EDUCACIÓN

“Son esos los vientos que queremos”: el emotivo discurso del rector de la Universidad del Rosario

En sus palabras de posesión, Alejandro Cheyne aseguró que la pandemia fue una enorme tormenta para las instituciones universitarias. Habló del deseo de cambio que sienten los jóvenes y de los problemas de salud mental que los aquejan.

25 de octubre de 2022
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La posesión del segundo periodo del rector fue el lunes 24 de octubre. | Foto: Cortesía: Universidad del Rosario

La Universidad del Rosario tiene una de las formas más particulares de elegir rector de las comunidades universitarias. En ese claustro académico, 15 estudiantes -denominados colegiales de número- tienen la gran responsabilidad de designar a quién comanda el barco. La posesión de quien resulta de esa especie de conclave juvenil es muy especial.

Este lunes tuvo lugar la última. Alejandro Cheyne repite en ese prestigioso cargo, tras liderar con éxito a la institución en medio de uno de sus momentos más críticos: la pandemia del Covid-19 que obligó a cerrar las aulas. Cheyne ganó la reelección para un segundo periodo, por su gestión destacada por los colegiales y consiliarios.

En la ceremonia, Cheyne dio un discurso muy emotivo que recibió muchos aplausos. Agradeció a la comunidad académica por el voto de confianza para “recibir el honor de poder servir con el corazón por segunda vez”.

Habló de los obstáculos que ha vivido el país y la universidad en la historia y en los últimos tiempos. “Esos momentos difíciles siguen presentándose: el Covid una enfermedad que le arrebató a muchos sus sueños”, dijo.

Aseguró que para las universidades la pandemia fue “una gran tormenta”. Durante su gestión, Cheyne hizo uno de los más ambiciosos programas de becas del país, y aplazó parte de la expansión en infraestructura del país para que cientos de sus estudiantes pudieran seguir en las aulas, a pesar de las graves circunstancias económicas que vivían.

Lea el discurso completo:

Las emociones que me abordan en este momento son muchas. Recibir el honor y confianza de los Colegiales de número y nuestros Consiliarios para ocupar, por segunda vez, la silla rectoral de este Colegio Mayor, supone para mí una invitación para seguir sirviendo con el corazón y todos mis talentos a este claustro que durante 368 años ha enfocado todos sus esfuerzos en formar jóvenes que aporten significativamente a la construcción del país.

La misión que hoy me confían trae consigo el legado que nuestro fundador, Fray Cristóbal de Torres, estipuló. Es la tarea de continuar con la edificación de esta institución para aportarle a la República seres humanos que sean capaces de aprehender su realidad social y actuar en beneficio del bien común. Sin embargo, esa misión encomendada por nuestro Fundador, solo puede ser satisfactoria si se cuenta con el apoyo de todas las personas que hacen parte de este equipo. Y así como un capitán no puede dirigir el navío a buenas tierras sin el apoyo de su tripulación, un rector necesitará siempre del acompañamiento del equipo integrado por tantas personas que han dedicado buena parte de su proyecto de vida para darle largo aliento a este proyecto educativo que inició en 1653.

Por lo mismo, quiero iniciar estas palabras agradeciendo profundamente a cada persona que me ha acompañado en estos años y que ha dado lo mejor de sí para el engrandecimiento de nuestra Universidad. Sé que han sido momentos difíciles los que hemos tenido que sortear; sin embargo, la historia de nuestro Colegio Mayor ha dado cuenta de la capacidad que hemos tenido como rosaristas para afrontar los obstáculos que se han presentado con el transcurrir del tiempo.

Los muros que nos acogen hoy han sido testigos de los momentos álgidos que el país ha vivido: grandes pestes, desastres naturales, guerras prolongadas que caracterizaron el siglo XIX colombiano, entre muchas otras adversidades. Esos momentos difíciles siguen presentándose… ejemplo de ello es la pandemia de COVID-19 que tuvimos que enfrentar: una enfermedad que desgarró a miles de hogares colombianos y le arrebató a muchos sus sueños. Esta pandemia supuso para el ámbito educativo una gran tormenta. Por fortuna, la solidez de nuestro equipo rosarista evitó opacar, al igual que en los momentos difíciles de las generaciones rosaristas pasadas, nuestro horizonte misional: brindar una educación de calidad y con un sentido humanista.

En los últimos meses, varias personas han podido darse cuenta del gusto que resulta para mí asociar los desafíos de la gestión universitaria con las tareas de la navegación. Esta actividad puede generarnos amplias reflexiones sobre la vida y ayudarnos a tomar decisiones que siempre propendan por la búsqueda de los buenos vientos. Por lo mismo, quisiera aludir a los retos que como institución nos aguardan en esta nueva etapa y a las prioridades que se presentan para llevar a buen puerto el futuro de nuestra institución.

