Semana Santa
Semana Santa en Pamplona, la nostalgia de los nazarenos
La celebración de la Semana Mayor en esta ciudad de Norte de Santander es patrimonio inmaterial de la nación. La Hermandad de Jesús Nazareno, quienes cargan los santos durante todas las procesiones, lamentan que pasarán otro año sin llevar las imágenes por las calles pamplonesas.
En el quinto domingo de Cuaresma el Señor del Humilladero regresa a su Santuario. Tras él van los fieles que lo han acompañado los cuatro domingos anteriores por las principales parroquias de la ciudad luego de las misas de tres de la tarde y las procesiones una hora después.
Este año, el quinto domingo de Cuaresma fue el 21 de marzo, pero en Pamplona, Norte de Santander, donde el Señor del Humilladero es el protector, la tradición de 223 años no se cumplió por segunda ocasión. La pandemia por la covid rompió con el voto del cabildo local que se promulgó para proteger a la ciudad de cualquier desgracia, especialmente de los temblores, y que es el preludio de una de las Semanas Santas más representativas del país junto a las de Mompós (Bolívar) y Popayán (Cauca).
Cuando Serafín Maldonado Vera, presidente de la Hermandad de Jesús Nazareno, recuerda que este año tampoco podrán cargar los santos ni en Cuaresma ni en Semana Santa, lagrimea. No puede creer que por segunda vez dejará de llevar a cuestas las figuras en la principal celebración católica. Él, que se consagró en la Hermandad para expiar algunas culpas cargando las imágenes con las que se conmemora el Triduo Pascual dice sentir una “tristeza muy grande”.
“Uno se siente muy triste. No sé cómo decirle, es como una agonía en el corazón, sin poder decir que se puedan hacer las cosas. Es muy triste realmente”, cuenta en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, la misma de la que tuvieron que llevarse la imagen del Cristo del Humilladero el año pasado, en la noche, a escondidas, después de haber hecho la procesión, porque ese mismo día se decretó el aislamiento obligatorio en todo el país.
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La Hermandad de Jesús Nazareno tiene la misma edad que la ciudad de Pamplona, 467 años, y siempre acompaña las celebraciones santas y más representativas de la ciudad. Con la pandemia se han visto obligados a quedarse encerrados y a seguir las celebraciones en las que participan activamente a través de transmisiones televisadas o de redes sociales.
John Jairo Ríos tiene 26 años y desde los 15 ingresó a la hermandad y actualmente es Vocal. Asegura que ama la Semana Santa en Pamplona y que fueron perjudicados por el virus que llevó al confinamiento, “nos duele, nos da nostalgia, sobre todo porque en estas fechas (quinto domingo de cuaresma) empezábamos las labores más fuertes: organizar las imágenes. A fecha de hoy estarían la mayoría de las imágenes armadas”.
Celebración de cuatro siglos
La de Pamplona es una de las celebraciones más antiguas del país, y por esa tradición, en la ciudad se tejió un turismo religioso que lleva unos 11.500 visitantes anuales, según calcula Margarita Leonor Camacho Araque, directora del Instituto de Cultura y Turismo de la ciudad. Para este año ese número se reducirá hasta 3.500, pues la mayoría de visitas llega para participar de las procesiones.
“Al Instituto de Turismo llaman y preguntan si van a ver procesiones, decimos que no, entonces la gente responde: no vamos”, cuenta la directora destacando que a pesar de esta adversidad han tratado de conjugar opciones para que los pamploneses y colombianos puedan disfrutar del fervor religioso. Por eso empezaron a sacar provecho de las tecnologías y hacer las transmisiones por Facebook live.
Para una ciudad en la que la religión es el palpitar, no poder conmemorar la Semana Santa —y teniendo presente que la celebración en Pamplona es patrimonio cultural inmaterial de la Nación— como lo dictan cuatro siglos y medio de tradición genera desazón, nostalgia. Las parroquias tienen que limitarse a los aforos que se permiten por disposición de las autoridades y aun así, en las afueras de cada templo con seguridad el fervor llevará a los fieles a acompañar la celebración que la pandemia les negó el año pasado. Al menos, este año, algunos podrán estar presencialmente.
Y de a pocos también se empieza a reactivar la economía alrededor de la fe. Teresa González desde hace dos décadas vende imágenes santas, escapularios, rosarios, cirios. Se sienta al frente del Santuario del Señor del Humilladero y el año pasado por el aislamiento tuvo que irse, “fue muy tremendo porque nos tocó guardar y ya no trabajar más. Estarnos en casa y ver cómo podíamos salir adelante”, recuerda. Apenas sacó todo, de nuevo, hace unos días y volvió al sitio donde ha estado con su venta, como lo hicieron su abuela, su mamá.
Y como a Teresa, al padre Juan Carlos Rodríguez Rozo, párroco del Santuario del Señor del humilladero, lo entusiasma la idea de que este año tendrán feligreses en el templo. La celebración pasada fue menos personal, de seguro cargada con mucha fe, pero hacía falta la cercanía con la gente. Es consciente de que el cuidado personal y del prójimo debe continuar.
