IDEAS PARA QUE COLOMBIA SALGA ADELANTE

“Sigamos creyendo en la universidad colombiana”: Juan Luis Mejía, rector de Eafit

“Desde la docencia y la transmisión de conocimiento es prioritario asumir su transformación, no solo ante esta nueva normalidad, sino ante la cuarta revolución industrial y las carreras del futuro, pues corremos el riesgo educar para un país que ya no es”.

26 de septiembre de 2020
Razones de la renuncia rector de la Eafit Juan Luis Mejía | Foto: Foto universidad Eafit

Por Juan Luis Mejía, rector de Eafit

No recuerdo quién en alguna ocasión afirmó que no puede haber desarrollo sin inteligencia. A lo que debe agregarse un aspecto adicional: las regiones que han alcanzado un desarrollo importante cuentan con una universidad que, precisamente, aporta en la generación de dicha inteligencia. Y con la crisis sanitaria que hemos enfrentado como humanidad y como país, la anterior premisa se confirma, pues han sido las universidades las que han dispuesto de su conocimiento y su investigación para la solución de esta contingencia en la que, además, se hace necesaria la consolidación de una universidad en red que trabaje de manera conjunta.

Por estas circunstancias es que desde el convencimiento pleno podemos subrayar que estamos ante el momento de la universidad colombiana y por ende es un imperativo seguir creyendo en su aporte al desarrollo de la nación. La propagación de la pandemia puso a prueba nuestra respuesta ante el reto de migrar la educación a otros escenarios, y en cuestión de días surgieron decenas de estrategias para garantizar el cumplimiento de los objetivos de aprendizaje. Propuestas de carácter científico emergieron también gracias al conocimiento de investigadores, iniciativas que han generado esperanza en una sociedad sumida en la incertidumbre.

Así, en la reactivación que se experimenta, la universidad tiene un rol protagónico que abarca a sus ejes misionales. Desde la docencia y la transmisión de conocimiento es prioritario asumir su transformación, no solo ante esta nueva normalidad, sino ante la cuarta revolución industrial y las carreras del futuro, pues corremos el riesgo educar para un país que ya no es. Es también la oportunidad para darse cuenta de que el énfasis se ha desplazado de la enseñanza al aprendizaje, con el estudiante en el centro del proceso y el profesor como un guía que acompaña.

Desde una perspectiva científica e investigativa, las universidades cuentan con una capacidad instalada que han construido en estos últimos 25 años en infraestructura de laboratorios y formación de doctores, entre otras. Si se analiza el tema de los doctores, más del 90 por ciento de ellos se encuentra vinculado a las universidades, asunto que no es menor si se mira lo que hay alrededor de su formación y el alto costo que le ha significado a la nación su capacitación. Pues bien, existe el riesgo de que no haya aporte alguno de dichos doctores a la investigación en Colombia si son reclutados por instituciones extranjeras.

La universidad es, a su vez, el lugar en que se gesta la ciudadanía, y aunque la pandemia ha hecho que en estos últimos meses los espacios de aprendizaje migren a la virtualidad, no puede olvidarse la idea de universidad como experiencia plena de vida y ese sitio diverso en el que se supera la visión reduccionista de una simple asistencia a clase. Por esto, se requiere de una educación integral que incluya las artes, el deporte, la ciencia y la proyección social, y que fortalezca esa idea global de universidad. De lado tampoco puede dejarse su necesario vínculo con los sectores productivos, y cómo estos pueden beneficiarse de la ciencia.

Y como referirse al papel de la educación superior en la reactivación del país sin mencionar la importancia de la educación técnica y tecnológica, cuya tasa de crecimiento entre los años 2010 y 2018 fue mucho menor que la universitaria, inclusive con una tasa negativa en el caso de la técnica profesional (-15 %) frente al 33 % de la tecnológica y el 49 % de la universitaria.

Para cerrar quisiera plantear la siguiente reflexión y es pensar la universidad como una gran conversación. Conversar es lograr un punto de encuentro a través de la palabra, y qué mejor que este intercambio de ideas se escenifique en un campus, lugar en el que se cultiva la inteligencia. La universidad es aquel espacio propio para la conversación integeneracional e intersocial, pero ante todo es donde se genera esa conversación entre las distintas áreas del conocimiento, de ahí su carácter de universal, y por eso fortalecerla es darle un impulso al desarrollo sostenible del país y de la humanidad.