DENUNCIA
El turismo tóxico de Medellín
La muerte de varios extranjeros encendió las alarmas en Medellín, porque decenas de ellos están llegando a la ciudad para consumir drogas y contratar prostitutas. Todo un fenómeno difícil de atacar.
Hace un par de semanas sicarios asesinaron en Medellín el ciudadano israelí Shay Azran, de 37 años, quien al parecer ofrecía tours alucinógenos a turistas, especialmente de ese país. Según un informe del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia de la capital antioqueña, Azran era conocido por llevar viajeros a un establecimiento del barrio Las Acacias “en donde consumían estupefacientes y contrataban los servicios de mujeres en ejercicio de la prostitución”. Sin embargo, el israelí, que llevaba cinco años en la ciudad, decía que se dedicaba a la compraventa de propiedad raíz.
El caso puso en evidencia que en la ciudad, además de los polémicos recorridos por las propiedades de Pablo Escobar, ha empezado a hacer carrera un turismo tóxico, por el que cada vez más llegan foráneos a consumir alcohol, drogas y a pagar por servicios sexuales. Lo extraño es que, al parecer, los capos no son necesariamente colombianos. Azran tenía una bodega en la calle 33 (famoso sector de rumbas), donde ofrecía a israelíes fiestas interminables con drogas y prostitutas. Las autoridades habían sellado el establecimiento varias veces, pero Azran mantenía su negocio a través de Facebook e Instagram. Ahora investigan si su muerte se originó en su decisión de separarse, hace unos meses, de sus socios locales o por un problema con alguna de las prostitutas que contrataba.
Dos días después de la muerte de Azran, el jueves 16 de junio, también fue baleado el ciudadano danés Tomas Willmoes, de 41 años de edad. Después de esperar varios minutos en una esquina del parque Lleras, se le acercó un hombre con el que habló y quien finalmente le disparó en la cabeza. Las investigaciones aún no aclaran los hechos, pero SEMANA supo que hay sospechas de que Willmoes participaba en un negocio para alquilar apartamentos a extranjeros en los que hacen todo tipo de bacanales.
Aunque el gobierno de la ciudad ha trabajado para posicionarla como un polo de innovación, desarrollo y centro de grandes eventos mundiales, desafortunadamente la devaluación del peso y los pocos controles para la compra y consumo de alucinógenos han favorecido la llegada de este tipo de turistas. Por eso no es extraño que en el parque Lleras y en la vía Provenza haya personas que se hacen pasar por vendedores ambulantes con el fin de expender drogas a los turistas y ofrecerles, catálogo en mano, las mujeres disponibles. Este modelo, conocido como prostitución en modalidad abierta o callejera, termina su ciclo en negocios donde los proxenetas tienen alianzas con empleados que reciben un 10 por ciento de comisión. Las autoridades investigan en la zona de El Poblado a una licorera, dos restaurantes, tres hostales y cuatro apartamentos.
Además identificaron varios edificios tomados en arriendo por extranjeros, que los ponen a funcionar sin licencia como parahoteles a los que llegan prostitutas, algunas menores de edad. De hecho, en uno de estos murió por sobredosis, el 30 de abril, un estadounidense de 57 años. Igualmente, en El Poblado hay lujosas casas que alquilan a grupos de cuatro o cinco extranjeros para fiestas, en una de las cuales SEMANA comprobó que las reservas están agotadas hasta agosto.
El 21 de junio, la concejal Daniela Maturana presentó en el Cabildo el testimonio de Estefanía, una jovencita que ejerce la prostitución en el parque Lleras, quien dijo: “Soy dama de compañía, la mayoría de mis clientes son extranjeros, muchos gringos. Los turistas vienen a buscar mujeres delgadas, jóvenes y vicio”.
Maturana cree que en Medellín se hizo muy buena campaña para posicionar a la ciudad, pero considera también que los gobiernos pasados se olvidaron de fomentar el turismo responsable. Además, “es importante aclarar que el turismo sexual y alucinógeno son delitos que deben ser perseguidos”.
Cada vez los habitantes de sectores de estratos cinco y seis denuncian lugares donde van muchos extranjeros a hacer sus fiestas, le dijo a SEMANA el secretario de Seguridad, Gustavo Villegas, “pero nos sentimos maniatados porque no podemos entrar a esas casas. Sin embargo, con el nuevo Código de Policía vamos a tener dientes para perseguir a estas personas y tratar de controlar un fenómeno que le hace daño a Medellín”.