a Colombia.
Como al resto de la familia, la adversidad vivida fortaleció internamente a Camila, dicen sus allegados. No obstante, no ha podido superar el nerviosismo, a tal punto que se la ve constantemente comiéndose las uñas. Aunque la seriedad y la austeridad son constantes en la vida diaria de los Michelsen, a Camila le encanta estar a la moda, tanto que sus compañeras confiesan que tenía una frustrada tendencia hacia la ropa punk.
Si los pasatiempos preferidos de Camila son para practicar al aire libre -la navegación y dorarse en la playa al rayo del sol-, sus temores más grandes son a la oscuridad. Siempre comentó que una cosa que la aterrorizaba era el secuestro. Sin embargo, y paradójicamente, ni ella ni sus hermanos residentes en Colombia han recibido protección especial.

EL HEROE DEL DIA
Juan Carlos Duque, un joven de 19 años que estudia sistemas en el Politécnico Grancolombiano, se convirtió prácticamente en el héroe de la jornada. Impresionado por los gritos de auxilio y el rostro horrorizado de su amiga Camila, Juan Carlos se lanzó contra el hombre que la llevaba casi a rastras por las escaleras. El secuestrador lo amenazó colocándole una ametralladora en la frente, y él, sin pensarlo y "sin saber cómo", según cuenta, le apartó el arma con una mano y con la otra le asestó un soberbio puñetazo, mandándolo al suelo. En ese momento le cayeron varios disparos y tres de ellos le alcanzaron la pierna derecha. Como pudo se ocultó tras un árbol y después se refugió en una zanja.
El joven Duque afirma que no recuerda haber dado en su vida un puño de esa naturaleza. "Me quedó doliendo mucho la muñeca", dice a SEMANA. Se autodefine como un mal estudiante y afirma no practicar ningún deporte, a excepción del automovilismo, y actualmente se encuentra inscrito en la Federación de Karts.
Sus familiares dicen que es una persona solidaria y que según lo que les ha contado, "la expresión de angustia llevaba Camila en la cara, fue la que lo hizo reaccionar", le dijo a su madre. No sabía lo que era una bala y tal vez por eso tampoco se amedrentó frente al arma con que lo encañonaron.
Visiblemente nervioso, afirma que no le gusta recordar ese momento "porque me da mucha rabia no haber podido hacer nada". También maldice el momento en que Camila no le hizo caso de que se quedara por fuera de clase a esa hora, y afirma: "si hubiera capado, seguramente no la habrían secuestrado".