¿TERMINA EL MISTERIO?

SEMANA revela 16 datos confidenciales sobre el caso de los 13.5 millones de dólares

7 de mayo de 1984

La primera pista
Tan pronto los investigadores de la Procuraduría establecieron que de las cuatro caras publicadas al finalizar la primera etapa de las pesquisas, durante la última semana de enero, la única con identidad real era la del norteamericano Robert Henry Russell, el procurador delegado para la Policía Judicial, Jaime Hernández, quien estaba a la cabeza de la ínvestigación, se entrevistó con Russell en su residencia en Houston, Texas, y por un gesto de cortesía de éste, Hernández pudo obtener la que habría de ser la primera pista de la nueva etapa del proceso investigativo. Todo sucedió así: Hernández había visitado a Russell en la mañana del lunes 30 de enero y decidió regresar en la tarde para una segunda entrevista; la versión del norteamericano era que un coronel colombiano de apellido Lara lo había contactado para una operación secreta de venta de armas, al servicio de la cual él había puesto su cuenta en Suiza. Al terminar la tarde, cuando Hernández se alistaba para despedirse de Russell, éste lo invitó a tomarse un trago de despedida, que el procurador delegado aceptó. Se pusieron a conversar informalménte y en un momento dado Russell dijo: "Yo tengo tantos negocios internacionales, que poseo un teléfono privado sólo para ellos y a él me llaman permanentemente desde todas partes del mundo". En un acto espontáneo, le mostró la cuenta de ese mes que se encontraba sobre la mesa, diciéndole: "Aquí están todos mis secretos y no hay nada que ocultar". Por una corazonada, Hernández, en los pocos segundos que tuvo la factura en la mano, vio el número del teléfono en mención y decidió memorizarlo. Después de repetírselo en la cabeza docenas de veces, pudo finalmente anotarlo cuando llegó al hotel.
¿Qué pasó después?
Apenas llegó a Colombia, comenzó una labor titánica para establecer si desde algún teléfono del país se habían hecho llamadas al privado de Russell. Finalmente, después de varios días de intensas pesquisas, se descubrió que desde el teléfono de la oficina de Roberto Soto Prieto en LICSA, se habían realizado algunas llamadas al misterioso número. Horas después de este hallazgo, un grupo de especialistas se dedicaba de tiempo completo a escuchar y grabar todas las conversaciones que se realizaban a través de esa línea.
¿Que descubrieron?
Las autoridades aseguran que entre Soto y Russell tuvieron lugar un total de 34 conversaciones. Fuentes interrogadas por SEMANA afirman que las grabaciones que se obtuvieron de ellas demuestran la plena culpabilidad de Soto, aun cuando hasta ahora nadie ha conocido los detalles de las mismas. Jurídicamente en Colombia, una grabación magnetofónica no puede ser presentada como prueba, pero si es válida en cambio como indicio básico para determinar otras pruebas. El comentario general que se ha hecho sobre este aspecto es el de cómo un hombre que había tenido la genialidad de idearse el mecanismo para robar 13.5 millones de dólares podía haberse "rajado" en algo tan elemental como conversar telefónicamente con el único personaje que ya estaba identificado en la investigación adelantada hasta entonces.
Los otros vinculados
Informes conocidos por SEMANA establecen que la intervención del teléfono de Soto permitió vincular su nombre al de otros dos de los cuatro personajes parcialmente identificados durante la primera etapa de las investigaciones: Alberto Lara González, cuya cara fue la primera en aparecer en todos los periódicos del país, pero cuyo nombre real resultó ser el de Fernando Bedoya Hoyos, y Rafael Esteban Rodríguez Cristancho, cuyo pasaporte con una foto falsa había sido utilizado para retirar 12 millones de dólares de dos bancos de Ciudad de Panamá. Además de estos nombres, la intercepción de la línea condujo a la vinculación de Soto con otros tres personajes que hoy aparecen sindicados por las autoridades: Antonio Cebollero y Campo, un español cuñado de Soto; Carlos Mendoza Campo y un argentino nácionalizado en Alemania, Juan Von Hasselberg.
