Nación
Soldado impacta no solo con sus disparos de alta precisión, sino por su talento para dibujar, vea algunas de sus obras
El uniformado del Ejército colombiano suelta el fusil para tomar un lápiz y plasmar todo lo que ve a su alrededor, el hecho de que nunca hubiera recibido clases de dibujo sorprende.
José Luis Navarro tiene 29 años de edad de los cuales los últimos seis los ha destinado para combatir contra los grupos ilegales que intimidad a la población colombiana. Al ver los vejámenes que se cometían en el país decidió enfilarse a las tropas del Ejército Nacional de Colombia. “Soy feliz en mi Ejército que me lo ha dado todo. Llevo más de cinco años siendo tirador de alta precisión (TAP)”, dice el uniformado, que asegura que al estar en el área y soltar su arma, prefiere dibujar, que sentarse a descansar. Manifiesta que día a día trata de perfeccionar su talento.
En sus pasiones cuenta con la complicidad de tres elementos claves: el amor de una familia, el refugio de la selva y la lucha de una institución. Quienes conocen dicen que a Navarro desde muy joven demostró aptitudes sobresalientes para el dibujo. Nació en el municipio de Rovira, Tolima, un 12 de marzo de 1994, es hijo de don José de la Cruz Navarro Prada y la señora Xiomara Peralta, hermano de María Navarro y Alexandra Navarro.
Cuando el militar se refiere a ellos habla con orgullo y un poco de lágrimas en sus ojos. Confiesa de manera pausada y con su tono es tímido que dejar a una familia es difícil, pero son ellos quienes lo motivan para que continúe siendo el gran militar que hasta el momento representa. Dice que el talento para dibujar es innato, tanto así que jamás ha recibido clases. E incluso cuanta desde su niñez las dificultades que tuvo para estudiar, como les sucede a niños y jóvenes en las regiones.
Navarro vivió hasta los 11 años en el campo y tenía que caminar más de una hora para llegar a la escuela a estudiar, vivía en una finca ganadera, su papá cuidaba vacas y terneros. “Durábamos hasta las siete de la mañana ordeñando las vacas, luego me cambiaba y me iba para la escuela”, narra en medio de risas.
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Los compañeros los describen como un hombre noble, con una personalidad fortalecida por los principios y valores inculcados en el hogar de sus padres. En el año 2013, con 19 años de edad y el esfuerzo que requería el contexto en el que creció, obtuvo su primer logro que fue graduarse como bachiller.
“Mi amor por el dibujo nace desde la escuela; siempre dibujaba. Inicié como todo niño, con muñecos, animales… En las clases de Artística y Ciencias Naturales me destacaba por mis dibujos, y en la casa también, cuando me quedaba tiempo libre, lo ocupaba en el dibujo”, relató el soldado mientras realizaba un retrato desde la tupida selva del Guaviare.
Sus compañeros de combate y de vida le expresan admiración, pues además de cargar con elementos militares propios de su misión, que representarían alrededor de 25 kilos en su espalda, también carga y cuida minuciosamente sus elementos para dibujar.
El soldado Navarro sueña con ser diseñador gráfico y, aunque no cuenta con los recursos suficientes, no descarta la posibilidad de estudiar y poder profundizar su técnica de dibujo. Cuando comenzó a perfeccionar su estilo de dibujo, llevaba tres años como soldado profesional, y dice que su modelo favorito es Cristo.
Arrancó dibujando en hojas recicladas o cuadernos prestados. “Un compañero me regaló un lápiz. Un día un lanza quería que le dibujara a la novia y desde ahí aprendí que también podía dibujar personas. En esa época tenía una novia que se convirtió en mi modelo también. Luego un sargento me regaló tres hojas de bloc para que yo comenzara a dibujar, y así, poco a poco fui aprendiendo todo lo que hace parte de este arte y ahora intento comprar materiales de calidad”.
Ha aprendido técnicas de cuadrículas mirando videos. “Me demoro de 15 a 20 días en terminar un dibujo. Me gusta mucho cuando mis comandantes me dicen que dibujo muy bien y me dicen que siga mejorando. Soy feliz en mi Ejército, que me lo ha dado todo”, puntualizó mientras animaba a otros jóvenes a formar parte de la institución castrense.
Para el soldado trabajar en el Ejército Nacional es un honor y tiene claro que cada sacrificio tiene su recompensa: “Decidí prestar el servicio militar en 2014, pensando en tener una mejor oportunidad de vida y efectivamente continué como soldado profesional en 2017″. Comenta que es el único hombre de la familia Navarro Peralta y, aunque relata que en un principio no fue fácil para sus padres ver partir a su hijo, solo bastó una charla familiar en la que expresó su enorme deseo de contribuir al país y a la sociedad para que lo apoyaran irrestrictamente en su decisión.