Alcaldesa Claudia López entregando detalles de la nueva medida de pico y placa en Bogotá
Claudia López | Foto: Alcaldía de Bogotá

NACIÓN

¡Una pena, alcaldesa!: ¿por qué Claudia López la embarra constantemente y debe echarse para atrás?

La alcaldesa de Bogotá se ha convertido en una funcionaria ofensiva y autoritaria que a veces no piensa antes de hablarles a los ciudadanos.

13 de enero de 2022

La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, no deja de equivocarse cuando se “emociona” y termina ofendiendo a los ciudadanos porque se va de lengua.

La más reciente polémica se generó porque terminó mandando de manera ofensiva a los habitantes de la ciudad a vender el carro, a raíz de la nueva medida del pico y placa durante todo el día. En medio de una entrevista con Noticias Caracol, dijo: “Los impuestos son por tener carro, lo invito a que lo venda”.

En las últimas horas, y después de toda la polémica que se desató, la mandataria terminó echándose para atrás en un trino. “Sé que lo de ´vender el carro´ fue una frase muy desafortunada…”, dijo López. Ante la lluvia de memes, agregó: “Y por favor, compartan el carro y no vendan los chinos!”.

Esta no es la primera vez que Claudia López tiene que ofrecer excusas, rectificar, echarse para atrás o recular. Hace algunos meses borró un trino en el que le había respondido de forma destemplada al empresario Mario Hernández, cuando él le reclamó respetuosamente por el pésimo estado de las vías en Bogotá. “Los rines de tu lujoso carro pueden esperar, los estómagos de las familias en pobreza no”, afirmó la alcaldesa, pero después dijo: “Lo siento. No fue la respuesta adecuada”.

Otras embarradas

“Un abrazo y mis excusas”, le terminó diciendo la alcaldesa a una vendedora informal que le pidió ayuda, en plena calle, para conseguir trabajo, en medio de la crisis económica y la pandemia. De manera déspota, Claudia López le había dicho inicialmente: “Ahí están trabajando, sumercé. Trabaje juiciosa. Trabaje juiciosa, sumercé”. En vez de oír el sentido reclamo de la mujer, la alcaldesa siguió de largo.

Con los venezolanos que viven en Colombia ha tenido más de un incidente de xenofobia, relacionándolos y culpándolos de la inseguridad en Bogotá. En una oportunidad tuvo que rectificar por haberlos estigmatizado. “Me retracto y presento excusas públicas al ciudadano Carlos Fred Brender Ackerman y a los migrantes venezolanos que residen en Bogotá y que se hayan sentido agraviados con mi pronunciamiento realizado en el Consejo Local de Gobierno del 29 de octubre de 2020″, dijo.

En diciembre de 2020, tras acudir a un evento que generó aglomeraciones en Ciudad Bolívar, fue tildada con justa razón de ser “irresponsable”. Mientras tanto, solicitaba a la ciudadanía evitar las concentraciones de personas. Entonces, ocurrió lo irremediable: tuvo que reconocer el error. Lo hizo en sus redes así: “Anoche pudo más la emoción y se formó aglomeración”.

Cuando había iniciado la pandemia también se vio envuelta en un escándalo por haber ido a mercar con su esposa, en medio de la época de mayores restricciones y cuando ella les exigía a los ciudadanos no ir a mercar en pareja. Un video ciudadano la delató y tuvo que salir ante la opinión pública a decir: “La infracción de ir con Angelica al supermercado la reconozco con humildad, ofrezco excusas a la ciudadanía y acato el comparendo. Mi responsabilidad es mayor en dar ejemplo. Mi prioridad es cuidar vidas”.

Sobre sus vacaciones en pleno pico de la pandemia, en enero de 2021, terminó reconociendo que fueron “inoportunas” y ofreció excusas.

Las rectificaciones de Claudia López han sido tantas que ya la cuenta está perdida. A Enrique Peñalosa, por ejemplo, lo señaló de que le importaba el “negocio de sus buses…”, pero tuvo que corregir.

“La jueza ha determinado que yo no puedo decir ‘sus buses’, porque eso da a entender que el alcalde Peñalosa es dueño personal o empresarial de una empresa de buses, que vende buses, y que estoy sugiriendo que él se ha beneficiado así. Yo quiero decir con absoluta claridad que ese no es el sentido de mi comentario, y que así se entendió, yo lo corrijo y me retracto, ese no es el sentido, lo digo con absoluta claridad para cumplir lo que me ordenó el juzgado 36 de pequeñas causas de Bogotá”, dijo.

La alcaldesa ha teñido varios choques con Álvaro Uribe y tal vez una de las rectificaciones más recordadas fue cuando calificó así al expresidente en el libro El nobel: “Uribe ayudó, promovió y fue militante de grupos paramilitares, los que utilizó para sus particulares intereses y enriquecerse y eliminar a sus competidores políticos”.

Pero la justicia la conminó a aceptar que dijo algo que no era cierto. “Me permito manifestar que mis afirmaciones realizadas en la entrevista que luego se editó y se publicó en el libro titulado El nobel, en donde manifesté que el senador Álvaro Uribe Vélez ayudó, promovió y fue militante de grupos paramilitares, los que utilizó para enriquecerse y eliminar a sus contendores políticos, no cuentan con fundamento judicial admisible y por lo tanto no son ciertos judicialmente”, aseguró.

Con el exministro de Vivienda Luis Felipe Henao también tuvo un round que dirimieron los jueces cuando ella lo llamó corrupto. “Ninguna de las afirmaciones realizadas por mí en ese debate son una sindicación a la persona de Luis Felipe Henao, sobre quien no tengo ninguna prueba de que haya cometido directa y personalmente ningún acto de corrupción”, señaló.

Estos son apenas algunos ejemplos de hasta dónde han llevado la imprudencia y las palabras sin filtro a la alcaldesa de Bogotá.

Esto sin contar su autoritarismo y su actitud déspota, una mezcla muy peligrosa que ha llevado a la mandataria a ofender una y otra vez a los ciudadanos. Las excusas y las rectificaciones son fundamentales, pero cuando esto se convierte en una constante el funcionario pierde credibilidad. Eso le ha pasado a la alcaldesa. Quizá por eso su favorabilidad en las encuestas sigue en picada. La incoherencia y la ligereza la tienen contra las cuerdas ante la opinión pública.