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Un desastre: la credibilidad de las elecciones está en juego, el registrador debe responder
En décadas no se registraba un escándalo electoral de la magnitud que dejó la elección del Congreso el pasado 13 de marzo. La Registraduría cometió una cadena de errores que no quiere aceptar.
Desde el año pasado se empezó a hablar de la importancia de las jornadas electorales de 2022. El registrador Alexánder Vega fue blanco de críticas por una supuesta falta de garantías, pero apagó incendios y convenció a todos los partidos de que habría plenas garantías para las elecciones al Congreso que se hicieron el pasado 13 de marzo.
Todo quedó en palabras y el preconteo resultó ser un desastre, por primera vez todas las colectividades, sin importar su tendencia, coinciden en que las irregularidades dejan un tufillo de fraude.
Ese domingo, el país celebró la rapidez con la que se conocieron los resultados. Sobre las ocho de la noche se conocían los ganadores de las consultas presidenciales y antes de las diez de la noche estaba el informe preliminar de la composición del Congreso, con la claridad de que cambiaría conforme fuera avanzando el preconteo. Nadie tenía en sus cálculos que al otro día empezarían los dolores de cabeza, los votos no aparecían; nada coincidía; las redes empezaron a hablar de fraude y el Registrador optó por guardar silencio.
A lo largo de la semana, las voces que planteaban un fraude fueron más feroces, en redes sociales fueron evidenciando los errores en los formularios E-14. Gustavo Petro fue el primero en encender las alarmas al advertir que “el intento de ocultar votos del Pacto es gigantesco y sistemático”. En 29.425 mesas no había votos de esta alianza política y sirvió para que otros partidos se pusieran las pilas. Los sufragios los habían depositado en las urnas, pero no aparecían. Alexánder Vega siguió guardando silencio.
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Aunque en 2018 y 2014 hubo problemas con algunos votos de Colombia Justa Libres y el Mira, respectivamente, no hay registro cercano sobre la pérdida temporal de casi un millón de votos. Si bien las redes se han concentrado en los 500.000 que encontró el Pacto Histórico, lo cierto es que todos los partidos participaron de la repesca y hallaron sufragios.
El expresidente Andrés Pastrana aumentó sus críticas contra Alexánder Vega diciendo que “las cifras oficiales del registrador apestan a fraude a favor del Pacto Histórico”. Justamente los escrutinios evidenciaron que las críticas de esa alianza política eran ciertas y aparecieron medio millón de votos. Con el informe que se entregó del escrutinio en el 98 por ciento, el Pacto Histórico recuperó tres curules en el Senado, quedando con 19 en total. El Partido Conservador, con 15; el Partido Liberal, 15; la Coalición Alianza Verde Esperanza, 13; el Centro Democrático, 13; Cambio Radical, con 11; el Partido de la U, 10 y la coalición Mira, con 4. Con el 2 por ciento por escrutar, la variación de curules sería mínima.
Si bien es cierto que lo que está pasando no tiene antecedente similar en la democracia colombiana, tampoco se puede hablar de fraude electoral por varias razones. La primera es que los votos no se perdieron, la segunda es que el escrutinio lo hacen jueces de la república, lo que ha permitido enmendar los errores, y la tercera es que el preconteo no tiene validez jurídica y es un resultado preliminar que debe ser certificado por las comisiones escrutadoras y posteriormente por el Consejo Nacional Electoral.
Lo que no se puede ocultar es que la Registraduría, en cabeza de Alexánder Vega, cometió una cadena de errores que tiene en cuidados intensivos la credibilidad del sistema electoral colombiano. Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), pidió el recuento de votos en 28.000 mesas por las dudas que aún persisten, además reveló que antes de las elecciones advirtió a Vega de los problemas que tenían los formularios E-14 y su premonición resultó acertada. Para Barrios, ese formulario tenía una complejidad que conduciría al error a los jurados de votación y así ocurrió efectivamente. En todo el país los jurados se equivocaron, no supieron diligenciarlo y quedó al descubierto una falencia en la capacitación que, por cierto, costó 14.000 millones de pesos.
El desastre electoral ha sido de tal magnitud que la Misión Internacional de la Unión Europea en Colombia ha dicho, prudentemente, que “la discrepancia de resultados ha sido inusualmente grande” por lo que el tema ya llegó a oídos internacionales.
Sin duda, una responsabilidad de Alexánder Vega, quien anunció investigaciones en contra de jurados a los que se les compruebe irregularidades y quien ha dicho que no se va del cargo. Mientras todo esto se discute, está en entredicho la garantía electoral para las elecciones presidenciales, a las que se llega con una gran duda sobre la transparencia de la Registraduría.