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Tormenta económica: 11 puntos que le pegan sin misericordia a su bolsillo, explicados en la portada de SEMANA
Los colombianos sienten que no aguantan más. Trabajan lo mismo o más, pero la plata les alcanza menos. Todo es producto de una suma de factores que tienen a las familias en crisis. Estos son los elementos clave para entender qué está pasando.
Desde hace meses, los colombianos sienten que no dan más. La disparada del dólar, la inflación, las altas tasas de interés, el fantasma de una recesión global y las versiones contradictorias en el propio Gobierno se juntaron y crearon un panorama de incertidumbre.
Pero ese panorama se volvió más crítico esta semana cuando el dólar se acercó a los 5.000 pesos. Todo indica que la moneda no volverá a ver pronto sus tiempos dorados, cuando los colombianos podían comprar sin hacer un esfuerzo titánico los productos que vienen del extranjero.
Las familias hoy pueden ganar lo mismo, pero se sienten más pobres. Estas son las razones que están pegándole duro al bolsillo.
1. La inflación más alta del presente siglo
Las distorsiones económicas que trajo la pandemia llevaron a que una vez empezara la reactivación iniciara una tendencia inflacionaria global, que se demoró en llegar a Colombia, pero que hoy es la principal amenaza para el bolsillo de los hogares, al alcanzar un nivel de 11,44 % en septiembre pasado. Este registro no se veía desde 1999 y ya no es solo causado por factores externos, como la crisis de los contendores o el aumento en los precios de las materias primas, sino también por factores locales como el invierno, que afecta los precios de los alimentos, la tasa de cambio, que encarece todos los productos importados de la canasta familiar (que equivalen a entre 25 % y 30 % del total) y los servicios públicos, en particular el de la luz, que por la fórmula con la que se calculan las tarifas ha tenido alzas desmesuradas, en especial, en la costa Caribe.
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La inflación es además un ‘látigo’ que golpea con más fuerza a los más pobres, quienes tiene menos alternativas para defenderse de la subida de precios. Prueba de ello es que mientras el costo de vida de los hogares de ingresos altos fue del 9,80 % en septiembre, el de los pobres fue del 13,30 %.
Además de afectar la capacidad adquisitiva de los colombianos, la inflación ha obligado al Banco de la República a subir sus tasas de interés, que por ahora es la principal herramienta para combatir este flagelo. Sin embargo, cada vez hay más voces que consideran que el remedio puede salir peor que la enfermedad.
2. El triunfo de Gustavo Petro
El giro del país a la izquierda ha generado miedo en un sector del país. Pero, cuando Gustavo Petro ganó la Presidencia, el pasado 19 de junio, los mercados no reaccionaron tan drásticamente como muchos temían. La tasa representativa se movió levemente y el dólar se cotizó a 4.026 pesos, muy lejos de lo que presagiaban quienes pensaban que llegaría a 5.000 pesos. Lo mismo ocurrió con los títulos de deuda pública (TES), que mantuvieron el apetito de los inversionistas y se siguieron transando. Tras la posesión el 7 de agosto, Petro llegó a tranquilizar los mercados durante varias semanas con su discurso del “acuerdo nacional”.
La mayoría de los partidos políticos lo rodearon, los empresarios lo recibieron en el congreso de la Andi y lo aplaudieron, los gremios le dieron un compás de espera e, incluso, el expresidente Álvaro Uribe, visto como su mayor opositor, se reunió con él y, a pesar de las diferencias, el ambiente entre los dos fue cordial.
Todo se enmarcó en una especie de luna de miel. De alguna manera, quienes no votaron por Petro reconocieron su triunfo en las urnas y decidieron dejar atrás los vaticinios catastróficos. Casi un mes después de llegar al cargo, la imagen favorable del presidente se disparó y llegó al 69 % el pasado 3 de septiembre, según una encuesta del Centro Nacional de Consultoría para SEMANA. Ni siquiera acciones tan polémicas como sacar a 50 generales y almirantes de todas las fuerzas provocaron un desgaste ante la opinión pública. El país, mayoritariamente, estaba alrededor de la expectativa del cambio propuesto por el nuevo Gobierno.
