La entrevista, Por Luis Carlos Vélez

“Todos los secuestros fueron equivocados; cada uno era más dramático que el anterior”

El senador Carlos Antonio Lozada reconoce que las Farc hicieron secuestros y que todos, vistos a la distancia, fueron una equivocación. Asegura que sus palabras son reales y no parten de una estrategia política.

19 de septiembre de 2020
Luis Carlos Vélez y Carlos Antonio Lozada
Luis Carlos Vélez entrevista a Carlos Antonio Lozada, senador del partido FARC. | Foto: Collage

Luis Carlos Vélez: ¿Cómo llegaron a la conclusión de que era necesario hacer la carta que escribieron sobre el secuestro?

Carlos Antonio Lozada: Nosotros durante todo este tiempo hemos estado evaluando la reacción de la opinión frente a nuestras comparecencias y los actos de reconocimiento y de responsabilidad con las víctimas. Y nos tenía muy preocupados que no lográbamos conectarnos con las víctimas. Eso nos llevó a entender que teníamos un problema grave de comunicación y que estábamos muy enclaustrados en esa idea nuestra de mantener equivocadamente los conceptos y los criterios que manejamos durante la guerra.

L.C.V.: ¿En qué erraban?

C.L.: El tema del lenguaje es fundamental. Tal vez, buscando dar explicaciones de lo sucedido, terminamos enredando nuestros propios razonamientos. Lo que logramos en esta carta, en un lenguaje muy directo y descarnado, fue transmitir lo que queríamos decir. El quid del asunto es primero nombrar las cosas y después tratar de explicarlas y no al revés, como estábamos haciendo.

L.C.V.: ¿Se refiere en específico al uso de la palabra secuestro?

C.L.: Sí. Nosotros en la guerra nunca lo llamamos así, lo llamábamos retenciones. Y en el lenguaje técnico jurídico se denomina también retención. Nos aferramos a ese formalismo de la técnica jurídica y no entendimos que para establecer esa comunicación con las víctimas y con la opinión era necesario nombrarlo de la forma en la que la gente lo conoce. Ese es un paso decisivo que logramos en esta carta.

L.C.V.: ¿Este sí es un arrepentimiento real o es una estrategia política comunicativa?

C.L.: No, de ninguna manera. El reconocimiento ya estaba dado desde hacía mucho tiempo. Si la gente escucha y analiza las intervenciones nuestras en la Jurisdicción Especial, van a ver que aquí hay un reconocimiento nuestro de esa práctica como algo equivocado. De hecho, vamos más allá y decimos que aquí sí se trató de una política financiera de las Farc en el caso de las retenciones. Estamos trabajando con la Unidad de Búsqueda para recuperar restos de personas que murieron en poder de unidades de las Farc.

L.C.V.: De todos los secuestros, ¿cuál fue el más equivocado?

C.L.: En general, todos. Hay un hecho que la opinión no conoce y es que desde los años ochenta en una conferencia de la guerrilla ya se había dicho que el secuestro era una práctica equivocada y que políticamente estábamos errados en eso y debíamos abandonarlo. Desafortunadamente, la dinámica de la guerra y las necesidades económicas no nos permitieron modificar esa política. Obviamente, hay unos que impactaron más como el de Íngrid Betancourt por las circunstancias y todo lo que se dio alrededor. Igualmente, el de Clara Rojas por el hijo que tuvo. El caso que mencionamos en la carta con el hijo del cabo. Si uno se pone a mirar, cada uno era más dramático que el otro.

L.C.V.: ¿En la muy mentada reunión con el expresidente Santos se habló de la necesidad de escribir esta carta?

C.L.: No. Hablamos en general del tema de la verdad. Ellos nos manifestaron sus preocupaciones y nosotros les presentamos las nuestras con respecto a que el sentido original del acuerdo fue alterado por el Estado. Finalmente, terminaron por fuera de ese compromiso de verdad con las víctimas todos los funcionarios civiles del Estado, los altos mandos militares y los denominados terceros. Ratificamos que no había reticencia nuestra en aceptar lo que nos correspondía, pero sí veíamos preocupación con que el Estado alteró el acuerdo y la opinión no lo percibe. Sin la verdad del Estado no hay verdad completa para las víctimas.

L.C.V.: En esa misma sintonía con el sentir general, ¿habrá un reconocimiento con el reclutamiento forzado a menores?

C.L.: Sí. De hecho, ese reconocimiento ante la Jurisdicción Especial para la Paz ya está hecho. Ahí nosotros hemos señalado en una carta que le enviamos al doctor De la Calle que, de ahora en adelante, las audiencias serán transmitidas en directo para evitar filtraciones de pedazos de las comparecencias que se presten para malinterpretar, porque seguramente se sacan de contexto. De una declaración de siete horas se filtran 30 segundos o un minuto, y de ahí se puede derivar cualquier cosa.

L.C.V.: Suena usted muy político. ¿Está cogiendo las mañas de los políticos de acomodar las palabras o hay sinceridad?

