PERFIL
Todd Howland: ¿Una amarga despedida?
Miles de usuarios en redes sociales y 200 organizaciones piden que el Alto Comisionado de Naciones Unidas en Colombia no sea relevado de su cargo. Un choque de trenes habría acelerado la salida de este mosquetero del proceso de paz y la salud en el país.
Todd Howland conoce Colombia como la palma de su mano. A pulso la empezó a recorrer desde que lo nombraron Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Garante, conciliador, árbitro y negociador son algunos de los adjetivos con los que personas de todas las tendencias políticas se refieren a lo que ha sido su gestión en estos cinco años. Quizás, por eso, el rumor de su traslado -que corre desde este fin de semana- causó tanta extrañeza y en cuestión de horas empezó a caldear los ánimos.
El país que Howland se encontró en el 2012 -poco antes de dejar el Congo (África)- guarda pocas semejanzas con el que ha ayudado a construir en estos años. La perturbadora escena que lo recibió de 16 muertos y 114 heridos en un ataque perpetrado por miembros de las FARC en Nariño y Cauca ese mismo año, parece empezar a hacer parte del pasado, una historia que mucho parecen empeñados en no dejar volver a repetir.
Aunque llegó con cautela a dirigir el timón de la oficina de derechos humanos más vieja y quizás polémica del planeta, 30 años de experiencia abonaron lo que sería su aterrizaje en el país con fama de tener "el conflicto más largo del mundo". Pero para Howland, el destino tenía preparada otra cosa. Un liderazgo que poco a poco empezó a asumir, desde cuando se cocinó el inicio de la fase exploratoria de la negociación de paz entre el Gobierno y las FARC.
En cuestión de meses, el paradigma de la violencia comenzó a cambiar, y a las funciones que ejerció su antecesor Christian Salazar Volkmann se sumó una estrechamente vinculada a la búsqueda de la paz. Por eso es que muchos sienten que encarna, como pocos, la figura ideal de un diplomático extranjero que consiguió entender las problemáticas del país en su esencia.
Con extremo sigilo el estadounidense comenzó a asomar la cabeza en la coyuntura nacional. La primera vez que se hizo visible su trabajo, fue durante el paro agrario nacional del 2013 donde ayudó a abrir uno de los canales que desenredó los enfrentamiento con la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular que convocó a casi 30.000 personas en 24 departamentos del país para protestar por los costos de insumos agrícolas y la prohibición de usar semillas nacionales.
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Y es que ante los constantes enfrentamientos que se presentaron durante casi un mes, la interlocución y los puentes que se tendieron entre el Estado y población fueron claves para evitar que el saldo de ocho muertos, más de 400 heridos y 512 detenidos creciera vertiginosamente. Fue cuestión de días para que se le encomendara una nueva tarea: mediar para ayudar a desactivar los conflictos derivados del paro en el Catatumbo. Para ese entonces muchos lo graduaron -esta vez en terreno- como una ficha clave en la resolución de conflictos.
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Howland ha estado detrás de la búsqueda de salidas negociadas en los paros y movilizaciones campesinas que se han gestado en estos cinco años. Incluso, en el 2015 se hizo cargo de la causa de los afrodescendientes y indígenas que, aparentemente, iban siendo excluidos de la Mesa de diálogo en La Habana y consiguió que antes de que se cerrara el ciclo de víctimas en la negociación, fueran escuchados. "Es importante que ellos tengan la posibilidad de dar sus preocupaciones y que sean escuchados y que obtengan respuesta", manifestó en ese entonces el diplomático estadounidense que veía insostenible el proceso sin estos dos actores.
Su voz siempre se ha alzado con fuerza y más cuando se trata de defender las causas de las minorías. Sin titubear se ha pronunciado en temas trascendentales para el país, como el conflicto armado, el proceso de paz, los derechos de la comunidad LGBTI y la violencia de género. Ejemplo de ello son los recientes reparos que le hizo Acto Legislativo que le dio vida a la Jurisdicción Especial de Paz que se aprobó la semana pasada en el Congreso.
Pero su conexión con Colombia también va más allá de lo laboral. Una carta suya dándole las gracias al ministro de Salud, Alejandro Gaviria, reveló la más silenciosa de las batallas que desde hacía años libraba en la privacidad de su hogar. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos tiene leucemia y en mayo del año pasado decidió darle rostro a la lucha que el país lideraba para bajar el precio de los medicamentos.
"Escribí la columna porque algo no me cuadraba. No podía ser que los mismos congresistas norteamericanos amenazaran a Colombia, cuando se está tratando es de hacer algo bueno por la gente. ¿Por qué esos congresistas pensaban más en el interés de una empresa que en el bienestar de las personas? Decidí ser parte visible de este proceso porque la gente se va a morir si no tiene este medicamento", contó en entrevista con Semana.com
Su voz retumba en la cabeza, como lo suele hacer la conciencia. No sólo por la férrea defensa que asumió para que el Gobierno siguiera en pie de lucha para bajar el precio del Glivec por el que ha pagado más de 600.000 dólares por su tratamiento en seis años, sino también por el eco que tuvieron sus palabras durante la refrendación del acuerdo de paz.