En el Pacto Histórico, incluso, el senador Gustavo Bolívar presumía hace unas semanas que el precio del dólar estaba más o menos controlado, en comparación con lo que ocurría en el anterior Gobierno. “Para los que siguen haciendo terrorismo con el dólar: Duque lo dejó en $4.337.28; Petro, un mes después, $4.365.32. Una devaluación de menos del 1 %. Y va para abajo”, dijo Bolívar el pasado 9 de septiembre.
El propio presidente Petro había hecho la siguiente advertencia el 11 de julio: “A quienes hoy están comprando dólares en Colombia, con el mayor respeto, tengo que anunciar que cuando los ponga de nuevo a la venta valdrán menos en ese momento. ¡Ojo! No pierdan sus dineros”.
Hoy el Gobierno ya no tiene ese tono, sino que se siente la preocupación. En las declaraciones, se percibe cierta ansiedad ante el desalentador panorama. De hecho, el presidente en varias oportunidades ha sido enfático en que se avecina una recesión económica para Colombia y, por ello, enfiló baterías contra Estados Unidos, culpándolo de estar “arruinando todas las economías del mundo”. El embajador del gobierno Biden en Bogotá, Francisco Palmieri, respondió de inmediato y pidió no buscar culpables y trabajar juntos.
Petro cumple dos meses y quince días de gobierno y es claro que todavía puede dar un timonazo para volver al rumbo sensato y de optimismo que requiere el país. Es urgente recuperar la confianza de los mercados. De lo contrario, el peor enemigo del cambio que este Gobierno propone será la agudización de la crisis social por el hambre. Petro es el capitán de este barco y su obligación es no dejarlo hundir.
3. La disparada del dólar
Las razones que ponen al billete verde al borde de tocar la nunca vista cotización de 5.000 pesos parecerían no tener nada que ver con los planes de quienes ganan y gastan en pesos y que no piensan salir del país. No obstante, la verdad es que en una economía globalizada como la colombiana es imposible salir ileso ante una devaluación de 23 % en lo que va de este año.
Se trata de una respuesta a factores externos e internos. La moneda subió en Colombia 1.008,21 pesos entre el 19 de junio, cuando se votó la segunda vuelta y Petro resultó ganador, y este viernes 21 de octubre. Eso equivale a una devaluación de 25,82 %. En ese mismo período, el índice DXY, que mide el comportamiento del dólar contra las principales divisas del mundo, ha subido 10,51 %. Frente al dólar, los expertos reconocen que una parte del impacto ha sido fruto del contexto internacional, y otra ha corrido por cuenta de la coyuntura política interna.
“Si el fenómeno de fortalecimiento del dólar fuera explicado solo por las políticas de Estados Unidos, todos los países tendrían devaluaciones iguales. No es el caso. Mientras que Brasil y Perú se devalúan 1,3 % y 2,7 %, respectivamente, el peso se devalúa el 13,7 % en dos meses. Construyamos confianza”, dijo el presidente de la Andi, Bruce Mac Master.
El dólar caro pasó de ser una preocupación de los especialistas o de quienes se dedican al comercio exterior a convertirse en un tema de conversación nacional. Psicológicamente, golpea duro tener que multiplicar por cinco cada vez que se quiere saber cuánto vale en pesos el más reciente celular o consola de juegos, que ahora se pueden cotizar desde internet y cada vez lucen más inalcanzables.
Y es que, al ser el dólar la moneda de referencia global, su tasa de cambio en los diferentes países “se convierte en el indicador más fiel de cómo el mundo ve a una nación, y lo que muestra la cotización actual es que no están viendo bien a Colombia”, explica Mauricio Santa María, presidente de Anif.
