Antioquia
Terror en el Valle de Aburrá: este año han sido encontrados 26 cuerpos embolsados, algunos de ellos descuartizados
En lo corrido de este año, han sido encontrados 26 cuerpos embolsados y, algunos de ellos, descuartizados en el Área Metropolitana de Medellín. ¿Qué está pasando?
Jean Carlos García Vargas y Jonathan Arley González Serpa aparecieron sin vida dentro de bolsas plásticas en Bello. Un grupo de delincuentes los secuestró, torturó y asesinó. Las imágenes del sufrimiento que padecieron antes de la muerte fueron compartidas con sus familias. En el Valle de Aburrá se han encontrado 25 casos similares, según la Policía.
Ambos salieron de Apartadó con destino a la capital de Antioquia para encontrar mejores oportunidades. En el camino tropezaron. Los ilegales condicionaron su existencia a una millonaria suma de dinero, que sus parientes no alcanzaron a recolectar a tiempo. Volvieron a saber de ellos cuando aparecieron en dos paquetes abandonados.
La misma trágica historia está escrita en los homicidios de Miguel Ángel Álvarez Zapata y David Ramiro Ramírez. Al parecer, fueron retenidos y lesionados hasta la muerte. Los dos fueron hallados en la parte trasera de una unidad residencial de Apartadó. Los vecinos los vieron enrollados en bolsas de color negro.
El caso más reciente se reportó en pleno centro de Medellín. Un hombre que conducía una carretilla soltó el cadáver sobre la calle con el tráfico de las diez de la mañana como testigo. Acomodó el cuerpo a un costado de la vía y lo camufló en un costal. El sujeto tenía marcas violentas. La escena quedó registrada en las cámaras de seguridad del sector.
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Pero el hallazgo que más estruendo hizo en la ciudad fue un par de pies humanos, arrumados junto a un fémur en un balde. Una persona acomodó el recipiente en una zona boscosa. Aunque un grupo especializado fue asignado para estudiar este caso, todavía no hay respuestas. Las otras partes del cadáver no aparecen en el Valle de Aburrá.
Si bien las autoridades celebraron una reducción en los homicidios, el nivel de crueldad no ha bajado. Estas prácticas fueron heredadas del paramilitarismo. En la época en que corrió más sangre por la ciudad, los embolsados eran interpretados como advertencias que se lanzaban entre las organizaciones criminales para que no pisaran sus terrenos.
¿Quién está detrás?
Un funcionario judicial que sigue los casos de cerca reveló que se estarían repitiendo las mismas circunstancias que originaron este tipo de violencias en el pasado. El ajuste de cuentas es el argumento preliminar que pesa sobre los homicidios identificados. Se cometen “porque se fumaron lo que no debían fumarse o se robaron la plata”, dijo.
La Policía presume que las órdenes estarían siendo enviadas por los grupos del crimen organizado que tienen las capacidades de costear este tipo de asesinatos, pues el riesgo que se corre es alto. Por lo general, se cometen en sitios donde saben que no hay cámaras de seguridad y donde la vigilancia no les podría jugar en falso.
De acuerdo con el mapa de la Fiscalía, en esta región se tienen consolidadas más de 80 bandas ilegales, que se sostienen con la extorsión y el tráfico de estupefacientes a gran escala. Todas estarían bajo la sombrilla de agrupaciones superiores que gozan de respeto en las calles de Medellín y el resto del Valle de Aburrá.
Una de las hipótesis de las unidades de inteligencia es que los incumplimientos dentro de las organizaciones suscitan este tipo de asesinatos. Más allá de la tortura que padecen las víctimas y que registran en imágenes, el objetivo es mandar mensajes al resto de miembros con el fin de advertir sobre los alcances que podría tener la falta de palabra.
Contrario a lo que ocurría en el pasado, los crímenes no se estarían dando entre las bandas. El Instituto Popular de Capacitación (IPC) y la Corporación Sinergia dieron a conocer que en el Valle de Aburrá está activo un cese al fuego entre ellos. Prueba de esto sería la disminución en la tasa de homicidios.
El acuerdo se habría gestado desde el segundo semestre de 2019 en los pasillos de los establecimientos carcelarios de Medellín y puesto en marcha en las calles de las comunas. Sin embargo, en las últimas semanas se habría acogido con mayor respaldo como una supuesta muestra de disposición para transitar hacia la legalidad, bajo la “paz total”.
Por ejemplo, en agosto de este año se mantuvo vigente una racha de seguridad que, en los tiempos recientes, no había estado en el radar de la administración del distrito: durante siete días no se presentaron muertes violentas en la ciudad. El buen tiempo terminó por homicidios asociados con ajuste de cuentas y faltas de convivencia.
¿Casas de tortura y pique?
El común denominador de los crímenes estudiados es que los ilegales dejan a sus víctimas en zonas visibles para que la comunidad les advierta a las autoridades sobre el hallazgo. En imágenes registradas en las redes sociales, se ven los paquetes en sitios fáciles de percibir: al lado de porterías y a un pie de montañas concurridas.
Aunque la fuerza pública no ha identificado un sitio específico del Valle de Aburrá donde se cometan repetitivamente este tipo de muertes violentas, se presume que no son en la zona donde aparecen los cadáveres. Hasta esos lugares son trasladados en carros luego de torturarlos a una distancia considerable, en espacios que tienen bajo su dominio.
Las organizaciones que defienden los derechos humanos en el Área Metropolitana encendieron las alarmas por supuestas casas de tortura que estarían instaladas en las laderas de Medellín. Varias denuncias públicas recopiladas por ellos darían cuenta de viviendas acomodadas para estos crímenes en la zona nororiental del distrito.
“Sí, hemos identificado a lo largo de la historia sitios de tortura. El grupo de los Pájaros lo hace. Las comunidades lo han denunciado en Belén, Altavista y Castilla, aunque podría haber más”, afirmó Julio César Rengifo, analista del conflicto y miembro de la Corporación Humanitaria Justicia al Derecho.
El comandante de la Policía en el Valle de Aburrá, brigadier general Carlos Humberto Rojas Pabón, descartó esa posibilidad en razón de que no hay material probatorio que sostenga la existencia de viviendas adecuadas para asesinar y luego embolsar a personas. “Nos debe quedar claro. Aquí nosotros no vamos a tapar el sol con un dedo los hechos que se han presentado en estas modalidades. Le corresponde a Medicina Legal establecer las causas que en su momento han sido utilizadas. Pero tipificarlo de esa manera y tener marcados lugares, no”, respondió el oficial de la institución.
No obstante, los procesos de investigación seguirán activos, dado que no pueden bajar la guardia, y mostraron disposición para recibir cada una de las alertas que informarían sobre estas residencias. La Alcaldía de Medellín está dispuesta a entregar 40 millones de pesos de recompensa por información que ayude a esclarecer cada uno de los homicidios.
Otros antecedentes
Las crueldades también están migrando a otras regiones del departamento de Antioquia, como el Bajo Cauca. Los Caparros y el Clan del Golfo sostienen una guerra a muerte con el fin de acaparar los negocios ilegales. Ambos bandos han recurrido a prácticas horrorosas para crear zozobra.
Un hombre fue decapitado y su cabeza la colgaron en una estaca. Cuando llegaron las unidades de la Policía Nacional para verificar la situación, encontraron a un pie del palo el tronco de la víctima, pero su rostro ya no estaba. También causó horror la tortura y el homicidio del que fue víctima una menor de edad. Los delincuentes grabaron cada golpe.