BOGOTÁ

Sillas rojas para mujeres en Transmilenio, ¿una mala idea?

Semana.com habló con defensoras de los derechos de las mujeres sobre la propuesta que va andando en el Concejo de Bogotá.

7 de mayo de 2017
| Foto: Archivo SEMANA

Cada vez que en Bogotá o en cualquier lugar del país vuelve a estar sobre la mesa la violencia que sufren las mujeres en el transporte público a Florence Thomas, una feminista y académica que vino de Francia para quedarse, le pasa una idea por la cabeza:

“La sociedad ha fracasado, no hemos aprendido a que los hombres respeten a las mujeres”. Ella lo ha repetido hasta el cansancio, y esta vez no fue la excepción. Cuando fue consultada por este portal para saber qué pensaba de la propuesta que avanza en el Concejo para que las sillas rojas sean usadas preferencialmente por mujeres, ella empezó diciendo: “Tener que llegar a estas medidas es triste para un país”.

A la tristeza se le suma la vergüenza que, según ella, deberían sentir los hombres por no ser capaces de comportarse. Sin embargo, este sentimiento de incomodidad no parece ser el que predomina en los hombres que aprovechan el tumulto de un bus para sobrepasarse con una mujer.

La pregunta que ha rondado por años es ¿cómo hacer para que en Transmilenio las mujeres no sean vulneradas? Nadie le ha dado al blanco. Se han propuesto vagones exclusivos, por ejemplo, pero no funcionaron. Ahora, el concejal Marco Fidel Ramírez ha hecho una nueva propuesta que pretende que en horas pico sean ellas quienes tengan prioridad para usar las sillas rojas del sistema de transporte.

Contexto: Transmilenio: “Más mujeres sentadas, más mujeres protegidas”, Concejal

Él asegura que con esta medida el sistema tendría 75.000 sillas disponibles en hora pico para las mujeres. Y hace la siguiente relación: más mujeres sentadas, más mujeres seguras. ¿Realmente sería esta la solución que tanto se ha esperado?

Lo primero que hay que decir es que el proyecto de acuerdo ya fue aprobado en primer debate por la Comisión del Plan de Ordenamiento de Bogotá. En la votación solo hubo un voto en contra, el de Lucía Bastidas, concejal por el Partido Verde.

“Me parece discriminatoria, no se puede cumplir y no apunta al objetivo de mejorar seguridad para las mujeres”, aseguró a este portal la concejala tal como lo hizo en el recinto durante la discusión.

Ella es mujer y no está de acuerdo, ¿por qué? La respuesta es sencilla y tiene dos partes, la primera es que según Bastidas la medida generaría un problema de convivencia, una especie de ‘guerra por la sillas’. Resumido en una frase: “No es posible hoy que controlemos las sillas azules, ahora cómo será con las rojas”.

La segunda es que para ella lo que hay es un problema de cultura ciudadana y este no se puede resolver con “segregación”. “Pedimos equidad, respeto y no medidas que generen segregación. Aquí la discriminación positiva no aplica”.

Al respecto Semana.com le preguntó al concejal Ramírez, autor de la propuesta, si consideraba que se podría dar segregación. “Pienso que es una medida afirmativa, positiva y conveniente para el bienestar de las mujeres”, fue su respuesta.

Más educación

Rosario Romero Contreras es activista y trabaja por las mujeres. Ella piensa que las propuesta del concejal no aporta mucho a la solución del problema. “Me suena como cuando estábamos en la escuela y nos hacían hacer una fila de niños y niñas. Lo que  necesitamos es un mejor sistema de transporte, educación y sanción a los hombres que cometan algún tipo de violencia”, explicó.

Ella no es la única que piensa esto. Rocío Pineda, quien ha pensado mucho el tema y fue secretaria de las Mujeres en Medellín, cree que la medida es “tibia” y que no tendrá mayor impacto. “A uno no le da seguridad estar sentado o parado, lo que da seguridad es un lugar específico para las mujeres. Para disminuir los riesgos hay que tener medidas y no medias-medidas”, dijo Pineda.

Sobre este tema también fue consultado el concejal Ramírez. “Lo que creo es que no tenemos la fórmula mágica ni perfecta para prevenir estas manifestaciones indeseables en contra de las mujeres en la capital de la República”, respondió y añadió que estos son terrenos de la Secretaría de Seguridad.

Ahora, la pregunta clave es ¿cómo se va a llevar a la práctica la propuesta? Según el autor del proyecto de acuerdo se adelantará una campaña pedagógica de cultura ciudadana por medios audiovisuales.

“Eso cuesta toda la plata del mundo, pero así es como se ha hecho en otros países”, comentó Florence Thomas. Ella está de acuerdo en que el problema es de la cultura, exactamente de la “cultura machista y patriarcal”. Y cree que lo difícil es que se pueda cumplir. Pero tiene en mente una solución: “Que las mismas mujeres se vuelvan jueces de lo que pasa, que todas las mujeres se pongan a gritar y los saquen del bus. Tenemos que denunciar, no tener miedo, pero no todas las mujeres están dispuestas a hacer eso. Entonces tenemos que primero aprender a vivir juntos, trabajar con los hombres, detener esa cultura machista, patriarcal, esos son procesos de larga duración”.

Habrá que ver si el proyecto de acuerdo llega a buen puerto y es aprobado. Y si en ese camino se aclaran todas las dudas que suscita y le gana la batalla a los que lo consideran poco efectivo o “tibio”.