Prueba su punto en que al desvalorizarse el peso frente a la divisa estadounidense se empobrece el país, pues el salario mínimo, que el año pasado era de alrededor de 250 dólares, hoy está en 200. Es decir que el poder adquisitivo del peso se está mermando por dos razones, además, interconectadas: la inflación y la devaluación. Justamente, por eso, Santa María advierte que el dólar caro es tan dañino para la economía y para el colombiano de a pie, pues entre 25 y 30 % de la canasta familiar está compuesta por productos importados, que se afectan cada vez que sube el dólar.
4. La recesión mundial y especialmente la de Estados Unidos
El panorama mundial es muy complejo y la recesión en ciernes en Estados Unidos, como lo advirtió Bloomberg en su modelo de proyecciones para los próximos 12 meses, no da tregua. La estimación la hizo Bloomberg Economics, a través de su famoso modelo de proyecciones, según el cual, la poderosa economía se vería impactada por la inflación y por las medidas de la Reserva Federal con las tasas de interés, precisamente para tratar de contener la escalada de los precios.
El pronóstico no deja de ser un golpe a los mensajes económicos que ha enviado el presidente Joe Biden, quien insiste en que no están afectadas las variables como el empleo, que sería uno de los principales signos de una recesión económica.
Los economistas de Bloomberg, Anna Wong y Eliza Winger, son los autores de los últimos modelos de probabilidad que empiezan a causar incertidumbre, teniendo en cuenta el peso que tiene Estados Unidos en la economía global. Según los expertos, la estimación de 12 meses de una recesión ahora alcanza el 100 %, frente al 65 % que se tenía anteriormente para ese periodo (un año). El contundente pronóstico va directo a la posición de Biden, quien ha dicho en repetidas ocasiones que Estados Unidos evitará una recesión y que cualquier recesión sería “muy leve”.
No es lo único que está pasando: la guerra entre Rusia y Ucrania, que no ha parado y ha generado una profunda crisis energética, y los devastadores efectos económicos de casi tres años de pandemia.
5. La reforma tributaria
Luego de radicar la reforma tributaria en el Congreso, en el país se posaron nubarrones negros. En especial, los sectores petrolero y minero, y, en general, los empresarios, por intermedio de los gremios, iniciaron un pulso con la Casa de Nariño, pues sienten que sus empresas están en peligro con la carga tributaria que se propone. Algunos ministros emprendieron una maratón de declaraciones que han tensionado los mercados.
Aunque para ningún gobierno ha sido fácil el trámite de una reforma tributaria en el Congreso de la República, en esta oportunidad hay la sensación de que el proyecto de ley está embolatado, pese a que solo le queda un debate (de dos), el cual se dará en las plenarias de Senado y Cámara, una vez se radique la ponencia definitiva que están construyendo entre los coordinadores ponentes y los representantes de la administración del presidente Gustavo Petro.
Los ánimos están encendidos en las redes sociales, principalmente por el lado de los empresarios, que en las últimas horas han salido a reclamar por lo que llaman, “la campaña de desprestigio contra las empresas que está haciendo el Gobierno”, según dijo la Andi.
También en este jueves hubo protestas de los mineros, que llegaron al Capitolio Nacional en la capital del país para exponer sus preocupaciones por el empleo, en vista de medidas que están consignadas en la reforma, que tocan al sector minero.
En el mismo sentido, el consejo gremial, que es el gremio de gremios, en el que tienen asiento más de 25 agremiaciones económicas, salió a hacer una petición específica al Gobierno: “que reconsidere la magnitud de la reforma tributaria”.
6. La destemplada ministra de Minas
El caso de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, sobre el futuro de la industria petrolera, es quizá el más dramático. “Nosotros estamos cumpliendo una promesa de Gobierno, que se dijo en campaña, que está escrita en nuestro programa (...) Hoy no vamos a firmar nuevos contratos de exploración y explotación”, le confirmó la funcionaria a La W el pasado 13 de octubre.