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Tras el naufragio del Sí en el plebiscito de paz, muy pocos discursos lograron acaparar la atención del país y especialmente el del Congreso como el que pronunció Todd Howland durante una de las sesiones que se adelantaron para refrendar el acuerdo de paz. Ante el recinto recordó que desde hace un par de años tiene leucemia y que parte del tratamiento psicológico para asumir la enfermedad ha sido aprender a decir lo que piensa.
“Por eso voy a comunicarles mi miedo…Tengo un miedo muy grande de que la esperanza del acuerdo de paz con las FARC no produzca la no repetición de las violaciones de derechos humanos” dijo, al tiempo que invitó a los parlamentarios a refrendarlo lo más rápido posible. Más de uno se estremeció con la manera como el jurista estadounidense vinculó esa confesión personal a su discurso que aún retumba cuando se van a cumplir cuatro meses desde cuando arrancó la implementación del acuerdo que en noviembre pasado el Gobierno firmó con la guerrilla en el Teatro Colón.
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En menos de 24 horas más de 2.000 tweets con el hashtah #ToddHowlandNoSeVa inundó las redes sociales. A ese llamado se sumó la petición que firmaron más de 200 organizaciones sociales donde le expresan al alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Zeid Ra‘ad Al Hussein, que "Todd Howland se ha convertido en un actor clave y muy positivo para el avance del proceso".
Aunque su traslado aún no se ha confirmado, la noticia a despertado toda suerte de suspicacias. "De todas formas, Todd Howland estaba ya en tiempo para rotación. Pero la confrontación con Arnault aceleró salida", manifestó la internacionalista Laura Gil a través de su cuenta de Twitter al tiempo que pidió mayor claridad sobre la competencia que tendrá en materia de derechos humanos la Misión que desplegará la ONU una vez concluya la dejación de armas de las FARC y lleguen a cumplir el papel de verificadores.
"Quienes creen que sacando a #ToddHowland los errores van a pasar desapercibidos, se equivocan. Lo que están haciendo es aumentar los riesgos", señaló a su turno la decana de derecho de Los Andes, Catalina Botero. Aunque se ha dicho que el Gobierno no tiene ninguna injerencia en la decisión que se estaría tomando, muchos creen que sus informes como el que recientemente se conoció alertando por el asesinato de líderes sociales resultan incómodos.
En sus correrías por el país, Todd Howdland consiguió convertirse en un agente conciliador que muchas veces hace de interlocutor con el Estado. De ahí que mucho resalten la confianza como la principal virtud a la hora de implementar los acuerdos de La Habana. Y pidan que se mantenga su presencia en Colombia.
Su posición, si bien es apreciada en la mayoría de organizaciones sociales y en la opinión pública, también ha generado reservas. Ha tomado posturas arriesgadas en temas que tocan muchos intereses. El caso del medicamento Glivec es uno de estos pues se enfrenta a las presiones de los grupos de incidencia de la industria farmacéutica.
También ha tenido una voz más independiente respecto al proceso de paz, no necesariamente apoyando al gobierno. Esto sucedió esta semana respecto a la Ley de Amnistía y la Jurisdicción Especial para la Paz. Howland aseguró que hay puntos de esas normas que no cumplen los estándares internacionales de derechos humanos y que por esa razón pueden caerse en la Corte Constitucional.
El Alto Comisionado, en una entrevista con el diario El Espectador, acusó a los congresistas de actuar "en función de sus intereses" y aseguró que en el Congreso se desconoció el acuerdo y "el esfuerzo que hicimos para que las partes aceptaran asumir sus responsabilidades". Agregó que, aunque no le gusta desempeñar el papel de quien señala los problemas, se sentía en la obligación de poner en evidencia que el resultado no quedó bien. "Pusieron los intereses particulares por encima del interés público. No se puede ver a la JEP como una feria de beneficios, no. Los responsables de crímenes tienen que hacer obras que para la sociedad tienen que hacer acciones de reparación y reconciliación. Ese es el concepto. El Congreso no lo entendió", dijo.
Howland ha tenido posiciones similares en otros temas polémicos del proceso. Por ejemplo, ha sido alzado la voz de la ONU varias veces para reclamar por el asesinato de 127 líderes sociales en el 2016, la mayoría de ellos murieron en zonas previamente ocupadas por las FARC. Y también ha criticado la incapacidad del Estado para actuar en las zonas que abandonaron las FARC.
Su posible salida ha generado un enorme malestar entre los defensores de derechos humanos y si se concreta abrirá un debate sobre la necesidad de replantear esa oficina y el rol de las Naciones Unidas en Colombia, ahora que el país vive el escenario del posconflicto. "Quien llegue viene a probar suerte", manifestó el vocero de la Marcha Patriótica Andrés Gil.