Descontento de Bedoya
Bedoya Hoyos fue el primero en caer. Según fuentes consultadas por SEMANA, él había jugado un papel secundario en el robo. Pero cuando su cara apareció en la primera plana de todos los diarios del país, comenzó a quejarse a Cebollero de que no le habían pagado sino "chichiguas" y que quería más dinero, pues el nivel de riesgo para él había aumentado considerablemente. Las versiones obtenidas señalan que se le enviaron algunos cheques, pero el total recibido por Bedoya desde el comienzo de la operación, nunca superó el medio millón de pesos, que serían apenas 5 mil dólares. Según las mismas fuentes, las quejas eran presentadas a Cebollero, quien a su turno las transmitía a Soto en conversaciones que habrían quedado registradas. Con base en esto arrestaron a Bedoya, quien en su confesión incriminaría directamente a Cebollero. De acuerdo a esto, el español aparecería como el intermediario encargado de hacer los pagos.
Vinculación con Rodríguez Cristancho
Rafael Esteban Rodríguez Cristancho había sido conocido por la opinión pública como el hombre que había aparecido en televisión diciendo que en un robo había perdido sus documentos y que por ese caso había hecho el respectivo denuncio. Que posteriormente le había sorprendido enterarse de lo que se había hecho con su pasaporte y que nada tenía que ver con el robo. En ese momento se le dio credibilidad a esa versión. Sin embargo las autoridades volvieron a llegar, por otro camino, al nombre de Rodríguez. El camino se recorría a través de Soto, quien podía ser vinculado a él por tres aspectos diferentes: en primer lugar, Rodríguez Cristancho, especialista en instalación de redes telefónicas y de télex, había montado los equipos de télex de las oficinas de algunos negocios de Soto y de su familia; en segundo lugar, Rodríguez efectivamente había viajado a Panamá lugar clave para los retiros finales del dinero robado; y en tercer lugar, se pudo establecer recientemente que trató de negociar con distintas personas en Bogotá un cheque de un millón de pesos firmado por Soto.
Soborno y mordida
Un soborno y un fallido intento por obtener una mordida, tuvieron lugar a lo largo del proceso de investigación. SEMANA pudo establecer que en Panamá un empleado bancario pidió a funcionarios de la Procuraduría 5 mil dólares por obtener toda la información sobre las cuentas en ese país vinculadas al caso. La Procuraduría, que ni siquiera alcanzaba a pagar los viáticos de sus funcionarios no llegó ni a discutir el "negocio". El soborno fue en Cali, según las mismas fuentes: un comisario de la Policía que identificó a Bedoya gracias a las fotos difundidas, y que, a través de éste, estableció la identidad de otros miembros de la banda, les cobró 4 millones de pesos como exigencia para guardar silencio sobre su hallazgo.
Viaje inesperado
SEMANA pudo establecer que el viaje de Soto a Frankfurt obedecía a un compromiso de negocios que estaba planeado desde hace más de un mes. El viaje había tenido que aplazarse, pues el padre de Roberto Soto, el periodista Jaime Soto, había sido objeto de una operación de urgencia y su hijo se había quedado a acompañarlo durante la convalecencia. Tan pronto ésta terminó, Soto pudo viajar a Frankfurt.
Primeros tropiezos
Cuando el sábado 31 en la noche Soto se presentó al aeropuerto para tomar un vuelo a Miami desde donde pensaba dirigirse a Frankfurt, las autoridades del DAS le impidieron su salida del país y le retuvieron sus documentos, alegando que su cédula era falsa. En realidad, la cédula tenía su rostro, su nombre y sus datos reales, lo cual hace pensar que la acusación de falsedad no era más que una excusa para evitar su salida. Después, accidentalmente, se encontró con el embajador colombiano en Madrid, Jota Emilio Valderrama, quien le ayudó el martes en la mañana a solucionar el problema de los documentos, por intermedio de un General amigo en el DAS.
Legalismo
El juez encargado del caso libró contra Soto una orden de captura el martes a las tres de la tarde y a los pocos minutos se enteró de que el sindicado había salido del país. En ese momento entró en contacto con la Interpol, con el objeto de tratar de detenerlo en San Juan de Puerto Rico donde debía hacer escala el avión. Allá se trasladaron los agentes de la Interpol pero, según dirían ellos mismos horas después a las autoridades colombianas, no pudieron hacerlo porque el pasajero no pasó a tránsito y por lo tanto no ingresó a la jurisdicción donde los agentes de Interpol podían haber actuado.
De padre a hijo
Tan pronto apareció la noticia asociando a Soto con el robo de los 13.5 millones, su padre le telefoneó a Frankfurt a informarle que el Procurador lo estaba señalando como el cerebro del fraude. Apenas Soto fue enterado mencionó la posibilidad de regresar de inmediato a Colombia y fue su padre quien le aconsejó no actuar en forma tan apresurada. En ese momento, Roberto Soto entró en contacto con sus abogados alemanes, quienes comenzaron a asesorarlo.
