POLÍTICA
Un congreso sin aceite: las traumáticas relaciones entre el gobierno y el legislativo
El camino de los proyectos de ley respaldados por el Gobierno y que buscan trámite en el Congreso no ha sido fácil. Muchas iniciativas han naufragado incluso antes de debatirse. ¿Qué pasa?
Desde su llegada a la Casa de Nariño, el presidente Duque ha presentado varias reformas al Congreso que se han hundido por falta de respaldo político. Aunque los congresistas del Centro Democrático y del Partido Conservador son sus fieles escuderos, ese espaldarazo no ha sido suficiente para sacar adelante temas claves para el país.
En 2018, aunque en el Congreso la llamada Ley de Financiamiento, que presentó el Gobierno Duque, pasó raspando, desató una tormenta política que posteriormente terminó en el entierro de esta iniciativa en la Corte Constitucional. No fueron suficientes los argumentos del Gobierno para estabilizar las arcas públicas y reducir los números en rojo.
Antes de terminar ese año, la reforma a la justicia murió por falta de trámite y quedó al descubierto la tensa relación que había con la entonces ministra Gloria María Borrero, de quien se dijo en los pasillos del Congreso le faltaba liderazgo para tramitar un acto legislativo necesario para el país por la idea de enterrar la corrupción y acabar con la ineficiencia en un servicio esencial. Borrero quedó en la cuerda floja, pero la estocada final fue el fracaso con las objeciones presidenciales a la ley de la JEP en la Cámara de Representantes. Fue la primera ministra en salir del gabinete con dos grandes derrotas en el Congreso que tuvieron un costo político alto para Duque en sus primeros meses de mandato.
Nancy Patricia Gutiérrez, quien estuvo al frente del Ministerio del Interior, tampoco logró sacar adelante la reforma política de la que tanto se habla en el país. La entonces jefe de la cartera política ‘tiró la toalla’ y anunció el retiro de la iniciativa, por lo que recibió fuertes críticas, incluso del propio Centro Democrático, por no lograr consensos con los partidos para impulsar la iniciativa, que era una de las promesas del Gobierno de Iván Duque. La idea era depurar y limpiar el ejercicio de la política.
Gutiérrez tampoco pudo pasar la eliminación de la Ley de Garantías, que es considerada una medida obsoleta al no existir la reelección presidencial en nuestro país. “Hubo errores en las designaciones de ministros, pero la mayor equivocación del Gobierno fue tardar tanto en los cambios en el gabinete, porque no había liderazgo ante el Congreso”, dijo un representante del Centro Democrático. Incluso, en la oposición creen que “hundir las reformas es muy sencillo porque no hay quién las defienda”.
El Congreso ha sido un palo en la rueda para el Gobierno Duque, pero no se puede desconocer que las reformas presentadas son asignaturas pendientes que vienen del pasado y, en muchas ocasiones, priman los intereses políticos de los legisladores sobre los de todos los colombianos. Por ejemplo, la pandemia del coronavirus desnudó la crisis en el sector de la salud, el retraso científico para producir la vacuna contra la covid-19, el mal servicio de las EPS, la corrupción y las dificultades para acceder al servicio. Pese a todos estos problemas, las comisiones séptimas del Congreso negaron en los últimos días la posibilidad de abrir el debate sobre la reforma a la salud.
Es cierto que el texto podía mejorarse y con acuerdos políticos hubiera sido posible la transformación que se viene exigiendo desde décadas atrás. Aunque la propuesta era de Cambio Radical, el Gobierno la apoyó plenamente y estuvo abierto al diálogo mediante el ministro de Salud, Fernando Ruiz. No obstante, la presión del paro nacional y los cálculos electorales de algunos congresistas echaron a la borda la posibilidad de avanzar.
La historia con la reforma tributaria, que generó la salida de Alberto Carrasquilla y el estallido social en Colombia, ya es conocida. El Gobierno creyó, ingenuamente tal vez, que el trámite sería sencillo y cuando quiso dialogar con los partidos políticos, la situación estaba fuera de control. Ninguno de los partidos, incluso los de Gobierno, quisieron caminarle a esta iniciativa, que se retiró, pero que seguramente se hubiera hundido en la primera votación.
Sin duda, el presidente Iván Duque enfrenta la recta final de su mandato con bastantes complicaciones. Una crisis económica generada por la pandemia, un paro nacional del que sacan provecho algunos sectores políticos y unas relaciones desgastadas con el Congreso. ¿Cambiará el panorama en los 15 meses de gobierno que le restan? La situación es incierta y más aún cuando ya están encima las campañas presidencial y al Congreso con miras a las elecciones de 2022.