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GUSTAVO MONCAYO
GUSTAVO MONCAYO, YURI TATIANA MONCAYO. VIA PANAMARICANA-PASTO EL BORDO. JUNIO 20 DE 2007. FOTO: JUAN CARLOS SIERRA-REVISTA SEMANA. | Foto: Juan Carlos Sierra

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“Seguirán muriendo más víctimas de las Farc sin reparación”: Jhon Frank Pinchao por la muerte del profesor Moncayo

El exsecuestrado de las Farc lamentó la muerte del profesor Gustavo Moncayo y recordó en SEMANA el momento en que lo visitó en su casa.

15 de noviembre de 2022

Uno de los capítulos más tristes de la historia colombiana fue cuando la extinta guerrilla de las Farc secuestró y torturó sin piedad a militares y policías. Luego de que se tomaban los municipios y se llevaban como rehenes a los uniformados, los encadenaban de pies, brazos y cuello y los encerraban en jaulas en medio de la selva. Quienes sobrevivieron esa pesadilla cuentan que cada día que pasaban sentían que era el último. Tanto los secuestrados como sus familias sufrieron el dolor de la guerra.

El profesor Gustavo Moncayo era uno de esos familiares que vivían en la incertidumbre de saber qué estaba pasando con su hijo, el entonces soldado Pablo Emilio Moncayo. Le tocaba conformarse con una prueba de supervivencia que de vez en cuando llegaba y que llenaba su alma de esperanza y dolor, como lo manifestó tantas veces.

“Pero el profesor como pocos, tuvo la gallardía de caminar durante mucho tiempo, pidiendo la liberación de todos los secuestrados y por eso se ganó mi admiración y respeto. Nunca fue indiferente. Hoy lamentó mucho la noticia de su muerte”, dijo a SEMANA Jhon Frank Pinchao, quien cuando era miembro activo de la Policía también fue secuestrado e hizo historia por escapársele a sus captores.

El profesor Moncayo caminó por varios municipios del país rogando a las Farc la liberación de su hijo, y contrario a eso, el soldado Pablo Emilio ha sido la persona que permaneció más tiempo privado de la libertad en manos de la entonces guerrilla. Pasaron 12 años, tres meses y diez días para que el profesor pudiera volver a tener entre sus brazos a su hijo.

Para Pinchao, “es lamentable que un icono de la lucha por la libertad muriera esperando la reparación de las Farc. Queda demostrado una vez más que con la JEP solo se creó un tribunal de impunidad de delincuentes y narco terroristas, mientras ocho millones de víctimas siguen esperando ser reparadas”, dijo Pinchao evidentemente molesto.

Y es que para él no tiene justificación que el profesor al que le tocó radicarse en Canadá con su familia por temas de seguridad y que regresó a Colombia cuando se enteró de que padecía de cáncer, tuviera que suplicar para que lo repararan económicamente después de ocho años de haber firmado la paz y con la esperanza de que con ese dinero pudiera pagar un tratamiento especializado de trasplante de hígado.

Pinchao dice que la lamentable noticia con la que amaneció el país lo llena de nostalgia y lo lleva a recordar la emoción que recorrió su cuerpo el día que conoció al profesor Moncayo en un barrio sencillo de Bogotá. Cuando el profesor vivía en una vivienda humilde de paso porque recién había podido reunirse con su hijo. “Traté de expresarle toda mi admiración y gratitud en un fuerte abrazo”, dijo el exsecuestrado.

Para concluir, Pinchao enfatizó: “Me duele su muerte, pero también me duele que seguirán muriendo más víctimas de las Farc sin reparación”.

En la mañana de este martes 15 de noviembre se conoció la noticia del fallecimiento del profesor, quien padecía de cáncer de hígado desde hace varios meses y estaba a la espera de un trasplante.

Vale la pena recordar que el profesor Moncayo inició una caminata en 2007 desde el municipio de Sandoná, Nariño, hasta Bogotá, para pedir la liberación de su hijo, el soldado Pablo Emilio Moncayo, secuestrado por la guerrilla de las Farc.

En su momento, Moncayo recorrió más de 46.000 kilómetros y se convirtió en un símbolo de la lucha por la paz en Colombia, en medio de una de las épocas de la violencia más críticas y en que los secuestros eran masivos y constantes.

Hace unos meses se supo que la situación de salud del docente había empeorado, pero esperaba un trasplante para poder continuar viviendo.