"El Rosario es una universidad que ha tenido un enorme valor en la historia del país y especialmente en los momentos más trascendentales, desde los movimientos de independencia hasta los diálogos de paz" | Foto: León Darío Peláez

Cuando un barco parte, los navegantes siempre estarán llenos de incertidumbres y demás emociones que responden a lo que puede resultar desconocido en la aventura. De allí que sea determinante definir un rumbo. Es ahí donde los aportes de la tripulación son esenciales para que el capitán del navío dirija el timón, de manera firme, hacia el trayecto más favorable. Cada decisión debe ser producto de una planeación y prospectiva que haya contado con un ejercicio participativo, que defina diferenciadores y que dé cuenta de resultados observables.

Lo anterior es posible con la determinación que tenga la tripulación del navío y con la importancia que se le dé al diálogo en tanto herramienta pedagógica fundamental para edificar de una manera sólida, responsable y que siempre apueste por el bienestar de quienes son el motivo de nuestro quehacer: los estudiantes. Son esos los vientos que queremos seguir para que nos dirijan al cumplimiento de los objetivos que seguimos persiguiendo con la consolidación de nuestra Ruta 2025.

Por eso mismo, deben saber que en mí encontrarán una persona que siempre estará dispuesta a escuchar para fortalecer las perspectivas que aporten a nuestra institución y que se enmarquen en nuestras Constituciones, esa carta de navegación heredada por fray Cristóbal de Torres y que han sido útiles para salir adelante en los momentos de tormenta y que han dirigido al Colegio Mayor hacia aguas mansas. Por todo lo anterior, quisiera indicar cuáles son los vientos que queremos perseguir en nuestra Universidad: esas rutas que han sido marcadas por los tiempos actuales y por las necesidades de nuestros jóvenes.

Dentro de nuestras apuestas, identificamos a la salud mental como una consigna importante así como sus emociones. Buen ejemplo de ello es la medición de hace dos años en que la alegría en los jóvenes era del 65 %, en mayo del 2021 disminuyó al 5 % y, actualmente, es del 50 %. Si una de las banderas de nuestra institución es el humanismo, no podemos ser indiferentes al sufrimiento, muchas veces silencioso pero latente, de nuestros jóvenes en materia de salud mental y emocional. Por eso, nos comprometemos a trabajar en este punto.

Una segunda apuesta se relaciona con la digitalización y la tecnología educativa. Al ser una institución que tiene por lema Nova et Vetera, ‘siempre nuevo, siempre antiguo’, estamos en el deber de dialogar con nuestro pasado y estar siempre a la vanguardia de nuestro presente. Por lo mismo, estamos comprometidos con la construcción y constante actualización de herramientas digitales que faciliten otras formas de pedagogía y, especialmente, que logren integrar a más estudiantes de otras regiones a una educación de alta calidad. Es claro que no tenemos por objetivo que la máquina prime sobre la persona sino que sea esta un medio para garantizar una educación íntegra, recursiva e igual de benéfica a como se imparte en el medio presencial.

Pero durante el trayecto formativo de nuestros jóvenes, no queremos que nuestra institución llegue hasta el momento en que obtienen su título, de ahí que nos propongamos como otra tarea seguir promoviendo una empleabilidad y trabajo decentes. Lo anterior porque esperamos que nuestros rosaristas egresados tengan oportunidad de acceder a una remuneración justa e igualdad de oportunidades en el mundo laboral que promuevan su desarrollo profesional y personal. Esta es una apuesta que vale la pena pues somos conscientes que el motor transformador del país es el trabajo digno de sus jóvenes profesionales.

Somos conscientes de que, en varias ocasiones, los vientos recios pueden dificultar la navegación. De ahí la importancia de saber determinar el rumbo. Por lo mismo, otra apuesta radica en contar con los mejores talentos en nuestra institución para hacerle frente a los desafíos de la educación superior los cuales, según la UNESCO, son el acceso a la educación, la calidad de la misma, la inclusión, la preparación para el futuro y la financiación. Queremos entonces contar con los mejores talentos para mostrarle a nuestros jóvenes que vale la pena apostar por la educación.

Y al ser la educación nuestro pilar fundamental, no podemos descuidar los cambios políticos que acompañan nuestra cotidianidad no solo en Colombia sino también en Latinoamérica. Hemos sido testigos del auge de las manifestaciones sociales, de las constantes polarizaciones y crisis de gobernabilidad que se han presentado en los últimos años, también de la profunda desconfianza que nuestros jóvenes han desarrollado hacia las instituciones y clases políticas sumado al descontento, la desigualdad, la pobreza, entre otros factores que hemos identificado en el estudio de qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia, liderado por nuestra Universidad y con el apoyo de la casa editorial El Tiempo, la Fundación Hanns Sidel y Cifras y Conceptos. La apuesta aquí es continuar con el acercamiento a las comunidades y percepciones de los jóvenes para aportar información sobre sus sentimientos y trabajar para la mejora de nuestra sociedad. Ese es nuestro deber.