Interrogatorio en Frankfurt
El miércoles en la tarde circuló en Colombia la versión de que Soto había sido arrestado en Frankfurt. La verdad es que la Interpol estuvo interrogándolo durante tres horas, poco después de su llegada a Alemania pero como no existía una orden judicial en contra suya en ese país, un fiscal de Frankfurt no encontró méritos para su arresto. Juristas consultados por SEMANA consideran que, de no producirse su regreso en forma voluntaria, es casi imposible que, por un proceso de extradición o deportación desde cualquier país donde llegue a encontrársele, pueda ser traido a Colombia.
Hombre de negocios
Roberto Soto era un hombre de negocios muy talentoso, había amasado un patrimonio personal considerable como representante de numerosas firmas alemanas en Colombia y otros países de América Latina. Algunos de sus más importantes negocios durante los últimos años fueron los siguientes: representó a la firma alemana Messerschmitt en la licitación para el debatido satélite colombiano, Satcol; como intermediario de un consorcio alemán que le compraba petróleo a Colombia, participó en 1982 en la adquisición de 700 mil barriles de crudo que costaron 15 millones de dólares, obteniendo Soto una utilidad de 41.3 centavos de dólar por barril, cerca de 30 millones de pesos colombianos como ganancia total; se encontraba negociando para otra firma alemana la posibilidad de iniciar compras de carbón a Carbocol, cuando entrara en forma la producción de El Cerrejón, en el Perú y representando a la Messerschmitt, había vendido 5 helicópteros especialmente equipados para operaciones de excavación de pozos petroleros, negociación en la cual había ganado varios millones de pesos; en diciembre había culminado su participación como intermediario en la compra por parte de la Fuerza Aérea Colombiana de un Boeing 707, dotado de moderno equipo, para transporte de material militar y tropa, que costó cerca de 3 millones de dólares, cifra con base a la cual cualquier comisión es considerable; y en 1982 realizó un negocio que sería el único de estos al que podría encontrársele una asociación indirecta con algunos aspectos técnicos del caso de los 13.5 millones de dólares: representó a la firma Siemens en una investigación para obtener información sobre la red de microondas para télex en Colombia.
Los principales
Pero aparte de estos negocios, Soto estaba dedicado a dos actividades permanentes que le copaban la mayor parte del tiempo. Por un lado, es fundador y principal accionista de la firma Latinoamericana de Industria y Comercio S.A., cuyo principal negocio son cinco aserrios en la zona de Tumaco, en el departamento de Nariño. En los cinco aserrios que producen madera llevada en barcos de LICSA hasta Buenaventura, se encuentran empleados más de 800 troceros con contrato permanente y unos 400 con contratos de temporada. Además, la más reciente inversión de LICSA en esa zona es una planta enlatadora de palmitos, con 120 empleados de nomina y 500 troceros que negocian permanentemente con la empresa la palma que cortan. Por otro lado, Soto es el representante del importante banco alemán BHF (Berliner Handels und Francfurter), que efectúa constantes préstamos a entidades públicas y privadas de Colombia. Uno de esos créditos fue firmado por Soto con el gobierno nacional el 21 de mayo de 1982, 10 días después de que se firmara el del Chase, objeto del fraude. El préstamo del BHF era para compra de armas y equipo militar y su monto ascendía a 22 millones de dolares. Este contrato de crédito entre Colombia y el BHF es uno de los pocos que, con el del Chase, contiene una cláusula que permite utilizar el sistema de una subcuenta, como aquélla donde se encontraban los 13.5 millones de dólares.
Récord
El robo de los 13.5 millones de dólares, en el momento en que se llevó a cabo, batió todos los récords anteriores y se convirtió en el robo más grande en la historia del mundo. Meses después fue superado por un robo de joyas por valor de 15 millones de dólares y poco tiempo después éste también sería superado por el robo de los lingotes de oro en el aeropuerto de Londres, por un valor de 30 millones de dolares. De tal suerte que, si bien es el tercero más grande en cuanto a su cuantía, sigue siendo el primero en dinero, teniendo en cuenta que los otros dos son en especie.
¿Más cerebros?
Aun cuando Roberto Soto ha sido señalado hasta ahora como el único cerebro de la operación, SEMANA pudo establecer de fuentes de la más alta fidelidad que los investigadores consideran que por lo menos dos personas más, una de las cuales mucho más conocida que Soto, son objeto de sospecha como posibles participes en el diseño de la operación. Todo esto hace pensar que lo conocido hasta ahora no es la totalidad y que lo más espectacular está por venir.