crimen
SEMANA revela las pruebas que involucran a Rodrigo Granda con el secuestro y asesinato de Cecilia Cubas
SEMANA obtuvo los correos que se cruzaba Rodrigo Granda con Osmar Martínez, cabecilla del Ejército Paraguayo del Pueblo, para coordinar el secuestro de Cecilia Cubas, quien fue enterrada estando aún con vida.
El excabecilla de las Farc Rodrigo Granda es buscado por la Justicia de Paraguay, con circular roja de Interpol, por ser uno de los autores del brutal secuestro y asesinato de Cecilia Cubas, hija del expresidente Raúl Cubas, en 2004. Granda asegura que es un montaje, pero las pruebas dicen lo contrario. SEMANA tuvo acceso a la investigación que determinó su responsabilidad en este aterrador crimen, que es evidente en la trazabilidad de los correos que se cruzaba con el Ejército Paraguayo del Pueblo (EPP): los asesoró, dio instrucciones y hasta cobraba 10 por ciento del dinero que pagaron por la liberación que nunca ocurrió. La enterraron viva.
Es un delito cometido hace 16 años, cuando la comunicación digital no era lo que es hoy. Los investigadores tuvieron que armar un rompecabezas para determinar que detrás de este secuestro estaban las Farc y que el articulador era Granda, aunque hoy se empeñe en negarlo. Pero sin importar la posición del cabecilla de las Farc, lo cierto es que el acuerdo de paz le da inmunidad en Colombia. Y, si bien México no hizo efectiva la orden de captura y prefirió enviarlo de regreso al país, en una nación diferente el asunto puede ser a otro precio, pues la orden de captura es internacional y el delito fue cometido en otro país.
Las comunicaciones
Cecilia Cubas fue secuestrada el 21 de septiembre de 2004. Horas después, los captores hicieron contacto con la familia. Siguiendo instrucciones de las Farc, para evitar ser descubiertos, las primeras llamadas las hicieron desde cabinas telefónicas. Luego, llamaron al teléfono del expresidente Raúl Cubas con tarjetas prepago en teléfonos públicos.
La coordinación era milimétrica y dejaba ver que quienes habían cometido el rapto sabían lo que hacían. Y no era para menos, tenían la asesoría de las Farc, los principales secuestradores del mundo.
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Les pusieron una cita en el centro comercial Shopping Multiplaza. Debían ir al baño, y detrás de un sanitario buscar una nota con el correo a través del cual se comunicarían en adelante: cantagrillo2000@yahoo.com.ar, y la clave era amanezien2. Ahí empezó el seguimiento con el que las autoridades paraguayas, con apoyo de la Fiscalía de Colombia y el Gaula de la Policía, descubrieron el rostro de las Farc.
Correos cifrados
El método consistía en que captores y familiares de Cecilia Cubas usaban el mismo correo, hacían autoenvíos en los que quedaban detalladas las instrucciones: negociaban el monto de la liberación, daban pruebas de vida y presionaban el pago con advertencias desgarradoras.
Según le explicó a SEMANA Alfredo Zárate, abogado y perito forense, quien llevó esta investigación y probablemente es la persona que más conoce en Paraguay la huella que dejaron los secuestros del EPP con asesoría de las Farc, les prohibieron usar el nombre de Cecilia en los correos; empezaron a hablar en clave, pero dejaban sobre la mesa la pesadilla que vivía.
“No nombre más a la chica, diga la fruta, ni nombre a la cana (policía)”, eran las instrucciones. Los mensajes, aterradores: “Por su salud no se preocupe, la fruta (Cecilia) está bien, preocúpese por su vida, les doy una semana para que respondan en su totalidad”.
En el cruce de correos advirtieron: “No creo que la fruta (Cecilia) pueda aguantar más tiempo, recuerde que ya se está pudriendo. Si no mejora la oferta no habrá más pruebas y tampoco podré garantizar nada”. Así concluía el amenazante mensaje, del que el investigador Zárate señaló que tenían razón, pues la estaban dejando morir. Cada prueba de vida era peor que la anterior.
Los rastros de Granda
Cometieron un error y ahí se empezó a desenredar la madeja. En el mail de contacto, dentro de la carpeta de enviados encontraron un correo electrónico que olvidaron borrar, dirigido a la cuenta musguero@hotmail.com. Para ese momento, las acciones de inteligencia no permitían acceder a cuentas, así que fue necesaria una solicitud a Microsoft para conocer quién estaba detrás.
Usaba el nombre de Gerardo Acosta, pero se trataba de Osmar Martínez, secretario general del Partido Patria Libre, cuyo brazo armado era el EPP. Martínez fue condenado a 35 años de cárcel por este secuestro y asesinato, y murió en prisión por un paro cardiorrespiratorio en 2015. Ahí se encuentran conversaciones con una persona denominada Rosendo Martínez, quien en realidad era Rodrigo Granda.
