POLÍTICA

Santrich y la Farc en el Congreso, ¿un estreno de silla vacía?

Otra polémica tras la captura de quien fuera negociador de paz de las Farc es la suerte de la curul que ocuparía en la Cámara de Representantes. Para unos no admite reemplazo, otros lo contemplan en aras del acuerdo de paz .

10 de abril de 2018

La silla vacía más famosa que Colombia recuerda fue la que dejó sin ocupar Manuel Marulanda Vélez, el jefe de las Farc, en la plaza Fundadores de San Vicente del Caguán (Caquetá), el jueves 7 de enero de 1999. Ese día, el presidente Andrés Pastrana Arango instaló la negociación de paz con la guerrilla. Tirofijo incumplió la cita. Nunca llegó. Sería el preludio de lo que pasaría tres años después. Una nueva frustración.

Con los años, la silla vacía sufrió una metamorfosis, y de estar asociada a las Farc en aquel episodio del Caguán, el término pasó a relacionarse con la orilla opuesta, pues dio nombre a una de las sanciones impuestas en la primera reforma política que el Congreso colombiano expidió tras el escándalo de la parapolítica (2009).

Entre 2006 y 2009, casi el 30 por ciento del Congreso terminó vinculado a procesos judiciales por sus presuntos vínculos con grupos armados al margen de la ley, en este caso las autodefensas. Tras el impacto de aquel escándalo, y en una especie de ‘mea culpa’, los parlamentarios decidieron imponer una sanción a los partidos políticos que no hubieran establecido los filtros necesarios para evitar que candidatos permeados por la ilegalidad terminaran integrando sus listas.

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La sanción de la silla Vacía consistía en que en adelante ningún congresista que fuera cobijado con medida de aseguramiento por orden de la Corte de Justicia podría ser reemplazado por el siguiente en la lista, por lo que el partido político perdería la curul.

En el año 2010, un expresidente del Senado, Javier Cáceres, quien pertenecía al partido Cambio Radical, fue el encargado de estrenar la silla vacía, cuando lo corte lo acusó por el delito de concierto para delinquir agravado, en su modalidad de promoción de grupos armados ilegales.

Un año más tarde, otra reforma política, la de 2011 amplió la sanción para los delitos relacionados con la administración pública. A partir de ese momento no solo los congresistas vinculados con grupos armados ilegales, también los investigados por acusados por casos de corrupción, no podían ser reemplazados en sus curules.

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Es por eso que los últimos afectados por esa sanción son Ñoño Elías y Musa Besaile, ambos de La U, quienes el año pasado fueron detenidos por el caso de los sobornos de Odebrecht y el llamado cartel de la toga, respectivamente.

Pero la silla vacía podría volver a asociarse con la Farc, esta vez con el partido político (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) que surgió luego de la desmovilización de la guerrilla tras la firma del acuerdo de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos.

Jesús Santrich, quien fuera uno de los negociadores de la guerrilla en La Habana, fue capturado este lunes por solicitud de la justicia de los Estados Unidos por su presunta responsabilidad en delitos de narcotráfico, cometidos después de la firma del acuerdo de paz.


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Jesús Santrich en el Congreso.


Podcast: Las pruebas contra Santrich

No se trata de cualquier miembro de la antigua guerrilla, Santrich había encabezado la lista de candidatos a la Cámara de Representantes por la Farc en el departamento del Atlántico, y era uno de los que ocuparían una de las diez curules en el Congreso que el gobierno había pactado en La Habana para que se estrenaran en política. En las pasadas elecciones del 11 de marzo, la lista de la Farc en ese departamento apenas obtuvo 3.274 votos.

Tras la compleja situación de Santrich, se abrió el debate sobre el futuro de una de las diez curules de la Farc, pues en la Constitución colombiana está consagrada la sanción de la silla vacía para delitos por narcotráfico. En el papel los comunes perderían una de las diez curules acordadas en La Habana.

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Fue el candidato presidencial Germán Vargas Lleras quien advirtió que las normas son claras y que si a Santrich se le llega a comprobar que incurrió en delitos con posterioridad a diciembre de 2016 (luego de que el Congreso refrendara el acuerdo de paz), perdería los beneficios pactados, incluida el de la no extradición.


Frente a la curul de Santrich en el Congreso, Vargas Lleras aseguró que lo procedente sería aplicar la sanción de la Silla Vacía que rige para todos sin excepción, por lo que consideró que el partido Farc no podría reemplazar la curul con otro candidato de la lista.

Sin embargo como Santrich no ostenta la condición de congresista, pues su elección no ha sido declarada ni tampoco su posesión, hay quienes sostienen que la sanción no podría aplicarse. Un caso similar al de la senadora electa Aída Merlano quien fue capturada por presunta compra de votos, pero como es actualmente representante a la Cámara la sanción no aplicaría para el siguiente periodo, por lo que el Partido Conservador no perdería la curul sino que la podría reemplazar antes del 20 de julio.

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Además, también está la circunstancia de que el punto de participación política de las Farc, acordado en La Habana, estableció 10 curules (5 en Senado y 5 en la Cámara) para voceros desmovilizados de la guerrilla, por lo que si no se permitiera el reemplazo de la curul de Santrich, podría constituirse un incumpliento a lo acordado.

De hecho, uno de los negociadores del gobierno en La Habana, el senador Roy Barreras, es flexible a la hora de fijar su posición. Para él, independientemente de las responsabilidades personales, lo que procede es salvar la paz y ambas partes, Gobierno y Farc, deben comprometerse para que se cumpla lo acordado.

La silla vacía fue como se conoció el desplante de Marulanda a Pastrana, y la sanción a los partidos políticos por el escándalo de la parapolítica. Ahora podría definir el estreno de la Farc en el Congreso, la curul que no podrían ocupar tras la captura de Santrich.