NACIÓN
¿Una nueva salida en falso de Guillermo Botero?
El ministro de Defensa dijo que el cabo del Ejército no disparó intencionalmente contra el joven que ingresó a la base militar en Barrancabermeja el pasado domingo. Sin embargo, un nuevo video demostraría lo contrario. ¿Hay similutudes con el caso de Dimar Torres?
Aparecieron nuevas pruebas en el caso de Rafael Antonio Caro, el joven de 16 años que fue asesinado cuando entró a una guarición militar portando un machete y fue recibidio con disparos. Un video, revelado este viernes, mostró la otra cara del ingreso de este joven a la base del corregimiento La Lizama, en Barrancabermeja (Santander).
En el video -hecha al interior de la instalación militar- se observa cómo los uniformados del Batallón de Campaña No. 2, adscrito a la Quinta Brigada del Ejército, respondieron con tiros cuando Caro entró allí intempestivamente y armado con un machete.
En la grabación se escucha como uno de los soldados grita “peguéselo, mi cabo, peguéselo” y acto seguido se produce la ráfaga de disparos dirigidos al joven. “Ahí quedó, cójalo marica, cójalo”, gritan.
Después de esto, los militares se acercan a revisar a Caro mientras los otros jóvenes replican en el exterior de la base que su compañero “no estaba haciendo nada” e intentan ayudarlo para evitar que se desangre.
Aunque la investigación sigue en pie y todavía no se han atribuido responsabilidades en este caso, lo que se podría interpretar con esta nueva evidencia es que los altos mandos del Ejército y el propio ministro de Defensa se habrían apresurado al decir, a dos días del hecho, que no existió homicidio doloso cuando las imágenes parecieran mostrar otra cosa.
El pasado martes, el ministro Guillermo Botero se pronunció sobre el caso y dijo en rueda de prensa que “un cabo que estaba al servicio de ese grupo, disparó contra el piso, no le disparó a la persona, pero en el rebote del proyectil fue herida la persona, que posteriormente falleció en el hospital de Barrancabermeja".
A su vez, el fiscal Fabio Espitia señaló en esa misma rueda de prensa que “no existió homicidio doloso. La Fiscalía constata lo que sucede con base en los dictámenes de balística y esto nos demuestra fundamentalmente que no existió un disparo que iba no dirigido contra una persona, pero en principio apunta a un homicidio culposo”, dijo.
No obstante, estas declaraciones quedarían en entredicho al escuchar en la grabación que los militares de la Quinta Brigada del Ejército incitaron al cabo a disparar. Y él, sin pensarlo, accionó su arma en más de una ocasión, hasta ver al joven en el piso.
¿Cero y van dos?
Para algunos abogados y expertos en DIH, consultados por SEMANA, las declaraciones de Guillermo Botero y del gobierno serían tomadas como otra “salida en falso” en un caso que involucra soldados y civiles y que podría asemejarse a lo ocurrido en el caso de Dimar Torres.
A dos días después del crimen de este exguerrillero, el ministro de Defensa dio varias entrevistas –que a la postre resultaron contradictorias frente a lo que constató la Fiscalía– en las que relataba la versión del cabo. Decía Botero que los hechos se habían presentado en una cañada, donde el militar intentaba establecer contacto con el teniente John Blanco, con quien había perdido comunicación. Y que hasta allí había llegado Dimar para arrebatarle el arma, luego de lo cual habrían forcejeado hasta que se oyó el estruendo de los disparos.
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En sus declaraciones, Botero nunca tuvo en cuenta las denuncias de los campesinos de Campoalegre, que habían grabado a los soldados cuando negaban conocer el paradero de Dimar. Si no hubiera sido por los labriegos, hoy tal vez el país estaría hablando de una desaparición. En efecto, ellos encontraron el cadáver en un barranco cerca de la vía, así como la fosa recién cavada no muy lejos de allí.
A un mes y ocho días de los trágicos acontecimientos, hay ya algunas certezas, así como varios cabos sueltos en la historia. Por un lado, la Fiscalía logró determinar –al contrario de lo que aseguró Botero el 28 de abril a Darío Arizmendi, en Caracol Radio– que el suboficial Gómez Robledo no fue consistente con las versiones que dio tras la muerte de Dimar.
En el interrogatorio, el militar contó que le había disparado al desmovilizado en defensa propia una vez este lo intentó despojar del arma. Y que todo había ocurrido en cuestión de segundos. Pero en una ampliación bajo la gravedad de juramento aseguró que había alcanzado a tener una charla tensa con su víctima durante unos cuantos minutos, antes de descargarle una ráfaga.
Investigación
Según la Fiscalía, ninguna de las dos versiones es cierta. El cabo detuvo a Dimar en la carretera y ahí mismo le disparó cuatro veces. Después arrastró el cuerpo 15,4 metros, con lo que manipuló abiertamente la escena del crimen. Y luego cavó, con ayuda de varios compañeros, una fosa que no logró terminar ante la llegada de los campesinos.
Un periodista de SEMANA estuvo en el lugar del crimen y logró comprobar lo que aseguraba la comunidad desde el comienzo: que en el sitio donde funcionaba la base Sinaí del Ejército, en Carrizal, no hay cañada alguna. Uno de los habitantes de la zona dijo: “Aquí antes la gente tiene problemas para conseguir el agua”.
Por este episodio anterior, es que el caso de Rafael Antonio Caro despiertan dudas e inquietudes sobre si las declaraciones de las autoridades están siendo fieles a los hechos ocurridos. Además, hay que considerar que no se han dado detalles del estado de la investigación y que la familia denunció que no ha conocido el dictamen de Medicina Legal para saber las causas de la muerte de su ser querido. Todavía hay muchas piezas que unir en esta historia, para así determinar las responsabilidades pertinentes.