Los hilos del secuestro, estrategias y conversaciones cifradas los manejaba Granda. Un correo de julio 22 de 2004, dos meses antes de llevarse a Cecilia, reveló cómo Osmar Martínez, desde el correo musguero@hotmail.com, se comunicó con Granda, que usaba la cuenta trotador505@hotmail.com. Entre líneas, señalaban: “Espero que los de mas combersado me responda para que nos podamos ver si continuamo con el trajo de cultivo pero necesitamos del agrónomo para que tengamos mejor cosecha (sic)”.
Se referían al seguimiento que le estaban haciendo a Cecilia Cubas, a la necesidad de instrucciones de las Farc y a la llegada de un miembro de la guerrilla, que efectivamente se dio. Granda y Martínez, incluso, se habrían reunido en Venezuela en julio de ese año, como quedó documentado en sus conversaciones por correo electrónico, y por el pasaporte de Martínez en el que se revela su ingreso al país. El encuentro habría sido en el Hotel Renovación, de Caracas.
Con Cecilia en cautiverio, hubo un nuevo correo entre Granda y Martínez que ratifica la participación de las Farc. “Acá ya se hizo la siembra, y no tenemos agrónomo para asesorar la producción (...) terminada la cosecha puede trasladarse a la chacra para el curso de agronomía”. Se referían al secuestro ya ejecutado y la llegada del miembro de la guerrilla para asesorar el delito.
El secuestro
Aunque se calcula que Cecilia murió entre el 20 y el 24 de diciembre de 2004, su cuerpo solo fue hallado hasta mediados de febrero casi de forma accidental. En un allanamiento encontraron videos que enviaba el EPP a las Farc mostrando cómo hacían el adoctrinamiento. Entre esas cintas, había una en la que practicaban el operativo de secuestro; se ven sillas, un gimnasio y elementos que fueron determinantes.
En realidad, el arribo a la casa, en febrero de 2005, fue en busca de armas. Pero al ingresar encontraron detalles que ya habían visto en los videos. La duda se convirtió en certeza, en algún lado estaba Cecilia. “Era un búnker, diseñado incluso para hacer explotar granadas en caso de que ingresara un intruso”, explicó Zárate.
Encontraron un cuarto con rastros del cautiverio, plásticos negros de construcción para aislarla, que no supiera dónde estaba, qué hora era y que nadie notara su presencia. Era una casa grande, con un patio de cerca de 20 metros cuadrados en el que había un cuarto con materiales de construcción. Al pisar escucharon un sonido diferente. Encontraron un pozo de 90 centímetros de diámetro y 2 metros de profundidad. Ahí estaba enterrado el gimnasio del video, y una prueba contundente: unos pantis. No musitaron palabra, pero sabían que le pertenecían a Cecilia.
Había un segundo túnel contiguo, esta vez horizontal. Para entrar requirieron apoyo de los bomberos. Era una bóveda circular, esa era la recomendación que hacían las Farc para evitar derrumbes. Tenía un escalón que simulaba una cama, lo que hace pensar que la encerraban por largo tiempo bajo tierra. “El olor era putrefacto, encontramos el cuerpo de una mujer boca arriba, con las manos en el pecho, la pierna semiestirada, y mucha cinta cubriendo su boca y su nariz, lo que le causó la asfixia mecánica”, contó Zárate.
El esfuerzo por sacar el cuerpo empezó pasado mediodía y terminó a las diez de la noche. Era una mujer atlética, como Cecilia, pero había perdido peso; tenía implantes mamarios que llevaban un código de referencia que coincidía con los de la secuestrada. Como estaba prácticamente momificada, se alcanzaba a ver un tatuaje que tenía en la parte baja de la espalda, y hasta el odontólogo forense concluyó que se trataba de ella. La enterraron viva y de tal forma que esperaban que nunca encontraran su cuerpo. Pero como no hay crimen perfecto, fueron los errores en las comunicaciones entre Granda, de las Farc, y Martínez, del EPP, las pruebas determinantes del brutal crimen. Los videos con los cuales el EPP justificaba la financiación de la guerrilla colombiana los llevaron a la casa donde ocurrió la tragedia.
Este martes le fue negado el ingreso a México a Rodrigo Granda por la circular roja de Interpol que emitió la Policía paraguaya. De inmediato, congresistas del partido Comunes pusieron el grito en el cielo, advirtiendo que lo habían detenido y que era otro intento del Gobierno del presidente Iván Duque para acabar la paz. Pero la verdad está escrita. Granda es uno de los responsables de este brutal secuestro y asesinato. La familia de Cecilia Cubas no descansará hasta que esté tras las rejas. Y es evidente que el secuestro, usado por las Farc como método de financiación y negociación política, lo llevaron a Paraguay. Granda sigue negando una verdad probada judicialmente, la misma que se comprometieron a contar y, en este caso, no se está cumpliendo.