Para el sacerdote este tiempo hizo mella en todo y lo económico no estuvo por fuera, más con una ciudad que se mueve con el turismo alrededor de la religiosidad. Valora y destaca a quienes ofrecen productos e imágenes santas, “ellos entienden muy bien que las medidas que se toman no son particulares. Entendemos la situación económica, poco a poco se ha ido hablando de esa apertura, por eso la gente ha sacado su plante, vende lo que puede”.
Las parroquias también sufrieron, “ha afectado la vida económica de las parroquias, nosotros vivimos de esos aportes de los fieles, pero cuando no vienen… pero bendito sea Dios, nuestros fieles no nos han desamparado. Y nosotros desde lo que hemos podido tratamos de ayudar a esas personas cuya vida depende de la venta de estos objetos religiosos”, agrega.
Crece el anhelo
La Hermanas Trovadoras de la Eucaristía son pregoneras del evangelio y parecen estar en todas partes en Pamplona. Es una comunidad joven —15 años— que integran 11 religiosas que aprovechan sus dotes artísticos para evangelizar. No han sido ajenas a las vicisitudes de la pandemia, pues el mensaje lo comparten con la comunidad en las actividades cotidianas: con la música, jugando con los niños, jugando fútbol, montando en bicicleta.
Y como todos en el 2020: encerradas.
“Aquí en Pamplona se podría decir que una de las señales más fuertes fue precisamente el silencio de las campañas, aquí hay muchos templos, entonces sentir un silencio casi fúnebre, no escuchar ni un solo ruido, ese fue el mayor impacto, esa soledad que cada uno sintió en su casa, fue lo que más impactó”, cuenta la hermana Isaura Barajas, vicaria de la comunidad.
Ellas, que iniciaron con la idea de vender cirios pascuales para las celebraciones de Semana Santa el año pasado, tuvieron que echar mano de la creatividad y ofrecerlos por redes sociales. Los vendieron y les tocó trasnochar haciendo unos más. Lo vieron como la posibilidad de brindar esperanza a las familias a través de algo tan simbólico como la luz.
La hermana Isaura resalta la fe de la ciudad: “para nosotros sigue creciendo ese anhelo de vivir de nuevo la Semana Santa y ya pensamos en el 2022, es más bien un llamado a la esperanza lo que sentimos acá en Pamplona”.
Lo mismo resaltan Serafín y John Jairo, quienes sienten que lo primordial es cuidarse y lamentan junto a los otros 288 integrantes de la hermandad no poder gozar con esta celebración. Para ellos es parte fundamental de su fe de su religiosidad. “La Semana Santa en Pamplona aglomera a muchas personas. Pero no quisimos ni exponernos ni exponer a la comunidad, si bien nos duele un poquito, vamos a seguir mostrando videos a la comunidad a través de nuestra página de Facebook”, dice el vocal.
El miércoles santo se consagrarán algunos nazarenos más, quince cumplieron con el proceso de formación de ocho meses, Serafín espera que todos tomen el compromiso para que vistan su túnica morada, cinturón de cuero y fique, capirote (que cubre el rostro), pañuelo blanco y alpargatas en la próxima Semana Santa, la del 2022. O antes, en la novena y fiesta del Señor del Humilladero en septiembre. Si la pandemia lo permite.
Epílogo: La fiesta de la música sacra
Desde hace 19 años se celebra el Festival Internacional Coral de Música Sacra. Pamplona es epicentro de este evento reconocido como patrimonio nacional inmaterial de la nación y en el que se puede disfrutar de coros de diversos lugares del mundo.
El festival no se ha interrumpido. Su programación está a la par con la Semana Santa y aunque se vio tocado por la pandemia, el año pasado —en su edición 18— se celebró en agosto. En el 2020 se realizará durante la Semana Mayor.
Entre el 28 de marzo y el 5 de abril, con una programación mixta: una parte presencial y otra virtual, se aprovechará la participación de coros brasileños, cubanos, mexicanos, argentinos y colombianos.
“Desde el año pasado con el tema de la virtual se han sumado varios coros. Vamos a contar con unas galas presenciales como la Schola Gregoriana de Bogotá, Armonía Scordata, que es un ensamble de música barroca, el Coro Femenino de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona y con estas tres agrupaciones, vamos a realizar todos los conciertos en la ciudad con el aforo permitido en los templos donde nos vamos a presentar”, comparte la directora del Instituto de Cultura y Turismo de la ciudad.
Las presentaciones virtuales se podrán seguir a través de la página de Facebook del Instituto de Cultura y Turismo de Pamplona, donde también puede consultarse la programación.
A pesar de la adversidad de la pandemia, Camacho Araque resalta que se ha ganado en conocimiento técnico y en participación con muchos países que tal vez no habrían llegado a la ciudad, pero que por los medios virtuales han compartido presentaciones.
La hermana Isaura resalta que el Festival también ha sido una forma de estar en paz durante este tiempo de encierro. “A veces en medio de tanto ruido, la música sacra ayuda a encontrar eso, un poco de paz, por eso es bueno que se haga en Semana Santa y nos crezca la curiosidad por conocer más esta música”, apunta.