C.L.: Obviamente, hay que hacer un proceso muy duro personalmente y en la organización. No es fácil lo que hemos tenido que vivir cada uno durante este tiempo en las circunstancias que tenemos. Nosotros, en el Congreso en la actividad legislativa abierta; otros, con actividades permanentes con las víctimas; la propia sociedad. Ha sido un proceso duro y doloroso como personas y como organización, que nos lleva a reflexionar, y eso es el resultado de lo que se está dando ahora con este reconocimiento que hemos iniciado.

L.C.V.: ¿Qué pasará con el partido Farc cuando se acabe el próximo periodo legislativo, ya que tienen congresistas sin votos? ¿Van a llenar diez curules?

C.L.: Nosotros tenemos una responsabilidad histórica enorme. Yo creo que va a transcurrir un tiempo que no medimos suficientemente en el que se nos permita hacer esa transición; cerrar tantas heridas abiertas que dejó un conflicto tan prolongado antes de que nosotros podamos capitalizar un espacio político. La esencia del acuerdo para nosotros es que podamos participar activamente en política. Pero hoy somos conscientes de que las heridas de la guerra son tantas y tan profundas que eso nos va a demandar un tiempo grande para tener la credibilidad y el respaldo de la gente.

L.C.V.: ¿Cómo ve el caso Uribe?

C.L.: Cuando estábamos en La Habana, le propusimos varias veces al expresidente Uribe que fuera a hablar con nosotros. Considerábamos que era muy importante que el sector que él representa estuviese en ese acuerdo. Por eso hemos tratado de estar al margen de los comentarios, porque no somos los más indicados para opinar en este proceso. Más bien que sea la justicia la que tome determinaciones. Pero sí consideramos que este proceso pasa porque en algún momento podamos sentarnos con el sector que representa el expresidente Uribe. Nosotros existimos y ellos también, esa es una realidad. Hay otros sectores y hacia allá es adonde debemos empujar el barco, hacia la convivencia.

L.C.V.: ¿Qué les responde a quienes dicen que se acordó en La Habana dejar a Álvaro Uribe en la cárcel para firmar el acuerdo de paz?

C.L.: Eso no tiene ningún fundamento. Creer que nosotros o el propio expresidente Santos tenemos el poder y la capacidad de incidir en las altas cortes o en la propia Fiscalía en este momento no tiene ningún sentido. Pero nosotros fuimos muy insistentes en que no quedara nadie por fuera de ese acuerdo en relación con la justicia para la paz, porque es para eso, para la paz. Es solo la justicia restaurativa en la que acordamos unos términos de justicia, sin quedar en la impunidad, en la que podemos acordar la reconciliación.

L.C.V.: ¿Qué piensa de que el expresidente Uribe esté en la casa por cárcel, mientras que miembros de la guerrilla, como usted, que secuestraron, mataron y abusaron estén en el Congreso libres?

C.L.: No es comparable. Todo lo que nosotros cometimos como delitos están amparados por la figura del delito político. En el caso del expresidente Uribe, por el cual le dictaron la detención domiciliaria, se trata de un delito común. Son diferentes y el tratamiento tiene que ser completamente distinto. Más allá de que nosotros hayamos cometido esos delitos, algunos que no son amnistiables a la luz del derecho internacional humanitario que regula los conflictos, firmamos un acuerdo luego de un conflicto político y por esos delitos es que tenemos que responder ante la Jurisdicción Especial. Los casos no son equiparables.

L.C.V.: El vandalismo está metido en las protestas. ¿Cómo lo ve?

C.L.: Aquí hay que hacer una diferenciación. El vandalismo como tal lo condenamos, no se puede contaminar de esa forma la protesta social. Pero no creemos que lo que se presentó en Bogotá y otras ciudades la semana pasada, a raíz del asesinato de un ciudadano en manos de dos policías, se pueda considerar simplemente vandalismo. Hay una indignación represada, que en distintos momentos de la historia de la sociedad colombiana la hemos visto y también en otras sociedades. En Estados Unidos, con algunas personas afroamericanas asesinadas, y en Europa ha venido sucediendo también. De manera que es un fenómeno social que no se le puede atribuir solo a unos grupos. Hay que entender que en la base causal de ese fenómeno hay unos problemas estructurales. La profunda inconformidad en los últimos 30 años por una sociedad tan excluyente que tenemos en Colombia, la situación de la juventud que no encuentra oportunidades de estudio, las altas tasas de desempleo.

L.C.V.: ¿Qué candidato a la presidencia está en mayor sintonía con ustedes?

C.L.: Yo creo que en este momento es muy temprano para hablar de candidaturas. Hemos visto candidatos que se han lanzado ya. Obviamente, nosotros somos una organización políticamente de izquierda y nos vamos a identificar con los candidatos que tengan una propuesta de izquierda y alternativa. Lo que no significa que en un momento determinado no podamos llegar a apoyar a un candidato de centro que se comprometa definitivamente con un programa que debe tener indiscutiblemente el apoyo de la implementación del acuerdo de paz.