NACIÓN

“Yo he matado a más de 300 personas”: Popeye

En su última entrevista a SEMANA, Popeye confesó sus crímenes y contó sobre las condiciones de Pablo Escobar en la cárcel de La Catedral.

8 de febrero de 2020
"Creo que he asesinado alrededor de 300. Pero he participado y coordinado cerca de 3.000 muertes". | Foto: GUILLERMO TORRES - SEMANA

SEMANA: ¿Cuántas personas ha matado usted?

Popeye: Yo, personalmente, creo que alrededor de 300. Pero he participado y coordinado cerca de 3.000 muertes.

SEMANA: ¿Escobar era un asesino?

P.: No, él no era un asesino. Yo creo que él no mató a más de 20 personas en toda su vida.         

"El patrón -Pablo Escobar- derrotó al M19, les cogió respeto y de ahí en adelante hubo una relación muy estrecha. Les dimos 2 millones de dólares para financiar la toma del Palacio y que nos quemaran los expedientes"

SEMANA: Pero usted sí mató a muchas personas por órdenes de él. ¿Cómo fue cuando él dio la orden de asesinar policías en Medellín a 2 millones por cabeza?

P.: Eso fue una reacción cuando la Policía le mató a su cuñado, Mario Henao. El patrón lo quería tanto que se derrumbó cuando se enteró de la muerte. Al otro día nos citó y nos dijo: “Vamos a matar policías. Eso es más útil que matar jueces porque, finalmente, son ellos los que nos llevan donde los jueces”. Y nos dio la tarifa: 2 millones por policía, 3 por sargento, 10 por teniente, 30 por mayor, 50 por coronel y 100 por general.

SEMANA: ¿Y usted a cuántos mató?

P.: Yo, directamente, a unos 25. Pero yo dirigía casi todos los operativos y creo que en total matamos unos 540.

SEMANA: Usted también tuvo que participar en asesinatos de amigos suyos. ¿Cómo fue el episodio de los Galeano y los Moncada?

P.: Cuando estábamos en la cárcel de La Catedral se había establecido un acuerdo. El patrón pagaba cárcel para que todos los otros pudieran traquetear, siempre y cuando le pagaran a él una cuota fija mensual de lo que daba el negocio. Cuando estábamos en la cárcel, los jefes del cartel de Medellín eran Quico Moncada y Fernando Galeano. Y el compromiso es que tenían que girarle al patrón 500.000 dólares mensuales. El problema es que se les subió el poder a la cabeza, y una vez mandaron un cheque de 50 millones de pesos. 

El patrón dijo: “Popeye, devuelva ese cheque, yo no estoy pa recibir limosnas”. Y por esos días accidentalmente aparecieron en una caleta de Moncada 23 millones de dólares. Los encontró el Titi y se los llevó al patrón. Al ver él que le estaban poniendo conejo con millones de dólares y que solo le estaban girando 50 millones de pesos al mes, tomó la decisión: hay que ejecutarlos.

SEMANA: ¿Y a usted le tocó matarlo?

P.: Sí, yo maté a Quico y Otto mató a Fernando. En el mundo de los bandidos, las órdenes no se discuten. Uno se aprieta el corazón, hace lo que le dicen y sigue pa delante.

SEMANA: ¿Y cómo reaccionó Quico Moncada cuando vio que lo iba a ejecutar su mejor amigo?

P.: En el mundo nuestro uno siempre está listo para esas cosas. Cuando uno es bandido, la muerte le puede llegar en cualquier momento. Uno tiene una preparación para eso diferente que el resto de la gente. Yo esposé a Quico y lo bajé al sótano. Él era muy varón, y lo único que me dijo era que si podía leerle algunos salmos de la Biblia antes de disparar. Conseguí la Biblia y le leí todo lo que me pidió y después de eso le metí un tiro.

SEMANA: Se ve que la vida costaba poco en ese mundo; era muy fácil morir o que les ordenaran a ustedes matar a alguien.

P.: Era más fácil de lo que usted cree. Por ejemplo, al doctor Guillermo Cano el patrón mandó matarlo cuando leyó un titular en El Espectador que decía: “Se les aguó la fiesta a los mafiosos”. Acababan de reestablecer la extradición y eso fue exactamente lo que sentíamos. Cuando leyó esa frase, ahí mismo dio la orden.

SEMANA: El primer magnicidio que el cartel cometió fue el de Rodrigo Lara. ¿No pensaron que eso iba a cambiar para siempre sus vidas? 

P.: Es que el ministro Lara le montó al patrón el debate para quitarle la inmunidad parlamentaria. Él era un gran orador, y el patrón era corto de expresión y se sintió humillado y derrotado en ese debate. Como Lara había denunciado ante el mundo entero a Pablo Escobar como narcotraficante y estaba decidido a acabarlo, el patrón decidió adelantársele. 

"El patrón -Pablo Escobar- derrotó al M-19, les cogió respeto y de ahí en adelante hubo una relación muy estrecha. Les dimos dos millones de dólares para financiar la toma del palacio y que nos quemaran los expedientes".

SEMANA: ¿Y por qué mataron a Enrique Low Murtra una semana antes de la eliminación de la extradición en la Constituyente?

