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ORDEN PÚBLICO

La vida breve de Dylan, el pequeño de 8 años asesinado por sicarios en Bosa

Aunque tenía una familia disfuncional y tuvo que cambiar de casa cuando un hombre atentó contra su padre el año pasado, todos los que lo conocieron describen a Dylan Moreno con una misma frase: era un niño amoroso que cuidaba de su hermano ‘Milagrito’.

22 de octubre de 2017

El jueves en la mañana, los niños del grado 103, del colegio Gran Colombiano de Bosa, llegaron a clase y encontraron una silla vacía en el lugar en el que habitualmente se sentaba su compañero Dylan Fabián Moreno Muñoz. Algunos sabían lo que le había sucedido, porque presenciaron el momento en el que lo llevaron en ambulancia y otros preguntaron por él. Nadie lo vio cruzar la reja azul que marca la entrada de la institución educativa.

Gloria Sandoval fue la encargada de hablar con los estudiantes de primer grado. Como orientadora, les explicó que unos tipos le habían hecho daño a Dylan y que él ya no estaría con ellos. En frente del colegio, un voceador gritaba a todo pulmón la última noticia sobre el asesinato de uno de los alumnos.  

Hasta donde se sabe, los agresores no venían por el pequeño, sino por su papá que acababa de salir de la cárcel y había tenido problemas de narcomenudeo en el pasado. Pero los disparos impactaron a Dylan Fabián Moreno, de 8 años.

Un año antes, un sicario ya había atentado en contra de Fabian Mauricio Moreno, en su casa de San Bernardino. En esa ocasión, las balas habían alcanzado a su bebé de 15 meses de edad, pero como el pequeño sobrevivió, lo apodaron ‘Milagrito’. Dylan no tuvo esa suerte.

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Desde que su padre salió de la cárcel, Dylan Fabián había cambiado su actitud en clase. Era más disipado y tenía problemas de concentración. En su casa también se escuchaban gritos y su madre incluso salió golpeada en alguna ocasión frente a los vecinos. Pero nada pudo mermar la actitud amorosa del niño. Fabián era así, amaba abrazar a la gente, según dicen los que lo conocieron.

“Cuando nos vimos por primera vez, preciso lo habían asustado. Me abrazó enseguida, sin conocerme, era muy tierno”, describe su vecina, Shirley Reyes. Como vivían en el mismo edificio, Shirley lo cuidó a él y a sus hermanos, en varias ocasiones. Lo ayudaba a hacer sus tareas y recuerda cómo le divertía botar gotas de agua a la calle, sobre los transeúntes.

“Yo salía a fritar empanadas, me ponía a correr y él estaba toteado de la risa. Le gustaba ayudar en todo. El día de su octavo cumpleaños, el 20 de septiembre, le bajaron el ponqué con muñequitos de Cars, era lo que más amaba”, suelta antes de que se le escape una lágrima.

Fabián pasaba la mayor parte de su tiempo en casa, con sus hermanos, viendo televisión. A veces salía a jugar a la calle, pero como era el mayor, muchas veces tenía que quedarse en casa para cuidar a los pequeños, con la ayuda de Shirley.

Aunque era juicioso, tenía problemas para estudiar. Lo habían retirado de primer grado el año anterior por circunstancias médicas y por eso presentaba dificultades con la escritura, pero era un niño muy pilo para las matemáticas, dice su profesora Gloria Soto.

“Me enteré de lo que había pasado a las 9:30... fue terrible y fue más terrible llegar al colegio y saber que varios compañeros presenciaron lo que ocurrió. Lo vieron cuando lo llevaban herido al hospital”, cuenta, antes de relatar que Dylan se fue de viaje a San Andrés con su familia hace más o menos 3 meses y le trajo desde allá el llavero que todavía usa para guardar sus llaves del colegio.

Chachito era un niño como otros, con su reloj de Ben 10, su uniforme escolar y su amor por las pelotas de fútbol. Quizá habría podido ser ingeniero, o artista, pero su destino quedó truncado cuando un sicario le disparó en la cabeza en un video que se viralizó.

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“Si su padre tenía cuentas pendientes, que arreglen eso entre ellos, ¡¿Pero qué culpa podía tener el niño?! reclama Gustavo Blanco, presidente de la junta de acción comunal local y vecino de Fabián. “Acá nunca habíamos visto eso. Este es un barrio tranquilo. Hay gente que consume, como en todas partes, y a veces barras bravas de Millonarios, eso sí, pero sicarios no hay”, cuenta, en frente del pequeño altar sobremontado de un globo blanco que dispusieron en frente de la casa del niño.

Desde de que ocurrió el atentado, la familia entera se volvió a mudar de la zona, como se tuvieron que ir de San Bernardino después del primer atentado. Con el de Dylan Fabián Moreno Muñoz , van 2 homicidios de menores registrados este año en Bosa y 40 en Bogotá, de acuerdo con las cifras de Medicina Legal. Si se amplía a todo el país son 544 los menores de edad que fueron asesinados hasta septiembre, produciendo la escalofriante cifra de 54 niños asesinados por mes en Colombia. Casi a la misma hora en que murió Dylan, Sergio, también menor de edad, fue asesinado en la localidad de Engativá, pero su defunción se mantuvo prácticamente en silencio.

Si bien Bosa tiene problemas de pandillas, que ha documentado la Fundación Ideas para la Paz (FIP) entre otros, el asesinato de Dylan Fabián logró unir a numerosos habitantes de la localidad en repudio por la tragedia. Desde su colegio saldrá próximamente una marcha en honor al niño que fue asesinado y condenando las agresiones que sacuden las calles de la localidad ubicada en el suroccidente de la ciudad.