| Foto: Ángelica Cardona

MIGRACIÓN

Emergencia en Turbo porque no paran de llegar inmigrantes

Ante las advertencias de deportación a Cuba y a Ecuador por parte de la Cancillería, muchos cubanos están empacando maletas para cruzar el tapón del Darién, una ruta peligrosa. Hay más de 1.300 personas en el municipio.

25 de julio de 2016

El albergue de Turbo donde los migrantes cubanos han llegado para resguardarse mientras Panamá abre la frontera —milagro que necesitará más que los rezos de los santeros— ha llegado a su límite con más de 1.300 hombres, mujeres, niños que han acomodado camarotes porque la espera está larga. Eso, sin contar los cambuches que se han armado alrededor del lugar.

Algunos han llegado en las últimas semanas y se han sumado al grupo que está esperando hace tres meses. Alain Peña Vélez llegó días antes de que cerraran la frontera: “Primero no nos dieron salvoconducto y luego nos cerraron el camino. Yo no me meto por la selva porque casi muero en el Amazonas cuando venía para acá”. Juan Enrique Sierra, que lleva los mismos tres meses en el albergue, comiendo lentejas con sardina y durmiendo en el suelo, ha decidido aguantar porque los rumores de cubanos desaparecidos en altamar, o enterrados en una fosa por los paramilitares, le han hinchado el corazón de miedo: “Se dice que una pareja perdió un bebé en el Darién y luego se ahorcaron”.

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Foto: Ángelica Cardona  

Pero están los más desesperados, entre ellos Ignacio, de más de 60 años y que para hace pocos días estaba a punto de pasar a Costa Rica. Mientras estuvo en el albergue esperando misericordias políticas, era un claro líder que daba aliento a los más desesperados. Pero hace 15 días no aguantó más y decidió pasar por un camino que sabía era peligroso. Buscó un coyote de experiencia y se lanzó por el Darién.

“La travesía no se hizo como la teníamos planificada porque los ‘paracos’ se habían movido por la vía, así que en Capurganá tomamos un guía y nos pasamos seis días caminando, fueron cinco noches a la intemperie y al final pasamos por la loma de la muerte. Pase por el lado de africanos muertos y había una mujer con una pierna fracturada que se estaba arrastrando por el suelo. Eran cosas inimaginables”.

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Superó la travesía con los pies sangrantes después de atravesar varios ríos, trepar montañas, arriesgarse en peñascos. “Se veían pasaportes, biblias y fotos de africanos”. Un grupo de indígenas lo atendió cinco días en un resguardo donde no le faltaron comida y medicinas tradicionales. “Ahí yo les dije a los muchachos que no me esperaran, que necesitaba rehabilitarme, ellos siguieron y ahora yo retomo el camino, pero puse mi vida al límite”.

Ignacio se fue sin saber lo dicho por la canciller María Ángela Holguín hace unos días, que no abrirán paso para que los cubanos lleguen a México, estando a un paso de Estados Unidos: “Si los deportamos, vamos a crear un flujo permanente porque ellos saben que por Colombia entran y al final del día van a acabar en México, a un paso de EE. UU (…). Si hay deportaciones, serán directamente a Cuba o a Ecuador”.  

Lo que muchos ignoran es que los inmigrantes prefieren la muerte antes que volver a Cuba, como Lizbeth Franco, que llegó a Turbo hace dos meses y no se ha aventurado a cruzar la selva porque tiene un niño de cinco años al que, el pasado jueves a las 5 de la tarde no le habían podido dar un bocado de comida: “Pero yo no voy a dejar que me deporten para Cuba, prefiero un tiro en la cabeza”.

Foto: Ángelica Cardona  

Y la crisis aumenta, en el albergue esperan que la próxima semana lleguen otros trescientos cubanos sin contar haitianos —que hay más de 40.000 en Brasil— y africanos, que ven en el Urabá antioqueño un hueco para entrar a Estados Unidos.

Este jueves nació en Turbo el hijo de Aderelys Ofarrill Alonso, de 27 años, y Juan Miguel Hinojosa Carillos, de 21, que habían llegado al Urabá hacía dos días, después de atravesar la selva del Amazonas. Semana.com habló con el padre, que aún no conoce muy bien la larga espera que puede tener en Colombia: “Mi hijo está bien y la esposa también, estoy contentísimo por esto. Tuve mucho miedo de que naciera por el camino porque hicimos una travesía muy larga. Ahora necesito que me den la oportunidad de seguir al sueño americano. He querido ponerle el nombre de Juan Manuel al niño, en honor al presidente, porque aquí nos han recibido”.

Foto: Ángelica Cardona