Lo anterior se une a la apuesta que hemos venido haciendo por la Diversidad, Equidad e Inclusión. La universalidad del conocimiento se construye a partir de la diferencia, del respeto por las ideas contrarias siempre y cuando no atenten contra la dignidad humana y de la exaltación de la diversidad constitutiva de la vida. En este Colegio Mayor debe garantizarse un espacio seguro para una comunidad integrada por personas únicas e irrepetibles en sus rasgos y características. Porque es así como se teje un saber sólido y que verdaderamente aportará a la reconciliación de la sociedad.

Es ese reconocimiento e integración de la diversidad lo que nos permitirá reconocer las necesidades de nuestra comunidad e impulsar un relacionamiento y trabajo colaborativo que derive en la consolidación de proyectos de alto impacto por medio de alianzas con regiones, sectores público-privados, y demás uniones que nos ayuden a fortalecer nuestro compromiso de aportar a Colombia lo mejor de nuestro conocimiento y nuestro talento humano rosarista. Es este punto otro rumbo para nuestro Colegio Mayor.

Además de todo lo anterior, no perderemos de vista una de las apuestas más importantes: el transformar y adaptar la experiencia de enseñanza y aprendizaje a la trayectoria de vida de los miembros de nuestra comunidad. Esto se logra con la articulación de un buen gobierno universitario y con estrategias de sostenibilidad que nunca sacrifiquen la calidad académica, sino que garanticen la perdurabilidad de nuestra misión educativa.

Son justamente los jóvenes quienes exigen esta transformación pedagógica. Jóvenes que quieren cambios y están dispuestos a luchar por ellos: cambios políticos, económicos, académicos y especialmente aquellos relacionados con la sostenibilidad ambiental. Los hemos visto en las calles, marchando por sus derechos y por lo que anhelan para Colombia. Pero también los hemos visto en la academia, dialogando respetuosamente con propuestas de acción frente a las problemáticas que identifican en el país. Por esto, hago un llamado al Gobierno Nacional para que, en conjunto con la academia, el sector empresarial y la sociedad civil, trabajemos por una educación de calidad, equitativa e incluyente que llegue a todos los rincones del país. Lo anterior, siempre teniendo presente que debemos aprender con y desde las regiones, entendiendo su contexto y respetando sus costumbres y tradiciones. Solo así lograremos llegar a buen puerto.

Por lo mismo, quiero enviarle un mensaje al señor Presidente, patrono de este Colegio Mayor. Tenga la certeza que desde esta institución, cuna de la República, apoyamos desde la academia todos los esfuerzos que se emprendan para consolidar el bien común y la democracia en nuestro país. Será sin duda un aporte construido con debates sugerentes y críticos.

Como podrán ver, son enormes los desafíos que se presentan en esta travesía. Mi gratitud sincera la dirijo de nuevo a los Colegiales y Consiliarios por haberme honrado con la invitación de continuar en el timón. Tengan la certeza de que seguiré dando todo de mí para el bien de esta institución que me ha acogido desde hace 34 años. Además, tengo la tranquilidad de que la tripulación que me acompaña, entregará lo mejor de sí para ayudarme a identificar las oportunidades de mejora e impulsar lo que ha funcionado. Espero honrar ese voto de confianza y seguir brindándole honor a esta casa rosarista que por más de tres siglos ha visto en la educación una de las formas más nobles y amorosas para servir. Gracias a todos los que me acompañan en el día de hoy. Nuestro futuro lo encomiendo a nuestra patrona, la Virgen de la Bordadita y que este claustro nos brinde la sabiduría necesaria para darle continuidad a la obra de fray Cristóbal de Torres.

Alejandro Cheyne, rector de la Universidad del Rosario
Alejandro Cheyne, rector de la Universidad del Rosario | Foto: Cortesía Universidad del Rosario

¿Quién es Alejandro Cheyne?

Según lo dicho por la universidad, “José Alejandro Cheyne García es considerado como uno de los pensadores contemporáneos más relevantes en el contexto de la educación en Colombia y en el continente”, cuenta con reconocimientos como Colegial de Número de la Universidad del Rosario, The Outstanding Young People de la Cámara Junior Internacional Colombia y profesor destacado programas de posgrado y executive education.

Cheyne es economista de la Universidad del Rosario, especialista en Docencia Universitaria y en Administración de Empresas de la misma institución, también es magíster en Pedagogía y Doctor en Pedagogía de la Universidad UPAEP en México. Y cuenta con estudios de Alta Gerencia Internacional.

Antes de ser rector, se desempeñó como decano de la Escuela de Administración, también fue Chair Mundial del Consejo de Acreditación para Escuelas de Negocios y Programas (Accreditation Council for Business Schools and Programs - ACBSP), siendo el primer latinoamericano y colombiano en tener el cargo en dicha asociación.

“Durante los primeros cuatro años de gestión, se destacó por su invitación al diálogo entre los diferentes actores de la sociedad, por su escucha activa a los jóvenes colombianos y por su aporte a la construcción de país desde las regiones, siempre pensado en el bien común”, manifestó la institución en un comunicado.