"SOY EL UNICO TESTIGO CONTRA PABLO ESCOBAR"

Nunca antes un colombiano se había atrevido a declarar contra Escobar. El ex viceministro Eduardo Mendoza dice como ha cambiado su vida desde que tomó esta decisión. Entrevista con SEMANA.

12 de octubre de 1992

"Soy el único testigo contra Pablo Escobar"
SEMANA: Por estos días hasta el Presidente de la República anda tratando de definir su responsabilidad en el caso de la fuga de Pablo Escobar. ¿Cuál es la suya?
EDUARDO MENDOZA: Yo fui sin duda el primero en reconocer mi grado de responsabilidad en todo lo sucedido. Lo hice el mismo día de mi retiro a través de un comunicado y antes de que ninguna comisión me pidiera explicaciones.
SEMANA: ¿Y cómo define ese grado de responsabilidad?
E.M.: Más que estar a cargo de las cárceles yo tenía una responsabilidad concreta en la construcción de la nueva cárcel de Itagui y en la remodelación de La Catedral. Lo primero, como lo atestiguan los informes que han hecho distintos medios de comunicación, salió bien. En cambio lo de la cárcel de Envigado fracasó.
SEMANA: ¿Porqué fracasó si esa era tal vez la prioridad más importante del Gobierno?
E.M.: Es evidente que hubo componentes de corrupción y de intimidación. Y también lo es que la firma que tenía a cargo las obras encontró todos los obstáculos en la zona para rechazarlas. Estoy seguro de que las investigaciones de la Procuraduría y la comisión accidental del Congreso podrán aclarar quienes ayudaron al contratista y quienes obstaculizaron las obras.
SEMANA: Hablemos un poco del contratista, Eitan Koren...
E.M.: Yo creo que es un hombre que conoce su trabajo, como lo demuestra lo que hizo en Itagui.
SEMANA: ¿Era simplemente bueno o era el mejor para ese trabajo? E.M.: No vayan a pensar ustedes que en este caso, era cuestión de abrir una licitación para construir ni más ni menos que una cárcel alrededor de Pablo Escobar y con el fin de que no se pudiera volar, y que al día siguiente a uno le iban a llover los proponentes.
En resumen, Koren era el mejor entre los pocos que estaban dispuestos a hacerlo.
SEMANA: Aparte de no haber podido convertir La Catedral en una cárcel segura, ¿qué otro error reconoce haber cometido?
E.M.: Creo además que nos equivocamos al escoger las personas que debían hacerse cargo de las más delicadas misiones: la Dirección General de prisiones y la dirección de la carcel de Envigado.
SEMANA: ¿Cómo los escogieron?
E.M.: Ambos eran coroneles con las mejores hojas de vida. El uno, el coronel Hernando Navas Rubio, tenía fama de ser un muy buen administrador, un hombre diligente, estricto y eficiente. En el caso del coronel Homero Rodríguez, se trataba de un hombre que había demostrado, desde tiempos del general Miguel Maza Márquez, gran valor y decisión en la persecución de Pablo Escobar. Pero los hechos nos demostraron que ni siquiera hojas de vida como estas son suficientes cuando se trata de mantener a buen recaudo a Pablo Escobar.
Mi responsabilidad en este punto tiene que ver con que yo participe en su escogencia.
SEMANA: También se dice que usted cometió una imprudencia grave al entrar a La Catedral la noche del 21 de julio. ¿Esta de acuerdo?
E.M.: Es verdad que yo no estaba autorizado para hacerlo. Lo reconozco. Pero dejenme hacerles una composición de lugar. Cuando yo llegue poco antes de las ocho de la noche a La Catedral, se suponía que el general Gustavo Pardo Ariza tenía que haber cumplido ya con por lo menos dos de las órdenes que se le dieron: redoblar el cerco militar exterior de la cárcel y hacerse cargo de la guardia interna del penal. Al llegar allá, fue evidente para mí que al menos la segunda orden no se había cumplido en lo mas mínimo. El coronel Navas consideró necesario que se hiciera un intento por hacer las cosas por las buenas; por convencer a Pablo Escobar de la necesidad de su traslado.
SEMANA: ¿Y usted por que no se opuso?
E M.: Yo no era quien estaba a cargo de la operación, sino el general Pardo Ariza, quien tenía orden expresa desde el mediodía de no dejar entrar ni salir a nadie. Y a pesar de ello dejó entrar a Navas.
SEMANA: Eso explica porqué entró Navas pero no por que entró usted.
E.M.: Yo entré porque Navas me pidió que lo hiciera y yo considere que no podía dejar solo a mi subalterno.
SEMANA: Hay otra acusación en contra suya. Se ha dicho que semanas antes de la fuga de Escobar un avión de la FAC sobrevoló La Catedral y tomó fotografías para evaluar secretamente el estado de la cárcel, que a usted le entregaron la película y que por un error suyo se veló el rollo.
E.M.: Yo asumo mis responsabilidades pero también tengo la obligación de aclarar lo que no es cierto. Yo presente ante las autoridades competentes un certificado de la firma Kodak en el que unos especialistas aseguran que ese rollo se danó porque fue mal tomado, pues se trataba de una película para tomar fotos de día y las tomaron de noche.
SEMANA: En múltiples declaraciones el coronel Navas ha puesto en duda que ustedes hayan sido secuestrados por Pablo Escobar esa noche. Usted; en cambio, reiteradamente ha dicho que estuvo secuestrado por Escobar. ¿Cómo explica esta diferencia?
