Judicial
Secuestros, torturas y descuartizamientos, el modus operandi de la banda de Satanás
Alias Leidy fue enviada a la cárcel por su participación en el asesinato de tres personas a quienes tenían retenidas en una casa del barrio Amparo, en Kennedy.
“Las dos víctimas sentadas en una silla, amordazadas con medias y atadas de manos y pies, a su vez las golpeaban en sus cabezas con armas y les gritaban: se iban a morir”. Este crudo relato fue presentado por la Fiscalía General en el proceso que se adelanta en contra de Leidy Johana Bustos Urrego, una joven de tan solo 24 años, que formaría parte de la temida banda de Los Satanás.
El ente investigador asegura que esta joven participó directamente en tres asesinatos en medio de una guerra a muerte por el control del microtráfico en el centro de Bogotá. El testimonio de un sobreviviente –cuya identidad se mantiene en absoluta reserva- fue clave para identificar a la mujer y corroborar su participación en estos casos.
“Posteriormente, usted en compañía de Montero Gutiérrez y Mendoza Machado procedieron a golpear a las dos víctimas con puños y patadas y luego aprovisionarse de cuchillos y propinarles puñaladas en el pecho, en el tórax, en la espalda y en el cuello”.
El fiscal del caso relató que las víctimas, identificadas como Carlos José Vanegas Romero, Brandon Enrique Flórez Tejedor y Jonathan Smith Martínez Villalobos, fueron descuartizados y metidos en bolsas de basura en una vivienda ubicada en el barrio Patio Bonito, en la localidad de Kennedy, que fue denominada por las autoridades como el Hotel del Terror.
Lo más leído
Por la gravedad de los hechos, una jueza de control de garantías ordenó enviarla a la cárcel Buen Pastor mientras se adelanta el proceso judicial. La mujer no aceptó los delitos de homicidio agravado en concurso con tortura.
“No queda otro camino que imponer una medida de aseguramiento de detención preventiva en establecimiento carcelario a la ciudadana Bustos Urrego, porque se denota que con la misma se están persiguiendo finalidades constitucionales legítimas como es la protección y la seguridad de la comunidad”, explicó la jueza que tuvo en cuenta la petición presentada por la Fiscalía General.
Esta captura se suma a la de alias La Mona y Guri, dos de los principales jefes de esta banda criminal que sembró el miedo en el centro de la capital de la República por su extrema violencia.
El Hotel del Terror
El testimonio de un sobreviviente fue clave para identificar a las personas que forman parte de esta banda. Alias Guri, de acuerdo con la investigación, fue el responsable, con sus cómplices, de amarrar a las víctimas, amenazarlas, apuñalarlas y luego lanzar bloques de cemento en la cabeza para completar el asesinato. La brutalidad de sus acciones quedó en el material probatorio que presentó la Fiscalía para su judicialización, detalles que estremecieron incluso al juez al advertir que alias Guri es un peligro para la sociedad.
“Abundante evidencia técnica, como registros de cámaras de seguridad, dan cuenta de que alias Guri habría participado en el homicidio de tres personas que fueron retenidas en una vivienda, sometidas a actos de tortura, envueltas en bolsas plásticas, transportadas en una carreta y abandonadas en vía pública en el barrio El Amparo, en la localidad de Kennedy”.
Las declaraciones en contra de alias Guri y los otros integrantes de la organización criminal fueron fundamentales para lograr su captura y posterior judicialización. En esos testimonios se advierte la forma violenta y despiadada que usaron para asesinar a tres hombres y una mujer, esta última apuñalada por una menor de edad.
“En el curso de la investigación se estableció que Herrera Ramírez y los demás involucrados en estos crímenes, presuntamente grabaron varios videos mientras sometían a las víctimas, y los enviaron al máximo cabecilla de la organización delincuencial que permanece privado de la libertad”, advirtió la Fiscalía.
Alias La Mona, un adolescente de apenas 16 años de edad, fue la encargada de apuñalar a la mujer que tenían secuestrada, luego de forma brutal lanzarle un bloque de cemento en la cabeza para confirmar el asesinato. La menor aceptó su responsabilidad en esos hechos; en otras palabras, reconoció que secuestró, torturó, asesinó y embolsó a las víctimas.