JUSTICIA
Elección de fiscal general: ¿por qué no será rápida?
El viaje de dos magistrados a Ginebra desbaratará el apretado 'quorum' en la Corte Suprema de Justicia, que tendrá que llenar las seis vacantes que están pendientes antes de votar. Frente a esto, a Duque no le queda otra que guardar sus cartas.
El ambiente para la elección del fiscal que reemplazará a Néstor Humberto Martínez pasó de claro a oscuro esta semana. Las decisiones de dejar en libertad a Jesús Santrich por parte de la Corte Suprema de Justicia y la de sepultar las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la JEP, por parte del Corte Constitucional, dejaron en evidencia que el siguiente pulso -el de la elección de fiscal general- no será sencillo.
El presidente Iván Duque se está tardando más de lo esperado para presentar a sus tres candidatos ante la Sala Plena de la Corte Suprema, corporación a cargo de le elección. El tiempo de reflexión tiene una explicación y es que desde la Casa de Nariño se podrían estar calculando todas las variables, incluyendo, la de la apretada composición del quorum en el alto tribunal. Salir antes de tiempo podría significar que los candidatos del presidente se desgasten en una elección que tarde meses.
La razón es la siguiente. Para poder definir a un ganador se necesitan 16 votos. El lío es que de los 23 magistrados de la Corte apenas 18 están ocupando su despacho. A eso se suma que uno de los cargos, el de Margarita Cabello, la recién designada ministra de justicia, quedará vacante el 4 de junio, con lo cual quedan 17 sillas ocupadas. A estos, hay que restarles dos magistrados que estarán todo el mes de junio en un viaje con la OIT en Europa. De modo que se preveé que en las próximas semanas solo habrá 15 magistrados, lo cual hace imposible una elección.
Confidenciales: ¿Por qué no se ha presentado la terna para la elección del fiscal?
Todo indica que la Casa de Nariño optará por dejar este espacio para que los magistrados intenten llenar las seis vacantes que tienen pendientes. Comenzando por la del magistrado Gustavo Malo, quien fue suspendido por la Comisión de Acusaciones y sus colegas tendrán que conseguirle un reemplazo temporal.
Después entrarían a evaluar las listas para ocupar los despachos que dejaron los penalistas José Luis Barceló y Fernando Castro, y los laboralistas Luis Gabriel Miranda y José Mauricio Burgos. Como la exmagistrada Margarita Cabello Blanco acaba de renunciar para asumir el Ministerio de Justicia, esta vacante aún no tiene lista y se espera que tome un tiempo adicional llenarla.
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Hay antecedentes históricos que harían pensar que la elección del fiscal será un proceso muy largo y desgastante. El que más se recuerda es el que se vivió durante la presidencia de Álvaro Uribe cuando se acabó el periodo de Mario Iguarán. La pelea que había entre la Corte Suprema y la Casa de Nariño era tal que los magistrados le devolvieron la terna diciendo que ninguno de los aspirantes cumplía con los requisitos para el cargo. Uribe presentó otra terna, pero aún así, no hubo humo blanco y el país se quedó un año y medio sin fiscal.
Cuando llegó Juan Manuel Santos a la presidencia envió a sus propios candidatos y así, Viviane Morales terminó con esa interinidad. Otro caso que demuestra la dificultad de cualquier elección en ese organismo es el de Néstor Humberto Martínez. Cuando salió ternado, el gobierno tenía muy buenas relaciones con las cortes y había buen ambiente entre los magistrados para su elección. Aun así, Martínez duró cinco meses en campaña antes de que se diera su victoria.
Con la elección de Martínez se confirmaron los temores que había al interior de la corte y que la opinión pública alertaba: se escogió a un abogado con mucha experiencia pero a su vez con sensibles conflictos de interés. El tema escaló de tal forma que durante su periodo de manera inédita, la corte designó a un fiscal ‘ad hoc‘ y por poco lo retira de las investigaciones en el megaescándalo de corrupción de Odebrecht, petición que el mismo Martínez puso en consideración.
Si el presidente no se la juega por nombres que acerquen los polos y generen confianza en la justicia, no habría tampoco obstáculos para que la Fiscalía entre en una extendida interinidad como ya ha ocurrido. El recién designado fiscal general encargado, el abogado Fabio Espitia Garzón, tiene amplia trayectoria en el búnker y una fluida comunicación con la Corte Suprema. Su nombre no genera resistencia entre los magistrados.
El presidente Iván Duque señaló en una entrevista este martes a La FM que le presentará al país una terna de personas "honorables, preparadas, con patriotismo y con independencia para ejercer ese cargo". Anticipó que espera que haya una mujer y que no necesariamente estará integrada por penalistas. "Lo que digo es (que deben tener) una solvencia jurídica muy completa, porque usted se da cuenta de que aquí se han elegido fiscales con muy buenos resultados, que no necesariamente son penalistas. Otros que han sido exitosos, y sí lo son. Entonces, puede que sí, puede que no. No me amarro a ese ingrediente", insistió
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Lleva 30 años en la academia como profesor de la Universidad Externado y de la del Rosario. De la primera renunció hace tres meses –según él– por falta de tiempo debido a su labor en la coordinación de la unidad de fiscales delegados ante la corte. De la segunda se retiró la semana pasada en cuanto se enteró de que sería el fiscal general encargado.
Una vez lo notificaron, Espitia puso de vicefiscal a quien ha sido su mano derecha en esta etapa de la Fiscalía, el abogado Jaime Camacho. Con el también externadista venían trabajando de la mano en uno de los casos bandera de la delegada ante la corte: el cartel de la toga. Como abogado litigante, a Camacho lo recuerdan por haber defendido a María del Pilar Hurtado, quien por un tiempo abandonó el país en medio del escándalo de las chuzadas a líderes sociales, periodistas y defensores de derechos humanos, y luego se entregó a la Justicia en 2015.
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Camacho recibirá la coordinación del caso Odebrecht, incluidas las tres líneas de investigación asignadas al fiscal ‘ad hoc‘ Leonardo Espinosa por cuenta de los impedimentos de Néstor Humberto Martínez. Al mismo tiempo que la corte admitió la renuncia de Martínez, dio por terminada la tarea que venía cumpliendo Espinosa. O sea que el caso Odebrecht vuelve por completo al búnker.
El país espera con alto interés los candidatos de Palacio. Ocupar ese puesto no es nada fácil. Se necesita una persona con experiencia, que no polarice y que a la vez pueda ejercer con libertad la misión de liderar el búnker. En medio de la falta de gobernabilidad del presidente, seguramente también muchos sectores políticos le deben estar pidiendo pista, pues en últimas se trata del segundo cargo más importante del país con un enorme poder, un enorme presupuesto y una enorme nómina. Su elección parece estar al mismo nivel de adrenalina que las que vienen en octubre.
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