P.: Ese es el asesinato más arriesgado que hizo el cartel de Medellín. Teníamos cuadrada la votación en la Constituyente para prohibir la extradición en la nueva Constitución. Habíamos sobornado a un poco de constituyentes y muchos otros estaban de acuerdo, aunque no nos habían recibido la plata. Pero faltando unos pocos días le dijeron al patrón que Low Murtra estaba dando clases en la Universidad de La Salle y, para él, todo el que había firmado una extradición tenía que morir. 

Low Murtra era un hombre sencillo y no tenía ni escolta ni carro, y tomaba taxi. Asesinarlo era una locura porque podía presentarse una reacción nacional que cambiara la votación contra la extradición. Pero él era un duro y calculaba sus riesgos y, una vez tomada una decisión, no le temblaba la mano. Mandó a un muchacho a asesinarlo en una moto y luego, para que no quedaran testigos, dio la orden de matar al muchacho y enterrarlo con moto y todo.

SEMANA: ¿Por qué volaron el avión de Avianca?

P.: Porque teníamos información de que ahí iba a volar César Gaviria, que era candidato a la presidencia en ese momento en reemplazo de Galán. A Galán lo matamos porque vimos que iba a llegar a la presidencia y nos iba a extraditar. Nos preocupaba que a Gaviria le diera por lo mismo.

SEMANA: Hablemos de la toma del Palacio de Justicia por el M-19. ¿Cómo participaron ustedes?

P.: Ya que habla del M-19, quiero aclarar algunas cosas. Cuando ese movimiento secuestró a Martha Nieves, la hermana de los Ochoa, nosotros inmediatamente secuestramos a varias cabezas, los apretamos y tuvieron que liberarla. El patrón, una vez que los derrotó, les cogió respeto y de ahí en adelante hubo una relación muy estrecha con Iván Marino Ospina y cordial con Carlos Pizarro.

Nosotros les dimos 2 millones de dólares para financiar la toma y que nos quemaran los expedientes. Eso pasó, pero lo que quiero aclarar es que todos los asesinatos que se le atribuyen al patrón son verdad, menos los de la izquierda. Él no tuvo nada que ver con la muerte de Pizarro. A él lo mató Carlos Castaño con la colaboración del DAS. Tampoco tuvo que ver con la muerte de Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo. Eso fue una alianza de la extrema derecha y el Mexicano. 

SEMANA: Cuéntenos cómo fue lo de La Catedral. ¿Cómo se construyó esa cárcel?

P.: Como a él lo quería todo el mundo en Envigado y los políticos de allá eran nuestros, compró los terrenos donde se construyó la cárcel y la mandó a diseñar él mismo. Nos reuníamos con los ingenieros y los arquitectos. Como todos los guardias eran nuestros, porque tenían que ser de Envigado, las armas de ellos eran las nuestras. Era una situación ideal para reconstruir el cartel de Medellín. Un anillo del Ejército nos protegía y los guardias dentro de la cárcel eran nuestros.

SEMANA: ¿Quién fundó los Pepes?

P.: Los Pepes lo fundaron Fidel Castaño, Carlos Castaño y Don Berna. Después ellos invitaron al cartel de Cali, a Guillo Ángel, a Rodolfo Ospina y a otros. 

SEMANA: Cuéntenos episodios de su vida como criminal que no han sido revelados.

P.: Uy, son tantos. Por ejemplo, yo secuestré personalmente al doctor Andrés Pastrana. Entré a su oficina cuando era candidato a la alcaldía. Le puse un revólver enfrente y bajé con él las escaleras con el cañón contra su cabeza. Él estuvo valiente y tranquilizó a toda la gente en el edificio, que estaba horrorizada. Jaime Garzón, que también estaba ahí, al ver que era un secuestro, pidió que también nos lo lleváramos. Uno de mis hombres le pegó una patada y le dijo que el asunto no era con él. Y sobre ese secuestro hay más cuentos.

SEMANA: ¿Como cuáles?

P.: La verdad, él estuvo muy controlado mientras creía que éramos un comando del M-19. Lo metí en un baúl de un carro, y el hombre, tranquilo. Después lo metimos en un helicóptero y seguía controlado. Pero él en un momento dado se dio cuenta de que lo estaba engañando. Yo soy muy bruto y él es muy inteligente. Entonces me frenteó y me pidió que le dijera quiénes éramos. Cuando le dije que estaba retenido por orden de Pablo Escobar, se derrumbó. Ahí se le acabaron las fuerzas.

SEMANA: ¿Y cómo fue que se salvó?

P.: La tropa estaba peinando la zona y accidentalmente llegaron a él. Él, otra vez en control de la situación, logró que un policía se prestara como voluntario para canjearse por él. Así fue que se nos fue.

SEMANA: Pero ese mismo día ustedes mataron al procurador Carlos Mauro Hoyos.

P.: Sí, yo había encabezado el operativo contra él en la carretera de Las Palmas. En la balacera se había encunetado el carro y el procurador había quedado levemente herido de bala en un pie. Cojeando lo saqué de ahí y llamé al patrón. Él me dijo que como acababa de ser liberado el doctor Pastrana, podíamos perder credibilidad si no actuábamos con energía. Me ordenó hacerle un juicio por traición a la patria, ya que tenía contactos con la DEA, y ejecutarlo. Yo seguí las órdenes, le dije que era su juez y que por traición a la patria estaba sentenciado a muerte. Él protestó indignado y empezó a gritar: “¿Cuándo traicioné a la patria?”. Y ahí lo maté.