Las alarmas quedaron encendidas pese a que el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ha desmentido una y otra vez las afirmaciones de la ministra Vélez. Para tratar de tranquilizar al sector de los hidrocarburos, el presidente Petro, el jueves, escribió en su cuenta en Twitter: “En ninguna parte del país se ha prohibido ni el petróleo ni el gas, seguirán produciéndose normalmente. Los contratos de explotación petrolera, carbonera y gasífica continúan normalmente. Los contratos de exploración vigentes continúan normalmente. No hay ninguna prohibición”. La duda, en todo caso, radica es en los contratos futuros y, hasta ahora, el Gobierno solo ha dicho que se está haciendo un análisis para determinar cómo será la llamada transición energética.
7. Los ataques a la independencia del Banco de la República
No menos complejos han sido los pronunciamientos del presidente Petro, quien hace dos semanas se puso en posición de ataque y acusó al Banco de la República de tomar medidas ineficaces, como subir las tasas de interés, que a su juicio no sirven para contener la inflación.
De inmediato, hubo quienes lo señalaron de lesionar o interferir en la independencia del banco. Pero Petro fue más allá: “La intención real de subir los intereses internos, en contra de nuestra propuesta, tiene que ver es con evitar la salida de capitales por el ascenso de la tasa de interés de los EE. UU. Se podía evitar con un impuesto transitorio de remesas a capitales golondrinas”.
Pero el ministro Ocampo, de nuevo, tuvo que salir a apagar el incendio causado por dichas declaraciones. “Yo quiero señalar en forma muy enfática, en nombre del presidente de la República, que el Gobierno no va a proponer control de cambios ni va a poner impuestos a los egresos de capital”, dijo. Sin embargo, los mercados siguieron nerviosos. El solo hecho de que Ocampo use esas palabras en los mensajes ya genera un temor, pues puede ser un indicador de que en el Gobierno sí hay voces que proponen esas ideas.
8. Los indicadores de riesgo
Hay varias señales de alerta para el país. Uno de ellos es el Embi, que mide la diferencia en puntos básicos entre los bonos de una nación y los de Estados Unidos, que se consideran los más seguros. Después de la pandemia, cuando subieron en todo el mundo y luego corrigieron, hoy Colombia tiene uno de los indicadores más altos.
En cuanto a los TES, que son los títulos de deuda interna, lo que se ha visto es un aumento en las tasas de interés, que en su caso implica una desvalorización. La curva de rendimientos de TES tasa fija se ha desplazado en promedio 365 puntos básicos (p. b.) desde el 19 de junio hasta la fecha. En particular, el título que vence en 2032 cerró el viernes con una tasa de interés de 14,96 %, lo que muestra un movimiento de 366 p. b. desde la segunda vuelta electoral.
JP Morgan, el banco más grande de Estados Unidos, explicó así lo que está pasando en Colombia, más allá de la coyuntura global: “Los activos locales colombianos se han deteriorado materialmente en las últimas semanas en respuesta a la disminución de la confianza a nivel nacional, una posición débil de las cuentas externas fiscales y un entorno global hostil; en otras palabras, una tormenta perfecta”. El banco, al analizar la devaluación del peso, ha dicho que desde mediados de septiembre ha tenido “el peor desempeño en los mercados emergentes”.
Pero el banco es mucho más duro y señala directamente como responsable al presidente Petro. “La posición de equilibrio externo débil de larga data, junto con una retórica ‘menos favorable al mercado’ del presidente Petro y una FED de línea dura han provocado un desempeño inferior significativo de los activos colombianos frente a sus pares (...) consideramos que se requiere una intervención política de interruptor automático”, señaló.