E.M.: Lo dije desde un principio y lo he reiterado en todas mis declaraciones a la prensa, el Congreso y las autoridades judiciales: Escobar me mantuvo secuestrado durante varias horas.
SEMANA: ¿Pero cómo explica las declaraciones del coronel Navas?
E M.: Yo entiendo al coronel Navas. El esta tratando de salvar su pellejo. Eso es lo único que explica que niegue que estuvimos secuestrados por Escobar, a pesar de que un grupo de personas, evidentemente encabezadas por el propio Pablo Escobar, nos impidió salir de La Catedral todas las veces que intentamos hacerlo. Si eso no es secuestro...
SEMANA: Pero Escobar, en la entrevista publicada por El Nuevo Siglo, también lo niega y lo acusa a usted de mentiroso.
E.M.: Claro. Es que Escobar tiene que descalificarme a mi porque yo, soy el único testigo presencial y directo de un delito suyo, el de secuestro, y además con la enuncia que presenté contra él ante la Fiscalía por secuestro y porte ilegal de armas, demostré que estoy dispuesto a declararlo ante las autoridades. Les repito que por eso me llama mentiroso. Lo único que falta ahora es que la palabra de él valga más que la mía... Como si uno, por deporte, estuviera para inventarle delitos a Pablo Escobar en declaraciones a las autoridades.
SEMANA: Aclárenos una cosa. ¿Por qué además del delito de secuestro le agrega usted el de porte ilegal de armas?
E.M.: Escobar era un prisionero de la justicia. La noche del 21 -de julio el le quitó la pistola al subdirector de la cárcel y se la echó al cinto. Eso constituye porte ilegal de armas.
SEMANA: ¿Escobar lo amenazó a usted con esa arma?
E.M.:El no. Fue Popeye. Creo que soy la única persona a quien Popeye ha encañonado y está contando el cuento.
SEMANA: Pero en las declaraciones todo el mundo coincide en que esa noche Pablo Escobar les dijo a ustedes en un momento dado que se les respetarían sus vidas.
E.M.: Si. Pero lo hizo un rato después de habernos dicho que de ahí no íbamos a salir con vida. Lo que pasa es que durante ese rato salió del cuarto en que nos encontrábamos tal vez a consultar con alguien y después volvió en una tónica más conciliadora. Ahí fue cuando nos dijo que se nos garantizaría la vida y que él no estaba reteniendo a nadie en contra de su voluntad. Entonces Navas y yo tratamos de irnos y no nos dejaron.
SEMANA: ¿No le da miedo hacer estas denuncias?
E.M.: Es que este asunto hace rato que no está en mis manos. Es como si el destino me hubiera conducido hacia Pablo Escobar de manera inevitable.
SEMANA: ¿Como así?
E.M.: Desde principios de 1990, cuando me hice cargo de la seguridad del entonces candidato César Gaviria de quien había que cuidarse era justamente de Escobar y de su gente. No hay que olvidar que en esos meses el país vivió la más sangrienta campaña electoral de su historia. Después, cuando tomó posesión como Presidente seguí a cargo de su seguridad y la de su familia, y el enemigo seguía siendo el mismo. Luego, el presidente Gaviria me nombró viceministro de Justicia porque además de ser abogado he estado muy metido en el tema de la seguridad. Esa combinación era muy útil en medio del proceso de sometimiento a la justicia y, en especial, del sometimiento de Pablo Escobar. En todos esos trabajos el común denominador había sido ese hombre. Era como si, tarde o temprano, tuviéramos que encontrarnos cara a cara.
SEMANA: ¿Nunca antes lo había visto en persona?
E.M.: Nunca.
SEMANA: Al comenzar esta entrevista, usted planteó que era el único testigo vivo de un delito de Pablo Escobar. En virtud de ello, los organismos de seguridad le están brindando la protección del caso?
E.M.: Si. Tengo protección.
SEMANA: ¿Se trata de una protección como la que tienen los testigos en países como los Estados Unidos?
E.M.: (Se ríe). Me acompañan un escolta y un chofer.
SEMANA: ¿Y le parece suficiente?
E.M.: Obvio que no. De hecho, yo mismo he tenido que tomar algunas medidas, como no pasar dos noches en la misma casa. Ando con un malet+n y una muda de ropa, pidiÉndole posada al que buenamente me quiera recibir.
SEMANA: ¿Ha pensado en salir al exterior?
E.M.: He explorado varias posibilidades pero eso es más fácil decirlo que hacerlo. He aplicado a algunas universidades, como Harvard y John Hopkins, para cursos de posgrado. Pero siempre he encontrado un obstáculo hasta ahora insalvable: esas universidades consideran que mi presencia les plantea problemas de seguridad que no están dispuestas a asumir. Y eso es comprensible.
SEMANA: ¿Siente usted que el Gobierno lo ha dejado solo?
E.M.: Pues en cierto modo sí. Yo guardo un inmenso agradecimiento por el presidente César Gaviria, pero me da la impresión de que mi caso se ha vuelto muy espinoso para el Gobierno.
SEMANA: ¿Espinoso? ¿En que sentido?
E.M.: No sé. Me da la impresión de que si no estuvieramos en medio del debate sobre las responsabilidades por la fuga de Escobar, el Gobierno estaría actuando distinto. Estaría asumiendo mis problemas de seguridad de manera mas decidida. Y en ese sentido si me siento un poco solo.