La vida de Edulfo Villar Estrada ha estado llena de obstáculos. Y muchos de estos los superó apoyado en un termo de tinto caliente. Ahora, a sus 35 años cuenta su historia con el orgullo que le da haberse posesionado como alcalde de su pueblo, Bosconia, en el departamento del Cesar, a 90 kilómetros de Valledupar.
Entre sus prioridades de gobierno están trabajar por la seguridad, la generación de empleo, las oportunidades de estudio para los jóvenes y mejorar los servicios básicos de la población. Un servicio de agua de calidad es una necesidad urgente para sus paisanos.
La campaña la hizo caminando los barrios por más de un año. En cada visita se dedicaba a escuchar lo que los habitantes de las zonas más vulnerables del municipio le contaban. Esos insumos le sirvieron para ir moldeando sus propuestas.
En la contienda electoral se gastó $50 millones que, según le contó al Diario del Cesar, recogió haciendo bingos, integraciones de amigos y encuentros comunales. Con el bingo la estrategia fue la más efectiva. Iba a los barrios del pueblo y repartía gratis los cartones, así la gente se motivaba a participar de las reuniones. Para cada evento invertía hasta 100.000 pesos en la compra de los premios, pero el encuentro le servía para invitar a la gente a ser voluntarios de la campaña. En las más de 30 integraciones que organizó, Edulfo también repartió tinto.
Su triunfo en las urnas también fue mínimo, apoyado por el Movimiento Alternativo Indígena y Social, MAIS, obtuvo 5.045 votos, menos de 100 de diferencia sobre su principal contrincante Jorge Patiño Gómez, del Partido Conservador colombiano.
Apelar a la solidaridad de las personas no es algo nuevo en su vida, porque en la mayoría de los años de su infancia tuvo que ayudar a la economía familiar vendiendo diferentes productos en la carretera principal del pueblo. La situación era tan dura que solo hasta los 8 años pudo pisar el colegio.
La vida escolar, sin embargo, le gustó y se graduó del bachillerato con honores. Su sueño de ser profesional también se enfrentó al obstáculo de la falta de plata. Entonces tuvo que volver al termo de tinto, pero esta vez con un acuerdo familiar: estudiaría de lunes a viernes en Valledupar y los fines de semana se uniría a sus hermanos en la venta de café. En los últimos semestres un compañero de estudios le brindó hospedaje en su casa en la capital del departamento. Con mucho esfuerzo se convirtió en abogado, titulado por la Universidad Popular del Cesar.
Con el diploma profesional en la mano vinieron los primeros trabajos formales. Lo que se ganó en estos le sirvió para pagarse una especialización en Contratación Estatal, en una universidad en Barranquilla.
Quienes lo conocen reconocen en él a un hombre humilde y con ganas de ayudar a todos. Muestra de eso es que su acto de posesión lo hizo en el barrio 18 de Febrero, el mismo que hace más de tres décadas recorre con su familia.
Por eso, cuenta, sin avergonzarse, los momentos difíciles que ha vivido y las personas que lo han inspirado. Como la vez que, cuando siendo un adolescente, un desconocido le hizo un chance en un lujoso carro y Edulfo se maravilló con la forma en que esté hombre vestía y con el consejo que le dio para alcanzar las metas. “La única manera de lograrlo era estudiando, prepararse con dos propósitos: salir adelante y ayudar a los demás”, recuerda que le dijo. Lo que ha hecho hasta hora da señales de que Edulfo parece haber captado muy bien el mensaje.