9. El fin de la luna de miel
Se suele decir que el primer año de gobierno de un mandatario es de luna de miel. Pero a Petro ese período le duró mucho menos. Hoy el optimismo inicial de los colombianos frente a la llegada al poder de Petro se ha transformado en un entorno pesimista. Según la más reciente encuesta Invamer, el pesimismo aumentó 16 puntos entre agosto y octubre, y hoy llega al 64 %.
Por su parte, la desaprobación a la gestión del mandatario aumentó 20 puntos porcentuales (del 20 al 40 %) y la aprobación cayó 10 puntos (del 56 al 46 %), según el mismo estudio. El porcentaje de quienes consideran que la economía está empeorando se disparó del 61 al 80 % entre agosto y octubre.
Con los partidos políticos, el Gobierno tampoco la tiene fácil. Después de la aprobación de la reforma tributaria en las comisiones económicas, el jefe único del Partido Liberal, César Gaviria, levantó la mano y aseguró que tiene 11 puntos inamovibles, entre ellos los impuestos a las pensiones y a los hidrocarburos, y dijo que no apoyará la reforma tal como está planteada.
Poco a poco, otras colectividades de la coalición se han ido sumando a las críticas, como los conservadores y La U. Gaviria quiere que la reforma pase de un recaudo de 22 billones de pesos a 10 billones. Es claro que estos partidos podrían poner en aprietos al Gobierno, pero, como es la política, es probable que terminen arreglando y sacando adelante la tributaria.
10. Las peleas internas del Pacto Histórico
Internamente, la bancada del Pacto Histórico también revela evidentes grietas. Así quedó demostrado con unas grabaciones publicadas por SEMANA, en las que quedaron al descubierto inconformidades de los congresistas con la Casa de Nariño. Se escucharon frases como “no nos volvieron a contestar el teléfono”, “somos una vergüenza”, “esto es un despelote”, “el ministro del Interior, Alfonso Prada, no va al Congreso” y “cada uno anda por su lado”, entre otras.
Aunque la defensa en redes sigue siendo notoria por parte de la bancada de Gobierno, hacia adentro los comentarios son de otro calibre. Una alta fuente le dijo a SEMANA: “No hay gobierno, no hay narrativa, no hay quién lidere y mande, tienen que rectificar en varios temas y no enrancharse en que hay enemigos”. Un congresista del Pacto Histórico, sobre el Gobierno, dijo que no hay unidad y que lo que existe “son islas”.
11. Las otras reformas que se vienen
De forma paralela, a esa turbulencia económica se añadieron otros factores internos que han generado inquietud en la opinión pública, como la reforma a la salud. Esta, según expertos, podría poner en peligro el sistema y tiene sumido en pánico al sector. Asimismo, la reforma pensional, que despierta temores generalizados. Y una reforma laboral cuyos detalles aún se desconocen, pero que ya habla de acabar con los contratos de prestación de servicios, en un momento en el que el desempleo se encuentra en dos dígitos (10,6 %).
El propio presidente dijo: “En el mundo formal, creemos que el contrato de prestación de servicios, no laboral, encubre una relación laboral de manera mentirosa, solo para sobreexplotar a el o la trabajadora, eso debe pasar a la historia. Queremos volver a las relaciones de trabajo pactado”. Esa advertencia tiene con los pelos de punta a las empresas y trabajadores.
La expectativa frente a la reforma agraria propuesta por el Gobierno también suscita incertidumbre. Por un lado, Colombia enfrenta invasiones de extensos terrenos y, por otro lado, se firmó un acuerdo sin precedentes con los ganaderos por 60 billones de pesos, que aún no se sabe de dónde saldrán, para comprar 3 millones de hectáreas de tierra.
Todo esto, sin contar con los grandes retos en seguridad y cuando se habla de buscar la “paz total”, mientras la ONU advierte de un crecimiento exponencial de los cultivos de coca: por encima de 204.000 hectáreas sembradas.