NACIÓN
En Barbacoas dejaron a la comunidad sola recogiendo a sus muertos
Después de entregar 100 de los 120 millones que pedían los captores, la comunidad salió en busca de los tres conductores secuestrados en Nariño. Denuncian que ninguna autoridad en el pueblo los quiso acompañar a hacer los levantamientos.
La última pista que dejaron Luis Adjuntar, Albeiro Pérez y Guerlin Narváez, antes de que sus familiares y amigos perdieran todo rastro de ellos, fue el domingo pasado, minutos después de que cruzaron el río Telembí (Nariño) en un ferry. Venían de Yumbo e iban rumbo a Magüí Payán con sus carrotanques llenos de combustible hasta que fueron interceptados por un grupo de hombres armados.
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Sin mediar palabras y siguiendo al pie de la letra las operaciones que vienen ejecutando desde hace varios meses en la zona, se llevaron a dos conductores y al hijo de otro de ellos. "Yo que hago allá", le dijo Guerlin, de 19 años, a su padre minutos antes de canjearse por él. De esa forma, él podría más fácilmente levantarse los 40 millones de pesos que pedían por el rescate de cada uno de ellos.
Cuatro días tardaron sus familias en reunir más de la mitad de lo que les pedían. Aunque solo les faltaban 20 millones más, habían conseguido negociar con los captores la liberación si entregaban los 100 millones de pesos. Ya no había recursos y aunque una de las familias dio en contraprestación su casa, no había forma de juntar el dinero completo de lo que les faltaba. Por eso, se aventuraron a hablar de nuevo con los captores, querían recuperar a sus padres y no podían dejar perder los esfuerzos que ya habían hecho para juntar al menos la mitad del dinero.
Sobre la carretera que conduce de Junín a Barbacoas el miércoles pasado se llevó a cabo la transacción. Del encuentro, sin embargo, todas las familias salieron con las manos vacías. Los sujetos se llevaron el dinero, no entregaron a los secuestrados y esquivaron cualquier pregunta que permitiera dar con su paradero. Rompieron el trato y se escudaron bajo la fachada del que el dinero no estaba completo.
Nadie en Barbacoas, Roberto y Magüí Payán (Nariño) escuchó los gritos desesperados de las familias que llevaban varios días juntando el dinero para pagar la extorsión. Ni mucho menos vieron su lucha cuando decidieron por sus propios medios salir en busca de sus hijos desaparecidos. "Ni el Ejército, ni la Policía, ni la Cruz Roja, ni la Personería y Bomberos nos quiso ayudar. Nadie, nadie, absolutamente nadie nos acompañó. A todo el que le preguntábamos se negaba", le contó a SEMANA uno de los testigos.
Ante los oídos sordos, un grupo de ciudadanos el viernes en la madrugada se juntó en Barbacoas para salir en busca de Luis, Albeiro y Guerlin. Pagaron una lancha y se fueron aguas arriba por el río Telembí. Veinte minutos después desembarcaron en la vereda El Arenal. Sin celulares o equipos que pudieran ponerlos en evidencia, comenzó la búsqueda a voz a voz. Según contaron los habitantes de las veredas aledañas, el martes, tres días después del secuestro, un día antes de que se llevara a cabo la transacción, se escucharon en El Arenal muchos disparos.
"Es una zona roja, demasiado riesgosa. Por eso creemos que nadie los quiso acompañar. Todo el mundo en Barbacoas lo sabe. La canoa, por ejemplo, en la que se transportaron no la puede conducir cualquier persona. Debe ser gente de la zona", cuenta otro de los testigos.
Seis horas después de haber emprendido la búsqueda, el grupo de ciudadanos encontró los dos primeros cuerpos. Abandonados en un matorral estaban tendidos Guerlin y Luis. El hallazgo, sin embargo, no fue razón suficiente para que las autoridades se decidieran a tomar cartas en el asunto. La comunidad tuvo que desplazarse de nuevo para juntar bolsas, cintas, cabuyas, camillas y guantes, con lo que pudieran hacer el levantamiento, regresar a El Arenal y llevar los cuerpos hasta Barbacoas.
SEMANA se comunicó con una funcionaria del pueblo que confimó los hechos pero se negó a entregar cualquier detalle. Siguiendo esa misma línea, el capitán de la Policía también pasó al teléfono pero se negó a entregar información de lo que había pasado.
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Un fuerte vendaval impidió que ese mismo viernes terminara la búsqueda de los tres desaparecidos. Faltaba Albeiro y el compromiso era volver con todos ellos. El sábado a la madrugada se reanudó de nuevo la búsqueda. Sobre las cuatro de la tarde a unos pasos de donde habían encontrado a Guerlin y Luis, estaba su cuerpo. "Lo encontramos como a 300 metros de los demás. Fue más difícil porque lo dejaron en un matorral cerca al monte y en esa zona la montaña se vuelve muy espesa", cuenta uno de los asistentes.
Una vez la comunidad hizo el levantamiento, regresó con los tres cuerpos a Barbacoas. Atentos y pendientes de su desembarque ahí sí se encontraban los funcionarios que los dejaron solos en su búsqueda. ¿Dónde está la autoridad en Nariño?, se preguntan desde hace ocho días que comenzó la pesadilla. Y es que para la comunidad no tienen sentido que en uno de los departamentos más militarizados del país -con más de 10.000 efectivos de la Fuerza Tarea Conjunta Hércules- sus habitantes se sientan a merced de la criminalidad.
Con una caravana de camiones llenos de coronas de flores, este domingo en Túquerres decenas de personas salieron a las calles a despedir a sus familiares y amigos. Varias horas tardó el homenaje, antes de que se llevara a cabo la ceremonia que tiene en duelo al pueblo. Este lunes se espera que en Pasto se lleve a cabo las exequias de Albeiro.
La primera vez que el país escuchó hablar del Triángulo del Telembí ocurrió hace casi exactamente un año cuando el ELN abrió fuego en un cumpleaños y asesino a 13 personas en estado de completa indefensión. Nada a cambiado para la comunidad desde entonces.
Aunque no hay certeza de quién está detrás de los secuestros extorsivos que desde hace meses vienen sufriendo conductores, administradores y dueños de estaciones de combustible, de lo que no cabe duda es que con la salida de las Farc el Estado no fue capaz de recuperar el control de los territorios. En el país rural no hay cómo ofrecer garantías a las comunidades intimidadas por criminales inescrupulosos que llegan a hacer y deshacer en los territorios.