VIOLENCIA
Un conflicto de mil cabezas: así se atomizó la violencia tras la firma del Acuerdo de Paz
En departamentos como Nariño, Cauca, Putumayo y Caquetá hay una creciente presencia de estructuras armadas.
La firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno nacional y las FARC hace cinco años trajo consigo una nueva esperanza para lograr estabilidad y porvenir en los territorios más recónditos del país, donde la guerra había encontrado un refugio seguro por años, quizás, hasta por décadas. Sin embargo, en algunas regiones del suroccidente y sur, lo que se ha desatado es una atomización del conflicto. Es decir, el mismo problema, pero esta vez con mil cabezas.
En departamentos como Caquetá, Putumayo, Nariño, Valle y Cauca hay por lo menos 25 grupos al margen de la ley en ejercicio: tratan de conquistar el control de los sembradíos de coca, las rutas para sacar el alucinógeno, así como las conexiones internacionales con carteles mexicanos para negociar el envío de la droga a Centroamérica.
A cinco años de la firma se empieza a esclarecer el nuevo panorama violento del país. Las disidencias de las FARC se dividieron en tres macroestructuras.
La Segunda Marquetalia, comandada por Iván Márquez y alias El Paisa, tiene presencia con columnas y frentes en Caquetá, Putumayo, Cauca, Nariño; exploran volver a retomar el control que tenían las extintas FARC en el nororiente del país.
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De otro lado, y en pleno contrapeso –no solo criminal, sino de lucha armada–, está el Comando Organizador de Occidente, cuyo líderes son alias Gentil Duarte e Iván Mordisco, quienes nunca se acogieron al proceso de paz; representan el ala más radical de la guerra. El comando tiene 8 columnas y cuatro frentes, controlan casi en su totalidad el departamento del Cauca y parte de Nariño, así como el centro y sur del Valle.
En tercer lugar aparecen los no alineados: los que actúan como cabos sueltos. Ahí resaltan nombres como el Frente Oliver Sinisterra y Guerrillas Unidas del Pacífico, que tienen injerencia en el Pacífico nariñense.
La situación en el Cauca, por ejemplo, ha escalado a niveles históricos de violencia, según lo expresado por la Arquidiócesis de ese departamento y de acuerdo a lo que revelan las cifras de las mismas autoridades.
En municipios como Argelia hay una cruenta disputa armada entre el Comando Organizador, Segunda Marquetalia y ELN. En medio de ese coctel delictivo queda la comunidad. Los desplazamientos, confinamientos y asesinatos son pan de cada día en esa región.
En el Pacífico nariñense también se libra una guerra entre reductos de las extintas FARC, que está pasando de agache. En zonas rurales de Tumaco, Magüí Payán, Roberto Payán y Barbacoas miles de personas han decidido abandonar sus hogares por la disputa a muerte que sostienen el frente Oliver Sinisterra, Guerrillas Unidas del Pacífico y el naciente grupo narcoparamilitar Los Contadores.
“A nosotros la mala implementación del proceso de paz nos hizo más mal que bien, porque ahora tenemos un monstruo de mil cabezas. Antes nosotros conocíamos al comandante de turno, sabíamos con quién nos podíamos quejar, pero es que ahora no hay cabezas visibles, solo se ven hombres armados que están decidiendo nuestro futuro”, le explicó a SEMANA un líder social del Triángulo del Telembí, Pacífico de Nariño.
Este aumento de la violencia ha coincidido con el crecimiento de cultivos ilícitos en varias zonas del país. Ese es el principal motor que jalona el nuevo pico de violencia que enfrenta Colombia.
Los focos de la violencia
El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, reveló el informe “Los focos del conflicto en Colombia”, donde explicó que actualmente existen 43 estructuras criminales de guerrilleros de las FARC que no se acogieron a los acuerdos de paz.
Se trata de un total de 5.200 combatientes los que conforman estos grupos disidentes que delinquen en departamentos como Antioquia, Norte de Santander, Cauca, Nariño y Meta.
El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, reveló el informe ‘Los focos del conflicto en Colombia’, donde explicó que actualmente existen 43 estructuras criminales de guerrilleros de las FARC que no se acogieron a los acuerdos de paz.
Se trata de un total de 5.200 combatientes los que conforman estos grupos disidentes que delinquen en departamentos como Antioquia, Norte de Santander, Cauca, Nariño y Meta.
El documento también explica que en el país hay un total de 123 municipios con presencia de estos grupos en 22 departamentos, una cifra que va en aumento desde 2018.
Por otra parte, el informe también reveló que el ELN cuenta en la actualidad con 2.540 miembros que se dividen en ocho frentes de guerra, además del comando central que hace presencia en 211 municipios de los 23 departamento del país.
Esto da cuenta también de un aumento de este tipo de organizaciones delincuenciales. “Hay 291 municipios con actividad narcoparamilitar durante 2020 en 27 departamentos, cifra que representa un aumento de la afectación en comparación con 2019 de 30 municipios”, dice el informe.
Por su parte, explicó que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC, contarían con 1.600 a 1.700 personas y tendrían presencia en el 80 % del total de municipios afectados por grupos paramilitares.
Vale la pena recordar también que, de acuerdo con lo revelado por las Fuerzas Militares colombianas, hay 2.350 combatientes del ELN que se encuentran en Venezuela y unos 2.400 disidentes de las FARC en el vecino país, un porcentaje del 30 % del grupo armado ilegal.